Jueves 28 de marzo de 2024

Una multitud en el tradicional Viacrucis de la Ciudad por la Avenida de Mayo

  • 16 de abril, 2022
  • Buenos Aires (AICA)
Los porteños volvieron a las calles con el lema "Cristo quiere la paz". Encabezó el Card. Mario Poli, quien recordó: "La cruz enciende la llama de la esperanza en los momentos más oscuros de la vida".
Doná a AICA.org

Numerosas personas se unieron este Viernes Santo al tradicional Viacrucis de la Ciudad que, tras dos años de restricciones por la pandemia, volvió a realizar a lo largo de la Avenida de Mayo con el lema “Cristo quiere la paz”.


Familias, jóvenes, adultos mayores, scouts, religiosas, sacerdotes salieron pasadas las 20 de la intersección de Avenida de Mayo y Bernardo de Irigoyen, y desde allí comenzaron a caminar por la tradicional arteria proteña precedidos por la cruz penitencial llevada por el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor José María Baliña, y escoltado por el cardenal Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires, y otro de los auxiliares, monseñor Enrique Eguía Seguí.



Otro de los obispos auxiliares porteño, monseñor Ernesto Giobando SJ, acompañó al grupo que llevaba la imagen del Cristo del Buen Amor, a los que animó a decirle: “queremos acompañarlo en este día, queremos caminar con Él en las calles de Buenos Aires, queremos estar cerca de la gente que más sufre”.



Durante la manifestación de fe también fueron cargadas la cruz penitencial de 15 metros de largo que pesa 130 kilos y la imagen de la Virgen Dolorosa, que se venera en la Catedral desde 1870. También otra cruz con 140 luces, y la cruz penitencial para los niños.


Mons. Baliña llevaba la cruz y se detenía en cada una de las catorce estaciones de la Vía Dolorosa de Jesús, en las que se hacía una meditación.


En la intersección de la Avenida de Mayo con Bolívar, monseñor Baliña pasó la cruz penitencial al cardenal Poli para dar la vuelta alrededor de la Plaza de Mayo hasta llegar a la puerta de catedral metropolitana, donde se realizó la procesión del santo entierro.



Allí, el purpurado porteño hizo la oración junto al Cristo Yacente y luego expresó: "Lo peor que nos puede pasar a los porteños es que el cemento en el que vivimos nos gane el corazón y levante el muro de la insolidaridad, del egoísmo, el individualismo y el salvese quien pueda”.


“La esperanza cristiana no nos permite que nuestro corazón de carne se convierte en un corazón de piedra", recordó.


El cardenal subrayó que "la cruz es el amor crucificado, es signo de vida y salvación, la cruz enciende la llama de la esperanza en los momentos más oscuros de la vida”. 


“El Viacrucis nos invita a entrar en la escuela de la cruz y en la mansedumbre de quien la abrazó por nosotros. Dios hizo recaer sobre su hijo las inequidades de todos nosotros", sostuvo.+