Miércoles 8 de mayo de 2024

Mons. Castagna: "María constituye la ?espiritualidad? en la vida del cristiano"

  • 18 de enero, 2019
  • Corrientes (AICA)
El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, apeló a palabras del papa emérito Benedicto XVI, quien siendo un joven profesor de teología afirmó: "María constituye la ?espiritualidad? en la vida del cristiano". El prelado destacó que Ella es la que orienta, con seguridad, por "senderos diversos hacia la santidad".
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El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, apeló a palabras del papa emérito Benedicto XVI, quien siendo un joven profesor de teología afirmó: "María constituye la ?espiritualidad? en la vida del cristiano".

"De difícil conceptualización teológica pero necesariamente presente en el misterio cristiano. Así lo ha querido y decretado Dios al decidir la salvación de los hombres, mediante la encarnación, muerte y resurrección de Jesucristo", subrayó el prelado.

En su sugerencia para la homilía dominical, monseñor Castagna sostuvo que "María es elegida y preparada para que el Verbo eterno fuera Hombre y Redentor por el único sendero de su maternidad".

"El sentido de la fe asiste al pueblo cristiano en las manifestaciones de su honda religiosidad. Si se mantiene sumiso a la Palabra que la Iglesia le transmite mediante su Magisterio, María será la inspiración de su fidelidad a Cristo y de su misión evangelizadora, es decir, de su auténtica espiritualidad", concluyó.



Texto de la sugerencia
1.- Jesús adelanta su hora por amor a su Madre. El adelanto de la hora del Señor es una respuesta, muy tierna, a la indicación y súplica de su Santa Madre. El otro extremo se halla junto a la cruz de Cristo agonizante. Me refiero a la conmovedora misión de Madre de todos los hombres, que el Señor encomienda a María, hasta entonces exclusivamente suya. En el texto de Juan, que hoy hemos proclamado, María advierte el apuro de los jóvenes esposos, al borde de un drama aparentemente secundario. Se acaba el vino, sin haber aún concluido la fiesta. El comentario transmitido a su Hijo indica confidencialidad familiar y súplica. La letra es fría, necesita el contexto afectivo correspondiente. La respuesta de Jesús a su Madre aparece como distante e impersonal. No coincide con la idea que nos hemos forjado de las relaciones familiares que los unen: de hijo a madre y de madre a hijo. Es indescriptible la ternura y sumisión que Jesús profesa a su Madre y a José, desde el regreso a Nazaret, después del incidente de su desaparición en Jerusalén. Los hechos dicen lo que las palabras no saben formular. Jesús, ante el pedido de su Madre, imparte concretas directivas: llenar de agua, hasta el borde, seis tinajas de cien litros cada una, destinadas a las abluciones rituales de los judíos.

2.- María, la omnipotencia suplicante. Ese acontecimiento revela el poder intercesor de María ante su Hijo divino. Más de veinte siglos lo confirman con sucesivas e innegables pruebas. En ellas se expresa la armonía existente entre la única mediación del Salvador y la delicada intercesión de su Madre. Así lo entienden y atestiguan los santos. El temor de que María opaque la virtud mediadora de Jesús no dispone de asidero alguno. La piedad popular, alentada por el Espíritu Santo y custodiada prudentemente por el Magisterio de la Iglesia, constituye una práctica de la fe de incuestionable autenticidad. Las expresiones filiales del pueblo cristiano y, con especial énfasis, de los grandes modelos de la santidad, no constituyen "exageraciones piadosas". San Bernardo afirmaba que cuando se trata de María siempre nos quedamos cortos. El Espíritu Santo, a partir de Pentecostés, no deja de alentar y custodiar la pureza de la fe de la Iglesia, Pueblo santo de Dios. Mientras se mantenga el sano equilibrio, entre el Magisterio auténtico y la frescura espontánea de la fe popular, no correrá peligro la ortodoxia. Algunos comportamientos extremos - integrismos timoratos e innovaciones incontroladas - se oponen a la fidelidad que la verdad transmitida, desde los Apóstoles, reclaman de los auténticos creyentes.

3.- La presencia de María en la vida creyente. Es conmovedora la seguridad de María, impartiendo la orden de seguir las indicaciones de su Hijo: "Hagan todo lo que él les diga". (Juan 2, 5) A través de los siglos se han repetido las palabras de la Virgen como un indicador necesario en el seguimiento de Cristo. Su sabia directiva mantiene el valor de entonces y orienta, con seguridad - por senderos diversos - hacia la santidad. El pueblo creyente así lo entiende cuando peregrina a los Santuarios marianos del mundo y populariza las diversas Fiestas de María. También cuando se reúne a rezar el Santo Rosario en comunidad y en familia. Leyendo una de las biografías del Santo Cura Brochero encontré que, al cabo de uno de esos momentos de oración, el adolescente José Gabriel propone una intención y comunica una sorprendente noticia a su familia: "Para que pueda seguir el llamado del Señor, que me invita a ser sacerdote". ¡Qué presente está la humilde y poderosa influencia de la Madre de Jesús en la vida de los creyentes! No hay circunstancia difícil y embarazosa donde la Madre del Señor - y nuestra - no se sienta llamada a intervenir en favor de sus hijos adoptivos. Todos somos, a partir del Viernes Santo, "hijos de su corazón" que sollozan su orfandad sin ella. En sus continuas, hasta prodigiosas, intervenciones maternales, manifiesta su fidelidad a la misión entonces recibida.

4.- "Es la espiritualidad" (J. Ratzinger). En una declaración humilde, como es su estilo, el actual Papa emérito Benedicto XVI, siendo un brillante y joven profesor de teología, confesó que no sabía dónde situar el tema mariológico, en el esquema teológico de entonces. Finalmente se produjo la luz: María constituye la "espiritualidad" en la vida del cristiano. De difícil conceptualización teológica pero necesariamente presente en el Misterio cristiano. Así lo ha querido y decretado Dios al decidir la salvación de los hombres, mediante la Encarnación, Muerte y Resurrección de Jesucristo. María es elegida y preparada para que el Verbo eterno fuera Hombre y Redentor por el único sendero de su maternidad. El sentido de la fe asiste al pueblo cristiano en las manifestaciones de su honda religiosidad. Si se mantiene sumiso a la Palabra que la Iglesia le transmite mediante su Magisterio, María será la inspiración de su fidelidad a Cristo y de su misión evangelizadora, es decir, de su auténtica espiritualidad.+