Mons. Lozano: La tragedia de Cromañón "nos pasó a todos"

  • 30 de diciembre, 2018
  • San Juan
El arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Eduardo Lozano, aseguró que la tragedia de Cromañón, del 30 de diciembre de 2004 durante un recital de rock, permitió comprobar que "la corrupción mata", pero lamentó que aquella tragedia no haya sido suficiente para "abandonar la coima y el soborno". "Como sociedad hemos crecido, pero también reconocemos que pudimos haber desarrollado más la solidaridad", reflexionó.
"La muerte siempre duele. Y cuando golpea a los jóvenes nos pega de una manera particular". De este modo el arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Eduardo Lozano, inició su reflexión dedicada a la tragedia de Cromañón, en la que murieron 194 personas, en su mayoría jóvenes que asistían al recital del grupo Callejeros en un local nocturno del barrio porteño de Balvanera. El prelado aseguró que "el 30 de diciembre de 2004 la muerte enlutó a muchas familias, amigos, vecinos, compañeros de estudio y de trabajo", y citó párrafos de la homilía pronunciada por el entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Mario Bergoglio, al cumplirse el primer aniversario del siniestro. "Hace un año esta ciudad sufrió la bofetada de una tragedia. Hace un año ese camino de esperanza de tantas madres con sus hijos fue segado. (?) Esta ciudad vio segada la vida de 194 hijos jóvenes, que eran promesas, que eran futuro. Buenos Aires necesita llorar. Buenos Aires no ha llorado lo suficiente", recordó que dijo el hoy papa Francisco. El arzobispo sanjuanino explicó: "No lloró por aquellos a quienes no reconoce como hijos. Unos no los sentía como propios, otros tal vez le molestaban. Quizás había quienes le resultaban anónimos o desconocidos. Quién sabe si probablemente eran considerados como intrusos o colados en la fiesta". "Muchos, en cambio, sí sufrimos, lloramos, nos buscamos para una palabra de aliento o un gesto fraterno que hiciera más llevadera la desolación. Tomaron gravedad y un peso propio algunos poemas: ?cuando un amigo se va, queda un espacio vacío?? o ?te suplico que me avises, si me vienes a buscar??", agregó. "Nos peleamos con Dios, con la fe, con uno mismo. Y a la vez redescubrimos la fe, la oración, a Dios", reconoció, y añadió: "Experimentamos la incomprensión de quienes suponíamos cercanos y percibimos latir en coincidencia con extraños". El prelado se preguntó: ¿Es rara la vida? ¿O es que el roce de la muerte nos cambia la mirada, nos ubica desde otro punto de vista?" y destacó: "Hicimos nuevos amigos. Descubrimos otros sabores, otros aromas. El abrazo comunica consuelo. La mirada se vuelve muy decidora, como nunca habíamos imaginado". "También hubo cosas que cambiaron un poco. Normas que se sancionaron y tuvieron relativo cumplimiento. Los argentinos comprobamos nuevamente que la corrupción mata, pero eso no fue suficiente para abandonar la coima y el soborno". "Hubo reflexiones, talleres, escritos, obras de teatro muy importantes que sirvieron como homenaje, consuelo, memoria. Como sociedad hemos crecido, pero también reconocemos que pudimos haber desarrollado más la solidaridad", agregó. Monseñor Lozano consideró que "la comprensión de la situación emocional de los demás no es una virtud argentina", y lamentó: "Acostumbrados a estar cada cual en su mundo no tenemos la disponibilidad suficiente como para estar atentos a los demás". "El hombre es el único animal que cae dos veces en el mismo pozo. Si queremos algo distinto no podemos seguir haciendo lo mismo. En nuestra sociedad la vida vale poco, especialmente la de los demás. Y si son pobres, enfermos, ancianos, adictos? menos aún", concluyó.+