Mons. Olivera presidió una misa por Argentino del Valle Larrabure

  • 8 de junio, 2023
  • Buenos Aires (AICA)
"Que el ruido de su muerte, el ruido de su martirio, nos despierte a muchos para renovar la fe y vivirla sin retaceos hasta el fin", pidió durante la Eucaristía por el aniversario de su natalicio.

El delegado episcopal para las Causas de los Santos, monseñor Santiago Olivera, presidió el 6 de junio una misa por el 91° aniversario del natalicio del Siervo de Dios Argentino del Valle Larrabure en la parroquia Nuestra Señora de Luján Castrense, donde pidió que "el ruido de su muerte, el ruido de su martirio, nos despierte a muchos para renovar la fe y vivirla sin retaceos hasta el fin". 

La Eucaristía en memoria del coronel Larrabure, cuyo inicio de la causa de beatificación tiene el visto bueno del Vaticano, fue concelebrada por capellanes castrenses y contó con la participación de familiares y compañeros de promoción del militar secuestrado y asesinado en 1975.

En la homilía, el obispo castrense recordó que “hace poco más de un mes tuvimos la alegría de recibir desde la Santa Sede el nihil obsta, para que podamos iniciar la causa de Argentino del Valle Larrabure, llamándolo desde entonces Siervo de Dios".

"Este inicio, que sin lugar a dudas es un proceso que no sabemos cuánto tiempo puede llevar, pero que ya en sí mismo es una riqueza para nosotros como argentinos y también en particular como Iglesia castrense, de reconocer algunos de nuestros hombres, podemos decir hoy, hombres y mujeres, viven el Evangelio”, destacó.

“Quienes conocemos la vida de Argentino del Valle Larrabure, hemos podido entender que la primera lectura de San Juan y también este Evangelio, uno puede decir que ha hecho carne al gran desafío siempre de los cristianos”, sostuvo, y agregó: “Siempre recuerdo con gozo aquellas palabras de San Juan Pablo II, al inicio del nuevo milenio que nos decía: 'la vida del otro es un don para mí', ciertamente la vida del coronel es un don para cada uno de nosotros".

Monseñor Olivera dio gracias por "su vida ofrecida, por su entrega y su testimonio. Damos gracias porque hoy podemos llamar como decía al coronel Argentino del Valle Larrabure, Siervo de Dios. Nos llena de alegría como Iglesia castrense celebrar la vida como don de Dios, de este hombre de nuestra Patria y Ejército, junto a su familia de sangre, a nuestro pueblo y en ellos, a muchos hombres y mujeres de las fuerzas que tienen y tendrán en Larrabure un buen norte a seguir".

"La Palabra de Dios que hemos escuchado nos pone de un modo contundente el horizonte de cómo debemos amar, el modo de amar y a quién, debemos amar. El Amor de Dios, el Amor de Jesús, no tiene límites ni ama sólo a los amigos, el Amor de Jesús es un amor hasta el extremo y en ese amor no excluye a nadie”, indicó.

Asimismo, expresó: “Estoy convencido que los hombres de Dios iluminan su ambiente y su realidad. Los santos, son faros en tiempos de oscuridad. Hombres y mujeres de Dios que, por ser bautizados, tuvieron el desafío de plasmar en sus vidas el Evangelio siendo luz, sal y levadura". 

"Argentino del Valle Larrabure, vivió en un tiempo bien difícil de nuestra historia nacional. Historia que a veces se quiere parcializar o silenciar, y dentro de esta historia y de nuestra casi siempre frágil y débil democracia argentina, en agosto de 1974 fue secuestrado y asesinado, pero él bien supo no dejarse enredar por sentimientos de enfrentamientos ni de odios, de violencia y revancha para encarnar las verdades aprendidas y vividas del Evangelio. Supo de fidelidad a sus convicciones y de su amor a la Patria hasta el extremo”, sostuvo.

Monseñor Olivera afirmó que “el coronel Argentino del Valle, nos invita a seguir su ejemplo humildemente y amar siempre a todos, aún a costa del sacrificio de la propia vida. Larrabure ha pasado de la muerte a la vida".

“¡Cómo no recordar aquellas palabras del 22 de octubre de 1974 que frente al dolor invitaba al perdón y a vivir sin odios ni rencores: 'A mis hijos y ahijado especialmente, que no olviden mi mensaje: ¡Aún suceda lo peor, no deben odiar a nadie y devolver la bofetada poniendo la otra mejilla', sin duda esto es, Evangelio puro!", subrayó.

Por último, el obispo castrense repitió las palabras conmovedoras del coronel: “Quiero morir como el quebracho que no entrega su figura de árbol rudo sin exigir el esfuerzo del hachero en prolongadas transpiraciones. Quiero morir como el quebracho, que al caer hace un ruido que es un alarido que estremece la tranquilidad del monte. Quiero morir de pie, invocando a Dios en mi familia, a la Patria en mi Ejército… que mi vida cese como la serena llama de una vela que se extingue…”.+