Rompieron una centenaria puerta del Sagrado Corazón de Barracas para robar
- 18 de diciembre, 2023
- Buenos Aires (AICA)
En la noche del sábado 16 de diciembre, desconocidos rompieron vidrios y dañaron una de las puertas de entrada. Fueron sustraídos 4 ventiladores de pie, quedando indemnes los objetos litúrgicos.
La tradicional basílica del Sagrado Corazón de Jesús, ubicada en la intersección de las avenidas Vélez Sarsfield e Iriarte, en el barrio porteño de Barracas, sufrió un robo nocturno el sábado 16 de diciembre.
Los asaltantes rompieron el vidrio de una gran puerta de rejas para entrar al nártex y, una vez allí, desgajaron parcialmente una antigua puerta de madera para poder ingresar al templo, de imponentes dimensiones y gran belleza arquitectónica .
Las cámaras de seguridad registraron las 23.30 del sábado 16 como hora del robo. Como consecuencia, desaparecieron del templo cuatro ventiladores de pie. Afortunadamente, no fueron dañados ni robados vasos sagrados ni otros objetos litúrgicos, como tampoco adornos u otros elementos de esa iglesia, inaugurada en 1908 y construida con materiales traídos en su mayoría de Francia.
El escaso espacio abierto en la puerta de rejas al romper el vidrio de la entrada, indica que solamente una persona muy delgada o un jovencito pudo haber entrado por allí.
La iglesia está a cargo de la congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón, conocidos también como padres betharramitas o bayoneses.
Durante la misa del tercer domingo de Adviento (el 17 de diciembre), el párroco, padre Sebastián García, anunció a la feligresía acerca del robo que se había padecido la noche anterior y lamentó el daño que sufrió la centenaria puerta. Después de concluir la misa, el sacerdote administró el sacramento del Bautismo a varias criaturas, ante la presencia de sus padres, padrinos y demás familiares.
La Basílica del Sagrado Corazón fue la primera obra de consideración en erigirse en un barrio al que ese templo vio crecer en edificios y en tránsito, como si una porción del arte religioso europeo se hubiese trasladado, a principios del siglo XX, hasta una zona pantanosa de Buenos Aires.
La comunidad y el colegio parroquial llevan adelante numerosas obras de apostolado y de caridad. Se destacan la misión de “las duchas para los sin techo” -un proyecto de la parroquia con la Asociación Miserando-, la cátedra del Diálogo y la Cultura del Encuentro, y Comunidades del Sur.
Las “Duchas del Sagrado” funcionan los martes por la tarde y los sábados por la mañana. La gente en situación de calle o en contextos de vulnerabilidad social se acerca a la parroquia, donde se le brinda la posibilidad de contención, aseo, desayuno, ropa en buen estado, trámites de acceso a la justicia, bolsa de trabajo y el almuerzo.
En los perfiles de redes sociales de la parroquia, en Facebook o Instagram, se puede conocer y colaborar con las actividades que se realizan.
Una joya arquitectónica europea en Barracas
En el templo, sobreviven joyas arquitectónicas y decorativas. En la madera de roble de muchos de los 165 bancos, todavía se puede ver el número asignado por el carpintero que hace cien años los envió, desarmados, desde Francia. La mano de los artistas franceses también está en las imágenes religiosas, en los magníficos rosetones de 8,50 metros de diámetro y en los 34 vitrales que engalanan el templo del Sagrado Corazón, sin duda uno de los más bellos de Buenos Aires.
En un barrio que hace cien años no era más que un pantano lleno de ranas, el terrateniente y ganadero Leonardo Pereyra levantó un templo. En él, hoy todo, o casi todo, ostenta la virtud de la supervivencia: las puertas, los apliques de luz, los pisos, los altares, el órgano (mecánico), los confesionarios, las escaleras.
El templo de Barracas fue construido por el ingeniero Rómulo Ayerza, y conserva joyas arquitectónicas de estilo neorrománico con detalles góticos. Entre éstos se impone el templete -o ciborio- del altar. En total, hay siete altares de piedra de Angulema o mármol francés.
Como gran parte de las obras de arte religioso y del mobiliario conservado en el templo, el órgano mayor -un Mutin Cavaillé-Coll- fue traído de Francia, y aún hoy es muy apreciado por los organistas de la Ciudad.
Las imágenes religiosas, propias de fines del siglo XIX, son de amalgama metálica hueca, cubierta con una mezcla plástica especial y pintadas en vistosos colores. La construcción de este templo fue, en su momento, considerada una excentricidad y, luego de un siglo, sigue impresionando por su tamaño y austera belleza.+