Sábado 27 de abril de 2024

Mons. García llamó a levantar 'una patria tan lastimada' buscando el bien común

  • 20 de enero, 2024
  • San Justo (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de San Justo presidió una "Misa por la Unidad Nacional" en la catedral local, donde llamó a una nueva praxis del diálogo político y pidió "no descuidar el sentido social del gasto público".
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El obispo de San Justo, monseñor Eduardo García, presidió una Misa por la Unidad Nacional en la catedral de los Santos Justo y Pastor, donde pidió tener presentes los recientes hechos de violencia en barrios populares matanceros, “frutos de la violencia narco y del aprovechamiento de algunos”.

“Muchas veces, preocupados en nuestras ideas, se nos escapa la liebre de lo que ocasiona la ausencia de una búsqueda común y en unidad para nuestra patria y para todos los que viven en ella”, advirtió en la homilía

Tras recordar los conflictos que dejaron “una huella profunda en el tejido social y político de nuestra nación y, en nuestra mentalidad, criterios de juicio y modos de afrontar el presente”, consideró que “esos enfrentamientos han sido capítulos cruciales en la búsqueda de nuestra identidad nacional”.

“Es claro que nuestros conflictos internos han influenciado de manera profunda en la construcción de la identidad argentina y nuestra visión de la patria, nuestras creencias y valores, así como nuestra percepción de la justicia y de la participación ciudadana”, sostuvo.

Y enumeró:

  • A los golpes, descubrimos que la tolerancia y el respeto por la pluralidad de perspectivas son esenciales para la convivencia en una nación caracterizada por diferentes corrientes políticas, sociales y culturales, aunque nos cueste llevarlo a la práctica
  • La lucha contra la opresión y las injusticias ha impulsado una conciencia social profunda, y ha llevado a un firme compromiso con la búsqueda de la verdad y la justicia.
  • Los períodos de autoritarismo han consolidado la valoración de la democracia como un sistema esencial, como así también han contribuido a la preservación de las instituciones democráticas.
  • La dolorosa experiencia de violaciones a los derechos humanos ha generado un compromiso duradero por la defensa de estos derechos.

Monseñor García afirmó, que “a pesar de estos logros, hay cicatrices bajo la piel que han dejado heridas difíciles de curar”, y detalló al respecto:

  • Los enfrentamientos políticos han contribuido a la polarización de la sociedad, generando divisiones profundas que dificultan el diálogo constructivo.
  • Los periodos de violencia política han dejado marcas traumáticas en la mente colectiva, afectando la percepción de estabilidad y seguridad.
  • La desconfianza en las instituciones, la fluctuación económica, el desencanto político y los ciclos de inestabilidad han impactado en la mentalidad argentina, generando incertidumbre y afectando la planificación a largo plazo y la mirada esperanzada.
  • La corrupción visible y desfachatada en muchos ámbitos ha creado la mentalidad del aprovechamiento, menoscabando la conciencia moral de nuestras acciones.

“Es a partir de esa experiencia histórica —con sus honrosas excepciones— que surge hoy una certeza: la promoción del amor entre los hombres siempre ha sido mejor que la instauración del rencor y del odio”, diferenció.

El obispo matancero consideró que, en “estas horas tan duras”, es necesario “recuperar una actitud de esperanza, que surge de tener fe en nuestra misión individual y colectiva”.

“Debemos recuperar el valor profundo de nuestra fe en Dios, como fuente de toda razón y Justicia, y el amor efectivo, real y comprometido a nuestros hermanos”, agregó.

“Se hace indispensable volver nuestra vista hacia Dios, para vernos a nosotros mismos y encontrar allí la experiencia del amor que sepa oponerse al rencor. Un amor que se nutre del conocimiento de nosotros mismos y de la comprensión de nuestros hermanos”, subrayó.

E invitó a buscar allí “la posibilidad de forjar una comunidad de hermanos, en la que cada uno pueda realizarse, dentro de una comunidad que también se realiza. Desde esta perspectiva, nuestro proyecto se acercará cada vez mas al proyecto de Dios”.

"Levantar una patria tan lastimada"
“Todos buscamos la unidad en nuestra nación, pero esto puede quedar en palabras o en ilusiones si no hacemos el esfuerzo de sanar desde adentro las heridas, no de forma vindicativa, sino para levantar una patria tan lastimada”, aseveró el diocesano.

Monseñor García estimó necesario “volver a dar los primeros pasos en la vida de una sociedad sana”, y alertó: “Sin claridad inicial, podemos quedarnos enmarañados en un shopping de opciones, queriendo bailar una historia sin la música de fondo”.

“Pareciera que, en todas las reivindicaciones de derechos, programaciones mesiánicas y soluciones cortoplacistas, falta la expresión madre que genera el sentimiento bueno y la búsqueda genuina: ‘bien común’”.

“El bien común no es la caótica suma de los intereses individuales, ni tampoco el bien del Estado por encima de los derechos de las personas. Es, más bien, el conjunto de condiciones que permiten el desarrollo pleno de todos los ciudadanos en todos los ámbitos de la vida”, recordó, y profundizó en ese sentido, citando un texto episcopal de 1976: “El bien común es el fundamento de la sociedad. Es el principio que justifica la existencia del Estado y que guía su acción”.

El obispo lamentó que el bien común no siempre haya coincidido con el bien del Estado, generando “dificultades, polémicas y conflictos”, y planteó: “El Estado no debe fijar el bien de la comunidad, sino reconocerlo y servirlo. Esta afirmación, tan simple en su enunciado conceptual, es difícil de realizar”.

Tras profundizar la idea de bien común, aseguró: “En el corazón de la unidad nacional se encuentra la comprensión de que la diversidad no es una debilidad, sino una riqueza”.

“Los sectarismos —provengan de la ideología que provengan— nos llevan inexorablemente a la negación de la libertad. Las diferencias son constructivas cuando son permeables, cuando permiten, de manera sincera y honesta, construir en conjunto un acercamiento hacia la verdad”, señaló, y añadió: “La coexistencia pacífica y la búsqueda de consenso son una condición sine qua non para orientar nuestro accionar actual”. 

Una nueva mirada y un nuevo corazón
Monseñor García insistió en que se necesita “sustituir la agresión al que piensa distinto para dar cabida al paradigma de la comprensión”, y puntualizó: “El estandarte actual debe ser la idea, y no la descalificación o el ignorar deliberadamente al otro”.

“El desafío de esta época que nos toca vivir es aportar lo mejor que tenemos, para que sea bien de todos, y tomar lo mejor del otro para ir construyendo una identificación superadora, que trascienda una idea o un partido político, para anclarse en el concepto de una Argentina abarcadora y contenedora de todos sus habitantes”, aseveró.

“Ante todo, debemos actuar con sinceridad y, para ello, debemos realizar una profunda autocrítica y esclarecer muy bien nuestro pensamiento, para que nuestros aportes sean el producto de un análisis sincero y contribuyan así a un eficaz diálogo. ¿Qué tal si alguna vez tratamos de luchar por nuestras ideas, más que por nuestras ambiciones personales o de círculo?”, propuso, y sugirió: “Tratemos por todos los medios de ser capaces de escuchar al otro y de intentar comprenderlo, poniéndonos en su lugar”.

El prelado invitó a buscar, “con esta nueva praxis, imponer un nuevo método en la política, que surja de la confrontación leal y pacífica de las distintas ideas”, y sostuvo: “De esta manera, podremos ahondar en las coincidencias que nos permitan construir las sólidas columnas que requiere la edificación de nuestra Nación, o la intolerancia nos llevará a la esterilización y a la inacción, que no es otra cosa que el camino directo hacia una nueva frustración”.

La opción de “los extremos”
Monseñor García advirtió que “la otra opción posible es aquella que hemos venido probando desde hace mucho tiempo en nuestra historia: la de caer en el falso encanto que generan ‘los extremos’, porque, cuando nos posicionamos en ellos, la vida y las decisiones son más fáciles, porque todo se reduce a blanco o negro y sólo se existe a partir del enfrentamiento. Enfrentamiento que nos aleja de cualquier posibilidad de construcción conjunta y nos lleva a vivir permanentemente al borde del abismo”.

“El todo es superior a la parte y la unidad prevalece sobre el conflicto”, enunció, citando al Papa Francisco, y completó: “La mejor manera de reducir esta situación es con la búsqueda de una armonía abarcadora y superadora de ambos caminos. Es un desafío difícil, pero no imposible. Quizás todo se reduce en dar un primer paso, orientado claramente en ese sentido”.

Asimismo, llamó a los hombres y mujeres de fe a reflexionar sobre “nuestro accionar para superar el egoísmo como factor de progreso y desarrollo, tanto material como científico, y suplantarlo por el sentido de la cooperación y la solidaridad cristiana, que brotan de la búsqueda del bien común”.

No descuidar el sentido social
En la coyuntura económica actual, el obispo planteó: “Cuidemos que el afán por equilibrar el déficit no nos lleve a descuidar el sentido social del gasto público, a olvidar la promoción del buen crédito para las empresas con la finalidad de que puedan generar, además de su lógica renta, la creación de trabajo genuino, y tampoco debemos descuidar el salario real del trabajador”. 

“Nuestros dirigentes políticos deben saber que la calidad de sus liderazgos va a calificarse por la capacidad de oponerse a los círculos de intereses mezquinos. Deberán enfrentar a esas élites con gran capacidad intelectual y política, y con una tenaz e inquebrantable voluntad de servicio al país y a su comunidad en la búsqueda del bien común”, puntualizó.

Monseñor García invitó a no pasar por alto las palabras de Francisco en Evangelii gaudium, que iluminan en esta búsqueda de la unidad nacional: "Ser ciudadano fiel es una virtud y la participación en la vida política es una obligación moral. Pero convertirse en pueblo es todavía más, y requiere un proceso constante, en el cual cada nueva generación se ve involucrada. Es un trabajo lento y arduo que exige querer integrarse y aprender a hacerlo, hasta desarrollar una cultura del encuentro en una pluriforme armonía".

“Dios ha sido muy generoso con nuestra Patria, dotándonos de gran cantidad de recursos; está en nosotros, los argentinos, ocuparnos de administrar y concretar esas riquezas en un claro sentido orientado hacia el bien común. La unidad nacional debe ser el motor que nos impulse en la concreción de nuestro destino, como individuos y como comunidad”, concluyó.+