Sábado 27 de abril de 2024

Celebración por el día de la vida consagrada en San Isidro

  • 11 de septiembre, 2023
  • San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
En su homilía, monseñor Oscar Ojea instó a los religiosos a ser fieles en la entrega al servicio de los hermanos según cada carisma, y los alentó: "Que nuestra consagración sea cada día más honda".
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En la fiesta de la Natividad de la Virgen María, día de la Vida Consagrada, el obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, presidió la misa de acción de gracias en la catedral de San Isidro.

Allí, las personas consagradas de la diócesis renovaron su consagración en el seguimiento de Cristo y en la misión de la Iglesia.

En su homilía, el prelado destacó la figura de la Virgen María, “modelo de toda consagración, amada por Dios de tal manera que el Señor quiso preservarla de todo pecado; el Señor la miró desde toda la eternidad; nosotros podríamos decir que Dios se enamoró de la belleza interior de la Virgen, se enamoró de su humildad".

Además, señaló que "la Virgen, con su inocencia, contagia, irradia, ese amor a Dios que está presente en la consagración”. A su vez, indicó que el primer irradiado por ese amor es san José, quien "nos enseña a abrazar la vida tal como viene, con grandeza, ternura y carisma".

"Cada una y cada uno de ustedes tiene un carisma, el carisma de su fundador/fundadora, y de alguna manera, en la vida religiosa tenemos que ser fieles a esa diversidad que tiene la Iglesia Católica y que es maravillosa, y que nos permite ver en nuestra diócesis distintos carismas, desparramados en distintos lugares, y que a todos nos hacen tanto bien" expresó.

Finalizando su homilía, el obispo invitó a los presentes a pedir a María y a José "que nuestra consagración sea cada día más honda, más verdadera y más entregada al servicio de los hermanos y hermanas según el carisma en el que hemos sido consagrados".

En el cierre de la celebración, organizada por el equipo de Vida Consagrada diocesano, monseñor Ojea bendijo unas botellas de agua con la leyenda "Dame de beber", simbolizando el espíritu de servicio y generosidad que caracteriza a la vida religiosa.+