"Nosotros no somos propiedad de nadie más que de Dios; no somos propiedad de la política, ni propiedad de la familia; nosotros no tenemos otra propiedad que Dios", recordó el obispo de San Isidro.
El presidente del Episcopado hizo un paralelismo entre el Concilio Vaticano II, la convocatoria al diálogo de san Pablo VI y lo que está ocurriendo en la asamblea sinodal en desarrollo.
El presidente del Episcopado animó a rezar por la asamblea sinodal, para que "podamos ir formando entre nosotros una Iglesia samaritana, una Iglesia servidora, una Iglesia pobre para los pobres".
El obispo de San Isidro reflexionó sobre la parábola del propietario de la viña, a la que consideró "una invitación a convertir el corazón y a buscar incluir a todos". Invitó a rezar por el Sínodo.