Corpus Christi y Jubileo de las parroquias

CARRARA, Gustavo Oscar - Homilías - homilía de monseñor Gustavo Carrara, arzobispo de La Plata, en la solemnidad del Corpus Christi y Jubileo de las parroquias (21 de junio de 2025)

Hoy unimos a la celebración de la solemnidad de Corpus Christi, la celebración del Jubileo de las Parroquias de la Arquidiócesis de La Plata. Y lo hacemos bajo la consigna: "Peregrinos de la esperanza, en Cristo somos uno".

Peregrinos de la esperanza es el lema del jubileo que convocó Francisco y que estamos celebrando, y en Cristo somos unohace referencia al lema episcopal del Papa León XIV.

Hoy Jesús eucaristía salió a nuestro encuentro, al encuentro de nuestra ciudad, se expuso a nuestra mirada, y con fe lo adoramos. Y como pueblo de Dios hicimos la procesión de Corpus Christi, fuimos detrás del Cuerpo eucarístico de Jesús Resucitado. Así confesamos mientras caminamos que: ¡Vive Cristo nuestra esperanza!

En la procesión volvimos a afirmar nuestra identidad como Iglesia pueblo Dios en camino, caminamos juntos y también anunciamos juntos. Es que todo el pueblo de Dios anuncia el evangelio: cada bautizado está llamado a compartir la alegría de creer en Jesús. Y por eso afirmamos "Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo." (DA 29)

Todos podemos ser misioneros de alguna manera, aunque nos sabemos frágiles y pecadores. Y precisamente "La Eucaristía, si bien constituye la plenitud de la vida sacramental, no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles." (EG 47).

El Señor se queda realmente presente bajo la humilde apariencia del pan. Pequeño y frágil, Dios se hace alimento de su criatura. De esta manera Él prefiere no ser reconocido, hasta rechazado, en lugar de ser temido. "En la Eucaristía, Jesús no da 'algo' sino a sí mismo; ofrece su cuerpo y derrama su sangre." (SC 7) Y así, se pone en nuestras manos, para que nosotros confiadamente nos pongamos en sus manos.

En el evangelio de hoy vemos que una multitud camina buscando a Jesús, muchos de ellos para hacerse sanar de sus enfermedades, son peregrinos de la esperanza. Es un pueblo frágil que busca al Señor. Y Jesús se deja encontrar por esa multitud que pone su esperanza en Él, pasa mucho tiempo con ella, y levanta en ese lugar un hospital de campaña, su medicina es la misericordia.

Luego tiene la delicadeza de no despedirlos sin antes darles de comer. Para eso Jesús alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre los panes y los partió. No es un truco de magia, sino la revelación de la misión que el Padre le confió, la misión de ser un pan partido y repartido entre todos aquellos que hambreamos y buscamos un sentido a nuestra vida.

El apóstol Pablo nos recordaba lo que el mismo recibió como testimonio: "Que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía". Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él". Es así que el partir el pan eucarístico es inseparable del amor de Jesús, que llega hasta el extremo de dar la vida en la cruz.

Desde aquella última cena, la eucaristía es ese milagro de amor que acorta las distancias, y que hace a Jesús realmente presente, para que nos alimentemos de Él, y para que lo adoremos.

En muchos lugares de nuestra arquidiócesis hay adoración eucarística. Es realmente una bendición, una gracia, pero es importante alejar algunas tentaciones que pueden aparecer. No adoramos para "cumplir" y quedar bien con nuestra conciencia, o para gozar de una armonía interior meramente estética, sino que lo hacemos para buscar y hallar la voluntad de Dios. Adoramos a Jesús en la eucaristía para sintonizar con sus sentimientos, con sus opciones, y recibir su invitación a estar al servicio de su misión. La adoración eucarística tiene así una dimensión apostólica, una dimensión misionera.

Como parroquias, como Iglesia entre las casas de los vecinos, como comunidad de comunidades, hoy en la procesión de Corpus Christi confesamos que en Cristo somos uno. Y así el amor de Cristo se hizo presente en las calles de la ciudad. De algún modo se representó una parábola de lo que como cristianos deberíamos procurar que ocurra en la vida cotidiana, en los lugares donde transcurre nuestra vida.

Es decir, si celebramos la Eucaristía, si en el templo celebramos el Amor, en la calle, en nuestra sociedad, el amor tiene que hacerse carne, visible, tocable. No podemos dejarlo encerrado en el templo. Miremos a los santos, ellos nos indican el camino: "¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de San Francisco de Asís y de Santa Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe -que nunca es cómoda e individualista- siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra" (EG 183) De alguna manera habla de cómo celebramos la Eucaristía, si dejamos que ésta escape del templo o no. Dicho de otro modo, la manera en que vivimos concretamente el mandamiento nuevo del amor, habla de cómo celebramos la Eucaristía.

Dios quiera que algún día podamos decir con convicción como San Alberto Hurtado: "¡Mi misa es mi vida y mi vida es una misa prolongada!". (DA 191)

Una celebración como la de hoy amerita pedir al Señor gracias especiales, les pido que me acompañen rezando por las vocaciones:

Oración por las vocaciones

Jesús
Que sientes compasión al ver la multitud como ovejas sin pastor
Suscita en nuestra Iglesia de la Arquidiócesis de La Plata
una nueva primavera de vocaciones.

Te pedimos que nos envíes
Sacerdotes según tu corazón que nos alimenten con el Pan de tu Palabra
y en la mesa de tu Cuerpo y de tu Sangre;

Consagradas y Consagrados que por su santidad
sean testigos de tu Reino;

Laicas y Laicos que en medio del mundo
den testimonio de ti con su vida y con su palabra.

Buen Pastor,
fortalece a los que elegiste
y ayúdalos a crecer en amor y santidad
para que respondan plenamente a tu llamado.

María Madre de las vocaciones
ruega por nosotros. Amén.

Mons. Gustavo Carrara. arzobispo de La Plata.
21 de junio de 2025.