Corpus Christi

BITAR, Damián Santiago - Homilías - Homilía de monseñor Damián Santiago Bitar, obispo de Oberá, en la solemnidad del Corpus Christi (22 de junio de 2025)

En el Corazón Eucarístico de Jesús depositamos nuestras intenciones, súplicas y anhelos. Le encomendamos nuestras familias, la ciudad y las colonias; la patria y nuestra oración sentida por la paz en el mundo, mientras le rogamos nos conceda los mismos sentimientos de su Corazón para poder ser instrumentos de unidad y de paz...porque la paz y la guerra -como bien lo expresó el Papa León- comienzan en nuestra mirada, en nuestras palabras y en nuestras acciones... pequeñas o grandes.

En la Sagrada Escritura muchas veces encontramos la imagen del banquete. Porque desde muy antiguo siempre se ha visto en la comida algo sagrado, un medio de relacionarse con Dios y a la vez algo profundamente humano. La mesa es signo de cercanía, de amistad y de comunión.

Lo admirable es que Cristo ha llevado este signo a una altura única. ¡El mismo es esa comida! Así lo dice: ¡Yo soy el Pan de vida! El que viene a mí, jamás tendrá hambre; el que cree en mí, jamás tendrá sed.

Por tanto, para tomar mayor conciencia de este don, que es el verdadero tesoro de la Iglesia, recordemos algunas verdades de la Eucaristía:

1. La Eucaristía es la presencia permanente y real de Jesús entre sus seres queridos: Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin de los tiempos. Esta promesa de Jesús se cumple sobre todo en la Eucaristía. (Por eso la Misa es "audiencia" con el Señor, es el "cielo en la tierra" ...San Juan Pablo II).

2. La Eucaristía es el sacrificio perpetuo de Cristo a favor nuestro. Esto es mi cuerpo y esta es mi sangre, entregados por ustedes y por todos los hombres. Esto ocurrió en la cruz y sigue ocurriendo en el altar cada vez que se celebra la Misa... ¡Qué gesto del Señor!: no quiso volver al Padre sin dejar la manera de que nosotros participemos de su sacrificio redentor como si hubiéramos estado presente en el Calvario (San Juan Pablo II). (Por eso la Misa no es un espectáculo, o un evento social, o un entretenimiento).

3. La Eucaristía -hoy prefigurada en el signo de la multiplicación de los panes- es el máximo alimento de nuestra vida espiritual. Jesús lo aseguró: el que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. ¡Esto nos sorprende y nos sobrepasa! pero ¡así es! Después que Jesús dijo: esto es mi cuerpo, tomen y coman, nos alimentamos con el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús. Más aún, es el alimento sublime porque es el fármaco de la inmortalidad, el antídoto contra la muerte. El que come de este pan vivirá eternamente. Por ese motivo aquellos cristianos africanos detenidos por reunirse a celebrar la Misa, respondieron en el juicio que los llevó al martirio: sin lo Eucaristía, sin el domingo no podemos vivir. La tenían clara: no ponían la Misa al nivel de un partido, de una pesca o de una novela...

Por otra parte, el Evangelio de san Lucas que hemos proclamado, menciona dos gestos del Señor: Jesús habló a la multitud acerca del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser sanados... Estos gestos son una invitación del Señor que nos hace cada vez que celebramos la Misa.

1. Dejarnos hablar, enseñar por Jesús: el no vino a imponer una ideología... Pero es claro cuando afirma: Yo soy la Verdad, yo soy la Luz del mundo. ¡Miren que privilegio!, a nosotros nos llama amigos, porque todo lo que escuchó del Padre nos lo dio conocer. Por tanto, su palabra no es una opinión más entre tantas... Dejarnos enseñar por él para edificar la casa, la vida sobre roca...Dejarnos enseñar por él para ser peregrinos de esperanza y no vagabundos sin rumbo... ¡Quien lo escucha y lo sigue no se equivoca!

2. Dejarnos sanar por Jesús: ¡Que gestos del Señor en la escena de la multiplicación de los panes!... su cercanía, su compasión y su ternura ¡Cuánta necesidad tenemos de ser sanados por su misericordia! ¡Cuánta heridas y enfermedades que nos lastiman! Dejarnos sanar, no con fórmulas mágicas, sino inclinando el corazón sobre el Corazón Vivo de Jesús Eucaristía, como lo hizo Juan en la última cena... Vengan a mi todos, especialmente los afligidos y agobiados... ¡La Eucaristía no es premio, es remedio para nuestras heridas!

Una reflexión final. Tengamos presente el doble pedido de Jesús: Hagan esto en memoria mía...Denles de comer ustedes mismos. El entrega su cuerpo, derrama su sangre, se ofrece totalmente por nosotros... ¡No se guardó nada! y pide que lo imitemos: Hagan esto. No es simplemente la repetición de un "rito", sino hacer realidad en la vida cotidiana el significado último de este rito: entregarnos, hacer de la vida una ofrenda, un don, en favor de los demás, perderla para ganarla dirá el Señor...Es la misa de cada día que se celebra en el trabajo cotidiano realizado con dignidad y honestidad, en el hogar, en la chacra y en la escuela...en cada lugar donde vivimos y trabajamos procurando servir, amar, cuidar, construir y custodiar...

Hagan esto en memoria mía. Denles de comer ustedes mismos...

Al renovar hoy nuestra fe en la presencia real de Jesús en la Eucaristía, no separemos lo que el Señor ha unido porque si falta la fraternidad queda trunca la Eucaristía.

Comulgar con Cristo, implica comulgar con los hermanos. Un solo pan para ser un solo cuerpo.

Gradas Señor, por este misterio de amor, único, entrañable, fiel, sanador. Gracias por ser don, alimento, perdón, unidad indivisible, pan saciante por lo que vale la pena vivir y morir, ser en ti, darse a los demás y así decir: Tu pan es como el amor, cuanto más se da, más abundará. Así sea.

Mons. Damián Santiago Bitar, obispo de Oberá