"Con la Virgen peregrinamos al Jubileo diocesano"
TISSERA, Carlos José - Homilías - Homilía de monseñor Carlos José Tissera, obispo de Quilmes, en la 47ª Peregrinación diocesana a Luján (Domingo 14 de septiembre de 2025)
Hermanas y hermanos:
Gracias a Dios una vez más nos juntamos en Luján quienes caminamos en la Iglesia diocesana de Quilmes, esta vez convocados con el lema: «Con la Virgen peregrinamos al Jubileo diocesano».
El próximo viernes 19 de septiembre se cumplen los 49 años del inicio de nuestra querida Diócesis de Quilmes, conmemorando a su vez los 49 años de la Ordenación de que es nuestro primer pastor, el Siervo de Dios Padre Obispo Jorge Novak.
Por esta razón, comenzaremos ese día el Jubileo “Bodas de oro” de la diócesis de Quilmes. Estamos todos convocados para participar ese día de la celebración de la Misa inaugural del Jubileo, en nuestra Catedral, a las 19 horas. Septiembre es un mes memorable para Quilmes, Florencio Varela y Berazategui. En Septiembre palpamos las raíces genuinas de nuestro ser como Iglesia particular, que brilla con luz propia dentro de las 3.172 jurisdicciones eclesiásticas en todo el mundo.
Les anuncio hoy, que he formado la comisión preparatoria para el tercer sínodo diocesano, presidida por el Padre Obispo Eduardo Redondo, auxiliar de Quilmes. A la brevedad, se darán a conocer los nombres de las personas que la integran.
También se ha creado el calendario del camino del tercer sínodo. El mismo deberemos tenerlo en cuenta en los 5 Decanatos. Todas las parroquias, comunidades religiosas, instituciones católicas y movimientos apostólicos, deberán respetar el CALENDARIO DEL SÍNODO cuando diseñen sus calendarios y programen sus actividades para el próximo año 2026.
Se dará a conocer también el reglamento que regirá la realización del Tercer sínodo diocesano.
«Con la Virgen peregrinamos al jubileo diocesano»
Este año queremos peregrinar acompañados por integrantes de la Vida Consagrada. Celebramos juntos su jubileo, que a nivel nacional lo han hecho la semana pasada. Que la Virgen Madre cuide a todas las personas consagradas de la Diócesis. Las saludamos con este fuerte aplauso.
Hoy, con todos los cristianos del mundo celebramos la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Es la fiesta patronal secundaria de la diócesis de Quilmes.
Por eso queremos decir juntos: “Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
Hemos escuchado en el Evangelio según san Juan: “De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna”.
El destino de Jesús es “ser levantado en alto”, glorificado en la cruz, para que todos lo vean, y todos sepan hasta qué punto ha llegado su amor. Desde la cruz, Él derrama vida para todos, vida en abundancia; y los que la acogen van a tener, ya en este tiempo presente, una vida que no puede ser destruida.
Es por eso que aclamamos diciendo: “Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
La “gloria” de la cruz es el revés de la “gloria” del poder de este mundo. Para explicar todo esto a Nicodemo, un importante abogado judío, Jesús recuerda algo parecido que se encuentra en el libro de los Números; ha sido la primera lectura de este domingo. En el desierto, el pueblo de Israel pasó por grandes pruebas por su falta de fe, por sus conflictos y rebeldías. Una fue la plaga de serpientes venenosas que mordían a la gente, causando la muerte. Moisés, por sugerencia de Dios, levantó en un poste una serpiente de bronce. Si uno era mordido y levantaba los ojos a esa serpiente de bronce, quedaba sanado. De modo parecido, la humanidad mordida por la serpiente antigua, la que tentó a nuestros primeros padres en los orígenes, puede encontrar la salvación y la vida mirando a Jesús, levantado en la Cruz. Él es manifestación del amor de Dios, porque “Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único”.
Por eso, con fe y alegría decimos: “Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
Esta es la fuente de la verdadera alegría. Es la gran noticia: Dios ama al mundo, con toda su grandeza y con toda su miseria. Por amor, entregó a su propio Hijo para enseñar a la humanidad el camino del amor y de una vida que ni la muerte puede destruir: “para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga la vida eterna”. Un amor ofrecido a todos, todos, todos, sin excepción.
Hace falta levantar la mirada hacia Él, quitando los ojos de las cosas que hacen arrastrar al ser humano en el suelo, sujeto a las mordeduras de la serpiente venenosa. Dios mismo se ofrece en su Hijo Jesús, para acoger todo el sufrimiento y toda miseria humana, para que nadie se sienta solo, en ningún momento de la vida. Ninguno de nosotros es inocente, por supuesto. Pero Jesús no ha venido para juzgar, para condenar. No es el juez al modo como lo imaginaba Juan Bautista. La salvación es gratuita y ofrecida a todos. Él es la luz que brilla en las tinieblas. En nosotros está que decidamos caminar en la luz, o elijamos el camino de las tinieblas.
Seguir a Cristo luz, la luz que es la vida. Es la verdadera vocación de la humanidad. Eso ha sido simbolizado en el rito de la luz, en el día de nuestro Bautismo, cuando recibimos de la Iglesia, por medio de nuestros padrinos, la vela encendida, diciéndonos: “Recibe la luz de Cristo”.
Jesús cumple la profecía de Isaías que dice: “Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas” (Is. 42, 6-7)
Porque somos hijos de la luz, y no de las tinieblas, elevamos nuestros ojos, y contemplando a Cristo en la Cruz, decimos: “Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
Jesús también hoy nos dice, como a sus discípulos misioneros: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mt. 16, 24)
Por eso mismo, siguiendo a Cristo, luz de los pueblos, los discípulos misioneros de Cristo llegaremos a ser un reflejo de su luz, como lo proclamaba también el profeta Isaías: “compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: «¡Aquí estoy!». Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía” (Is. 58, 7-10)
La Colecta Nacional Más por Menos es una expresión de ese amor fraterno. Es una luz de esperanza en estos momentos oscuros que vivimos en la Patria. Los que tienen más, ayudan a los que menos tienen. Lo recolectado en 41 diócesis más pudientes, se reparte entre las 26 diócesis más necesitadas.
Muy distinta sería la Argentina, si los que tienen más poder adquisitivo ayudaran a los que no les alcanza para una vida digna. Qué distinta sería la Argentina si los gobiernos tuvieran en cuenta que los sectores más pudientes deben ser los que con sus impuestos ayuden a la promoción de los sectores más vulnerables. Esto es lo que enseña la centenaria doctrina social de la Iglesia en los principios de la justicia social y de redistribución de la riqueza. Nos suena fuerte esto, en este momento que vivimos, recordando agradecidos la enseñanza del querido papa Francisco, a casi cinco meses de su pascua.
(Hagamos un momento de silencio, en memoria del papa Francisco)
Por eso, con gran esperanza decimos acá, en Luján, junto a la Virgen: “Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
Traemos también a esta Misa, las palabras de nuestro Papa León, de hace 4 días, en la Plaza de San Pedro, meditando sobre la esperanza, concretamente cuando antes de expirar en la cruz, Cristo gritó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
“Queridos hermanos y hermanas, aprendamos también esto del Señor Jesús: aprendamos el grito de la esperanza cuando llega la hora de la prueba extrema. No para herir, sino para encomendarnos. No para gritar contra alguien, sino para abrir el corazón. Si nuestro grito es verdadero, podrá ser el umbral de una nueva luz, de un nuevo nacimiento. Como para Jesús: cuando todo parece acabado, en realidad, la salvación estaba a punto de iniciar. Si se manifiesta con la confianza y la libertad de los hijos de Dios, la voz sufriente de nuestra humanidad, unida a la voz de Cristo, se puede convertir en fuente de esperanza para nosotros y para quien está a nuestro lado” (León XIV. Catequesis del miércoles 10 de septiembre de 2025)
Motivo para decir, una vez más: “Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
Al finalizar, para acordarnos todos:
– Todos están invitados para el viernes 19 de septiembre, a las 19 horas, en la catedral: Inicio del Jubileo “Bodas de oro” de la diócesis de Quilmes.
– Segundo encuentro sinodal decanal: 9 de noviembre.
«Con la Virgen peregrinamos al jubileo diocesano»
Mons. Carlos José Tissera, obispo de Quilmes