El Papa a los consagrados: Sean hombres y mujeres de alabanza

  • 8 de septiembre, 2019
  • Antananarivo (Madagascar) (AICA)
Encuentro con sacerdotes, consagrados y seminaristas en el Colegio San Miguel de Antananarivo

“Por favor no nos dejemos robar la alegría misionera”, dijo el papa Francisco, este domingo 8 de septiembre, a los sacerdotes, consagrados y seminaristas en el encuentro que mantuvo con ellos en el Colegio San Miguel de Antananarivo, –que se encuentra en el barrio de Amparibe y que fue fundado por algunos misioneros jesuitas franceses– en la que fue su última actividad de su visita apostólica a Madagascar.

Al terminar su visita a Madagascar el Papa puso de manifiesto que al ver su alegría, y recordando también todo lo que él mismo vivió en tan poco tiempo en su isla, le brotaban del corazón esas palabras de Jesús en el Evangelio de Lucas cuando, estremecido de gozo, dijo: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños”.

En su discurso a los sacerdotes, religiosas y seminaristas el Papa los invitó a tener una “memoria agradecida” por “todos aquellos que no tuvieron miedo y supieron apostar por Jesucristo y su Reino”.

“Ustedes hoy son parte de su heredad. Antes de ustedes, están las raíces, las raíces de la Evangelización aquí. Ustedes son la herencia, luego dejarán la herencia a los que vengan después”, sostuvo.

Por ello, Francisco recordó en particular a “los lazaristas, los jesuitas, las hermanas de San José de Cluny, los hermanos de las escuelas cristianas, los misioneros de La Salette y todos los demás pioneros, obispos, sacerdotes y consagrados”.

“Pero también de tantos laicos que, en los momentos difíciles de persecusión, cuando muchos misioneros y consagrados tuvieron que partir, fueron quienes mantuvieron viva la llama de la fe en estas tierras”, dijo el Pontífice.

Asimismo, el Papa les agradeció el haber elegido “permanecer y estar al lado de su pueblo, con su pueblo. Gracias por esto. Muchas gracias por su testimonio y por querer quedarse ahí y no hacer de la vocación un ‘pasaje a una mejor vida’. Gracias por esto”.

Luego, el Santo Padre advirtió que “muchas veces podemos caer en la tentación de pasar horas hablando de los “éxitos” o “fracasos”, de la “utilidad” de nuestras acciones, o la “influencia” que podamos tener en la sociedad.

“Discusiones que terminan ocupando el primer lugar y el centro de toda nuestra atención. Esto que nos conduce —no pocas veces— a sonÌÂÂ?ar con planes apostólicos más grandes, meticulosos y bien dibujados, pero propios de generales derrotados que terminan por negar nuestra historia —al igual que la de su pueblo— que es gloriosa por ser historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio y la constancia en el trabajo que cansa”, señaló.

En este sentido, Francisco resaltó que “la alegría de los discípulos nacía de la certeza de hacer las cosas en nombre del SenÌÂÂ?or, de vivir su proyecto, de compartir su vida; y esta les había enamorado tanto que les llevó también a compartirla con los demás”.


Poder de Satanás
“Y resulta interesante constatar que Jesús resume la actuación de sus discípulos hablando de la victoria sobre el poder de Satanás, un poder que desde nosotros solos jamás podremos vencer, pero sí podremos en el nombre de Jesús. Cada uno de nosotros puede dar testimonio de esas batallas, y también de algunas derrotas”, explicó.

De este modo, el Santo Padre aseguró que en el nombre de Jesús se vence el mal: “En su nombre, ustedes vencen el mal, cuando enseñan a alabar al Padre de los cielos y cuando enseñan con sencillez el Evangelio y el catecismo. Cuando visitan y asistan a un enfermo o brindan el consuelo de la reconciliación. En su nombre, ustedes vencen al dar de comer a un ninÌÂÂ?o, al salvar una madre de la desesperación de estar sola para todo, al procurarle un trabajo a un padre de familia”.

“Es un combate, un combate ganador el que se lucha contra la ignorancia brindando educación; también es llevar la presencia de Dios cuando alguien ayuda a que se respete, en su orden y perfección propios, todas las criaturas evitando su uso o explotación; y también los signos de su victoria cuando plantan un árbol, o hacen llegar el agua potable a una familia”, afirmó el Papa.

Finalmente, el Santo Padre animó a los religiosos a continuar “dando estas batallas, pero siempre en la oración y en la alabanza, en la alabanza de Dios”.

“Dichosa Iglesia de los pobres y para los pobres, porque vive impregnada del perfume de su SenÌÂÂ?or, vive alegre anunciando la Buena Noticia a los descartados de la tierra, a aquellos que son los favoritos de Dios”, añadió.

Al término de este encuentro, el Papa se dirigió a la capilla del Colegio Saint Michel para reunirse en forma privada con los jesuitas que viven en Madagascar. +