Mons. Scheinig pidió a la Virgen de Luján que nos ayude a renovar la unidad y la esperanza

  • 8 de mayo, 2020
  • Luján (Buenos Aires) (AICA)
El arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, presidió en la tarde del viernes 8 de mayo la misa en honor de Nuestra Señora de Luján.

Con una celebración a puertas cerradas, sujeta a las restricciones impuestas en el marco de la prevención del Covid-10, la Iglesia argentina celebró a su patrona, Nuestra Señora de Luján. La misa estuvo presidida por el arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, en la basílica y santuario nacional, y fue concelebrada por el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, y los sacerdotes de la basílica.

"En comunión virtual", como señaló el arzobispo al comienzo de la celebración, una audiencia de más de 35.000 personas siguió la transmisión en vivo a través de las redes sociales.

“¿Quiénes estamos aquí y ahora en la Casa de la Madre de Luján?”, preguntó el prelado al inicio de su homilía. “Físicamente somos muy pocos, pero espiritualmente estamos absolutamente todas y todos”, aseguró.

“Aquí está el pueblo argentino, muy especialmente los afectados en este tiempo de pandemia: los enfermos; los familiares de las personas que han fallecido, los que ya han partido, los trabajadores de la salud y todos los que trabajan para que el país tenga vida y los investigadores de la vacuna”, enumeró. “También están los más pobres, los que más tienen, los ancianos, los que viven en los geriátricos, los que están en la calle, sin casa. Aquí están todos los niños, los de capacidades diferentes, los jóvenes, todas las familias, todas las madres y todos los padres, las mujeres que sufren violencia, los que tiene hambre, los presos, los que están sin trabajo, los que tienen miedo a lo que vendrá”.

“Están todas las provincias, todas las ciudades, los pueblos y los barrios, también los pueblos originarios, las autoridades civiles, los partidos políticos, los empresarios, los movimientos populares, los maestros y docentes, los sindicalistas, la gente del campo, los militares y las fuerzas de seguridad, los veteranos de Malvinas. Están todas las comunidades parroquiales del país, las catequistas, los servidores de nuestras Cáritas, las religiosas, los religiosos, los sacerdotes, los diáconos, los seminaristas y mis hermanos obispos”, continuó.

“Está mi diócesis de Mercedes-Luján que hoy hace su peregrinación virtual. Aquí están el Negro Manuel, fiel amigo y servidor de la Virgen y el padre Salvaire, que le hizo esta casa a la Virgen. Pedimos por ellos para que prontamente sean proclamados santos”.

“Y muy especialmente, está nuestro querido papa Francisco, que en esa hermosa carta que nos envió hace unos días nos decía: ‘Estaré espiritualmente junto a ustedes, como peregrino espiritual y 'virtual'’”.

“Quedan muchísimos sin nombrar”, reconoció monseñor Scheinig, “pero deseo expresar que todos estamos aquí con la Virgencita, porque es un momento muy delicado de la vida de la Patria y necesitamos estar juntos en el corazón de nuestra Madre, María de Luján. Ella, llena de ternura, siempre, a toda hora y en toda circunstancia nos recibe a todos. Por favor, que nadie se quede afuera de este encuentro familiar”, deseó.

Tomando el texto del Evangelio según San Juan, el arzobispo destacó: “Allí se nos relata una situación decisiva y definitiva en la vida de Jesús. Él está en la cruz, despojado de todo pero absolutamente confiado en su Padre. Está dando un paso lleno de novedad para Él y para todos nosotros. Su Pascua cambiará la historia de la humanidad”.

“Al pie de la Cruz está su Madre, un discípulo amado por Jesús y otras dos mujeres. Son testigos silenciosos del momento en el que Dios por medio de Jesús está haciendo nuevas todas las cosas”, recordó. “En ese instante crucial, Jesús le dice a su Madre que reciba a ese discípulo como su hijo y al hijo que la reciba a Ella como su madre, y desde ese momento el discípulo la recibió en su casa”.

“En la Pascua de nuestro Señor Jesucristo, que es un punto central de la historia, nace una nueva humanidad”, y allí está María, “volviendo a dar a luz, pero ahora entregándose Ella totalmente, poniéndose en nuestras manos para que nazca un mundo nuevo”, enfatizó.

En ese sentido, dirigiéndose a los fieles, monseñor Scheinig afirmó: “Argentina es casa de María y desde siempre está Ella entre nosotros haciendo que el sueño de Dios sea una realidad, que la Patria sea una Casa de hermanos”.

“Hace casi 400 años que esta pequeña imagen de la limpia y pura Concepción quiso quedarse en nuestras tierras y está aquí como Nuestra Señora de Luján. Es mucho tiempo. Tiempo que sin decir palabras, viene acompañando a esta bendita Nación, atrayendo y recibiendo al pueblo peregrino”, reconoció. “Está aquí, enamorando y protegiendo a cada una y a cada uno; escuchando, sosteniendo, sanando, fortaleciendo, animando”.

“El Santo Padre Francisco expresó en su carta lo que todos sentimos cuando estamos con Ella: ‘La miraré una vez más y, también una vez más, me dejaré mirar por Ella. Esa mirada de madre que te renueva, te cuida, te da fuerzas’”, citó y aseguró: “En ese cruce de miradas todos sentimos que nos va cambiando la vida”.

“Es que al pie de la cruz, padeciendo en carne propia el sufrimiento de su Hijo, el Espíritu Santo le fue revelando a María que todo el dolor del mundo es transformado en el Amor. Sí, el Amor es más fuerte que hasta la misma muerte”, añadió.

En este tiempo de pandemia, reconoció el arzobispo, “nos hará mucho bien recordar permanentemente la fuerza del Amor de Dios y de María”, que con su mirada nos dice “que es posible volver a nacer de lo alto; que podemos estar crucificados pero no vencidos; que el sufrimiento vivido en el amor nos une y nos hace solidarios; que la cruz nos deja heridas y marcas, pero que son la identidad de una vida entregada; que el amor paciente nos hace fuertes para luchar las grandes y pequeñas batallas de la vida; que sudar sangre y quedar desfigurados por soportar injusticias, lejos de sacarnos dignidad nos hace limpios de corazón; que el calvario compartido con otros nos humaniza y deja siempre lugar para el perdón. María nos mira y nos da la seguridad de que Dios hace nuevas todas las cosas. Y tanto Amor, nos llena de esperanza”, sostuvo.

Finalmente, el pastor de Mercedes-Luján le pidió a la Madre del pueblo argentino que nos enseñe a transitar este momento tan importante y delicado de la historia de la humanidad “con profundos deseos de novedad”, a aprender del pasado y de este presente tan distinto para apasionarnos por un futuro “más humano y más justo para todos tus hijos e hijas”, a ser un pueblo “más libre, soberano y solidario”.
“Necesitamos nuestra Madre de Luján, que nos enseñes a vivir de otra manera”, pidió.

“¡Cuánto nos cuesta ser familia, ser una Patria de hermanos!”, advirtió el prelado. “Estoy seguro ­y entiendo que es una certeza que compartimos­ que Nuestra Señora de Luján, como toda madre, vive haciendo infinitas cosas visibles e invisibles para sostenernos como familia”, porque el problema más hondo que tenemos, consideró, “es no poder asumirnos como una gran familia, como una misma comunidad de origen y de destino”.

La presencia de la Virgen de Luján, recordó monseñor Scheinig, es muy fuerte en el corazón de una enorme mayoría del pueblo argentino. “En Ella, podemos encontrar un motivo de profunda comunión que nos ayude a sentir que estamos juntos en la misma barca”, afirmó.

“Hermanas, hermanos, en esta circunstancia concreta que estamos atravesando, deseo invitarlos a mirar a la Virgencita de Luján, nuestra Madre y a dejarnos mirar por Ella”, animó. “Pidámosle a Ella la fuerza para la vida de todos los días y la valentía para vivir como una Nación que desea renovar su unidad, de tal modo que con osadía, creatividad y una esperanza cierta, podamos superar juntos este tiempo de pandemia y a afrontar todos los tiempos que se vienen, que sin duda serán difíciles, arduos y desafiantes”.

“Digamos con nuestro querido Negro Manuel: ‘Soy de la Virgen nomás’”, concluyó.+