Mons. Gil saludó al pueblo de Dios uruguayo

  • 26 de julio, 2018
  • Merlo (Buenos Aires)
El obispo electo de la diócesis de Salto, Uruguay, monseñor Fernando Miguel Gil, hasta ahora sacerdote de la diócesis de Merlo-Moreno, envió un saludo al pueblo de Dios que lo tendrá como pastor, a quienes deseó poder "transmitirles la alegría para que podamos seguir construyendo entre todos una Iglesia que sea ?lugar de la misericordia gratuita?".
El nuevo obispo de Salto, Uruguay, monseñor Fernando Miguel Gil, envió un saludo a los fieles de las comunidades y parroquias de Salto, Artigas, Paysandú y Río Negro y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad de esa región del Pueblo Oriental. Oriundo del Uruguay y proveniente de la diócesis de Merlo-Moreno, en la provincia de Buenos Aires, región donde ejerció el ministerio sacerdotal desde su ordenación, el obispo electo se dirigió al pueblo de Dios de Salto, a quienes transmitió su alegría por esta misión que la Iglesia le confía. "El Señor me trae ahora aquí entre ustedes, a una tierra que no me es ajena, no solamente por haber nacido en ella, sino por los muchos lazos que he tenido y tengo con personas muy queridas". "Vengo a integrarme plenamente a esa huella que fue dejando la Iglesia en medio de esta porción del Pueblo Oriental. Tengo presentes a algunos de sus pastores que he conocido personalmente y que quiero recordar con memoria agradecida", expresó, mencionando especialmente "a monseñor Marcelo Mendiharat con quien traté frecuentemente en su exilio en mi diócesis de Morón. Recuerdo que asistió a mi ordenación sacerdotal. A monseñor Daniel Gil Zorrilla, que como ustedes saben me une la sangre, pero también el padrinazgo de bautismo. Hace 10 años estuve aquí para acompañarlo en su pascua hacia el Padre". "Me recibe como padre y pastor monseñor Pablo Galimberti, a quien agradezco particularmente su cercanía, su corazón abierto y trasparente, su sonrisa franca. He conocido algunos de los curas de esta diócesis. Quiero recordar -y en él a muchos otros- a mi tocayo el padre Fernando Pigurina, con quien nos comunicamos hasta antes de su muerte. Todavía tengo grabado en el corazón su último mensaje: ?me voy a escalar otras montañas??", recordó. "Tengo muchos deseos de recorrer cada rincón de la diócesis para encontrarme con todos y con cada uno. Seguramente hay mucha vida entre ustedes, semillas del Evangelio plantadas y germinando", reconoció, recordando una frase que monseñor Angelelli les decía a los curas que llegaban a su diócesis: "Tenés que tomar mate con la gente y poner un oído en el pueblo y otro en el Evangelio antes de hacer nada." "Ojalá el Señor me regale ese espíritu y ser el buen pastor que desean y esperan, el que acompaña, el que escucha y el que anima toda la vida que viene de Dios", deseó. "Vengo de una diócesis que está en la periferia de Buenos Aires, la diócesis de Merlo-Moreno, en el oeste bonaerense, camino a Luján. Allí he vivido años muy felices de comunión con buenos curas, religiosos y religiosas, laicos y laicas. El Pueblo de Dios sencillo y fiel me fue formando y enseñado el camino para ser un buen pastor. He podido también acompañar otras realidades pastorales, académicas y de formación. Seguramente Dios me llama ahora a volcar esa experiencia, compartiéndola con humildad y enriqueciéndome también con otras. Me confío durante este tiempo, antes de llegar, a la oración de todos. Sé que la Virgen de los Treinta y Tres me va a acompañar", aseguró. "Me confío también a la intercesión del Siervo de Dios Jacinto Vera, padre de la Iglesia en Uruguay. Que sepa ver en él, el modelo de una Iglesia en salida como la que nos está proponiendo el Papa Francisco", añadió. Finalmente, pidió que el Espíritu Santo "me ayude a trasmitirles esa alegría para que podamos seguir construyendo entre todos una Iglesia que sea ?lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio?", concluyó el prelado, citando al papa Francisco en la exhortación Evangelii gaudium.+