Benedicto XVI y la libertad religiosa

  • 4 de mayo, 2019
  • Buenos Aires (AICA)
La vicepresidenta de la Corte Constitucional Italiana, Marta Cartabia, disertó sobre "Ley positiva y libertad religiosa en una sociedad pluralista desde el pensamiento de Benedicto XVI", en la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires (UCA). Consideró de una "claridad cristalina" su pensamiento al distinguir entre la Cristiandad y el cristianismo.
Sobre "Ley positiva y libertad religiosa en una sociedad pluralista desde el pensamiento de Benedicto XVI" disertó la jurista italiana Marta Cartabia en la Universidad Católica Argentina (UCA) el 24 de abril último. Marta Cartabia es jueza de la Corte Constitucional Italiana desde 2011 y vicepresidenta de ese Tribunal desde 2014. Es profesora de Derecho Constitucional en la Università degli Studi di Milano. Se graduó en Derecho en 1987 con una tesis sobre la Constitución Europea y su doctorado (1993) estuvo dedicado al tema de los principios fundamentales y la integración europea. Es casada y madre de tres hijos. La jurista expuso en italiano pero se facilitó a los presentes una cuidada impresión de su conferencia, con la correspondiente traducción debida a la profesora Débora Raniero de Cechini, de la Facultad de Derecho de la UCA. Siguió el texto en sus líneas fundamentales pero se expresó con desenvoltura, haciendo otras acotaciones con frescura, sonriendo, en una comunicación fluida con el público. Acompañó en el estrado a la oradora el decano de esa Facultad, doctor Pablo Garat. Organizó la reunión la Cátedra Internacional Ley Natural y Persona Humana. [img]http://www.aica.org/subidas/5741.jpg[/img] Secularización y sufrimiento, Cristiandad y cristianismo Cartabia estimó valiosísimo el pensamiento de Ratzinger sobre ley positiva y religión. Y señaló que captó el sufrimiento cultural y espiritual en Europa signado por la secularización. Se detuvo ella en tensiones entre derechos individuales y libertad religiosa, como las controversias sobre el crucifijo en las escuelas de Italia. Atribuyó "claridad cristalina" al pensamiento de Ratzinger al distinguir los destinos de la Cristiandad de los del cristianismo, es decir, según ella, "de la sociedad atravesada por los valores cristianos respecto de los destinos de la Iglesia y de la Fe". Cartabia expresó que la experiencia ha mostrado como "insuficiente e ilusoria" la solución que en un plano abstracto parecía lógica en la modernidad y la sociedad multicultural tras la Revolución Francesa, de neutralidad del Estado ante el fenómeno religioso. Señaló que no pudo conciliar conflictos ni lograr soluciones respetuosas de los derechos tanto de creyentes como de no creyentes. Antes que un espacio abierto a todos, dijo, la "legislación neutral" parece el producto de la cultura dominante, no muy diferente del Estado confesional, que favorecía la religión de la mayoría. "La laicidad entendida como neutralidad resulta ser inhóspita frente a la diversidad y el pluralismo", sostuvo. Una "tolerancia" marginadora Al respecto citó expresiones del presidente francés Emmanuel Macron que reconoció en abril de 2018 que tras dos siglos de arruinarse la relación entre Iglesia y Estado domina en su país una "desconfianza ante las religiones" y afirmó que "la laicidad no debe ciertamente tener la función de negar la dimensión espiritual en nombre de la dimensión temporal, ni de erradicar de nuestra sociedad la dimensión sagrada que alimenta a muchas de nuestras conciencias". En esa línea, la oradora recordó el discurso de Benedicto XVI en Westminster Hall, en el Reino Unido, en 2010 al preocuparse por la creciente marginación de la religión, especialmente del cristianismo, que se está produciendo incluso en "naciones que otorgan un gran valor a la tolerancia". Indicó entonces el Pontífice que hay quienes "sostienen ?paradójicamente con la intención de suprimir la discriminación- que a los cristianos que desempeñaran un papel público se les debería pedir a veces que actuaran contra su conciencia". Una neutralidad inhóspita para los creyentes Cartabia hizo observar la coincidencia con pensadores de otras vertientes. Citó a Cole Durham, jurista académico norteamericano, mormón, quien sostiene que el problema de una neutralidad secular rigurosa es que se convierte en inhóspita para los creyentes. Y a otros, como el constitucionalista sudafricano de origen judío Joseph Weiler, profesor en Estados Unidos y en Bélgica, que ha subrayado que de hecho esa neutralidad favorece una de las visiones del mundo en controversia, precisamente aquella que menosprecia o que no tiene en cuenta a Dios. Citó la defensa que hizo Weiler ante la Corte Europea de Derechos Humanos en el caso Lautsi, del crucifijo en las escuelas en Italia. También citó Cartabia a la jurista Ayeltye Shachar, de actuación académica en Canadá e Israel, considerada una autoridad en multiculturalismo e igualdad de género, quien comentando la prohibición francesa del velo religioso dijo que la medida puede implicar inadvertidamente una "persuasión indirecta" hasta hacer surgir un tipo de "constricción directa", que recuerda a cuando el Estado favorecía los símbolos de la religión mayoritaria, aunque hoy estos métodos sean la prerrogativa de la "nueva iglesia" secularizada. [img]http://www.aica.org/subidas/5742.jpg[/img] La persona, ante el Estado totalitario En línea con la encíclica Pacem in Terris, de Juan XXIII, Cartabia señaló que los derechos de la persona constituyen un límite poderoso a la pretensión prometeica de los Estados totalitarios. Y contribuyen, usando palabras de Ratzinger, a "la relativización cristiana del Estado". Porque "el Estado no es la totalidad de la existencia humana y no abarca toda la esperanza humana". Lo cual "alivia el peso del hombre del hombre político y abre el camino a una política racional". Traduciendo a Ratzinger, la jurista señaló que el propósito del Estado y la ley civil no es realizar un "perfecto orden social utópico", sino asegurar un "orden de libertad". Dicho de otro modo, la ley civil, es "por respeto a la libertad humana, necesariamente imperfecta". A clase, con un puñal en el bolsillo No faltaron alusiones a casos concretos de conflictos en las cortes de Europa e internacionales sobre el uso de símbolos religiosos como cruces, velos, turbantes, kipá, en lugares públicos; la objeción de conciencia (las leyes no pueden obligar a un médico a realizar un aborto), o la solución jurídica que se dio en Canadá al caso de un estudiante sikh de once años que reclamaba que debía llevar un puñal ritual, el kirpan, en clase por una exigencia de su religión. La Corte Suprema canadiense no siguió una prohibición absoluta ni ignoró la exigencia de seguridad. Estableció que para que el joven Multani pudiese llevarlo la condición era que el puñal fuera cosido en un bolsillo interno de modo que no fuera fácil extraerlo. Ella consideró esa solución como un ejemplo de "acomodamiento razonable", sobre la idea de que todos deben vivir unidos. "Todos deben conceder algo, pero ninguno debe rendirse totalmente o capitular". Valoró la relación cara a cara, la actitud colaborativa de las partes y las circunstancias concretas para conciliar posiciones en contraste. Observó que desde que se pronunció la decisión judicial mencionada no ha habido noticias relacionadas con problemas de seguridad en las escuelas canadienses a causa del kirpan (puñal) de los sikhs. Preguntas, ley y valores morales, diálogo Hubo varias preguntas del público. Entre otras, del presidente de la Comisión de Derecho Constitucional de la Academia Nacional de Derecho de Buenos Aires, doctor Alfonso Santiago. Y del profesor de Derecho Constitucional de la UCA Santiago Legarre, que hizo una larga pregunta en italiano. En directo siguieron la conferencia desde Rosario el decano, alumnos y profesores de la Facultad de Derecho de la UCA en esa ciudad, fundada en 1959, apenas un año después de su similar porteña. En sus respuestas la jurista estimó que no puede haber un mundo jurídico que no tenga que ver con valores morales, pero las leyes del Estado y las morales deben ser distintas. Consideró que la ley puede crear un ambiente de respeto y que entre la ley y la fe puede haber una separación respetuosa, no de hostilidad. Insistió en un punto de equilibrio y en escuchar las posiciones de todas las personas. Confió en que el encuentro de persona a persona con el otro tiene una potencia enorme. Abrir la boca Al respecto, algunas preguntas mostraron preocupación porque el imperio de un pensamiento único dominante lleve a que incluso quien exprese un pensamiento concorde con la doctrina católica dentro de un colegio católico corra el riesgo de ser denunciado judicialmente. En ese sentido, el joven abogado Carlos Barberán señaló que al fin y al cabo la libertad presupone diálogo pero preguntó qué hacer cuando una de las partes no reconoce a la otra como igual y quiere pasarle por encima. Aunque él no lo dijo, unas manifestantes abortistas le pintaron con aerosol su campera en la plaza del Congreso cuando se trataba el aborto en el Senado. La jurista deslizó que crear un ambiente de diálogo no es tarea sólo del derecho y ser minoría no tiene que ser una condición de minoridad. En un ambiente hostil, deslizó, el derecho puede evitar "que alguien te cierre la boca, pero tú tienes que abrirla". (Jorge Rouillon)