A 25 años de su muerte, Neuquén recordó a Don Jaime de Nevares

  • 20 de mayo, 2020
  • Neuquén (AICA)
El obispo de Neuquén presidió una misa en la catedral María Auxiliadora, para recordar la figura del primer obispo diocesano monseñor Jaime de Nevares, al cumplirse 25 años de su fallecimiento

El obispo de Neuquén, monseñor Fernando Croxatto, presidió en la tarde del 19 de mayo, una misa en la catedral María Auxiliadora, para recordar la figura del primer obispo diocesano, monseñor Jaime de Nevares, al cumplirse 25 años de su fallecimiento.

Desde un pequeño altar junto a los restos de Don Jaime, el obispo pronunció su homilía en la que destacó la particularidad de este año y de esta celebración. “Estamos aquí en este lugar especial, para que muchos de ustedes puedan acercarse desde sus hogares a este rincón tan ‘sentido’ de nuestra iglesia catedral, cargado de sentimientos, historia, vida entregada y martirio, porque no solo está aquí el cuerpo de Don Jaime, sino también ‘las reliquias de los beatos mártires riojanos’”, señaló.

Refiriéndose a la Liturgia, expresó: “¡Cuánta sintonía con la vida de estos hermanos que hoy recordamos! Una vida que se vive en serio y comprometida, tiene que padecer ‘persecuciones y afrentas’, no habrán sido fáciles los latigazos recibidos (hoy no leemos el final de esta historia pero sería bueno terminarla porque revelaría también algo de la vida de Jaime y hermanos), pero llama la atención la reacción de Pablo y Silas en medio de su desgracia, la coherencia de lo que predicaban, cuantas veces Pablo dice en sus cartas ‘oren en todo momento, canten himnos..’ y aquí lo vemos a él ‘hace lo que dice’…como ellos”.

“Las circunstancias, son solo circunstancias, para vivir y alcanzar su meta, ‘Acercar a los hombres a Cristo’, ‘El Amor de Cristo nos apura’, era el corazón de Don Jaime. Coherencia, oración, fuerza, convicción, Amor a Cristo… Luces de la vida de estos testigos de la fe que pasaron por esta historia y este suelo neuquino”.

“En el testimonio que voy recogiendo en este corto caminar aquí en Neuquén -además del recuerdo afectivo por su presencia y cercanía en tantos lugares del interior y las comunidades aborígenes- hay personas que me refieren con cierta tristeza a medida que pasa el tiempo ‘que mucho se habla de Don Jaime en relación a los derechos humanos y la justicia’, y nadie puede dudar que fue su compromiso y su amor también, que lo tenía metido en su ser, era abogado, pero que en la memoria parecería ser lo único que va quedando”, relató.

“No nos olvidemos nunca que ante todo era un hombre de Dios, que oraba, que amaba a Jesús, que como Pablo y Silas, las pasó, se jugó por la verdad y la justicia, por los pobres, pero que todo su actuar tenía una fuente, un fondo, una hoguera… ‘El Amor de Cristo nos apura’”.

“Yo me imagino, aunque quede corta mi imaginación y sentir, lo que habrá sentido el corazón de este pueblo en su partida, de este hermano obispo tan profundo en sus huellas dejadas… me imagino ‘ese mismo sentimiento de abandono’ para muchos y que aún lo añoran y con justa razón… Pero creo que, en su amor a Jesús, habrá hecho suyo este Evangelio de la partida, y le habrá pedido correrse también, para que el Espíritu siga guiando y siendo el protagonista de esta Iglesia neuquina. Un gran error que cometemos los hombres es justamente ‘no saber partir, corrernos y dejar lugar’, pero más peligroso aún es, ‘cuando el no partir pueda significar no dejarle lugar al Dios que siempre está con nosotros’”, aseguró.

Para terminar, monseñor Croxatto recitó parte del salmo, “no dudo habrá sido su oración tantas veces, como lo fue la de su querida María Auxiliadora: ¡Te doy gracias Señor de corazón… cuando te invoqué me escuchaste, acreciste el valor en mi alma...tu derecha me salva!”, concluyó.+