Encuentros virtuales de Scholas cambian la salud emocional de los jóvenes

  • 19 de junio, 2020
  • Roma (Italia) (AICA)
Más de 2.600 estudiantes del mundo dicen que las reuniones virtuales de la red educativa impactaron en forma positiva en sus emociones, al poder revertir sensaciones de soledad, nerviosismo y tristeza

Con más del 69% de la población estudiantil mundial afectada por la pandemia del Covid-19, y tras la instrumentación generalizada de cuarentenas, la salud física y mental de los jóvenes se ha visto seriamente alterada, lo que ha puesto en primera línea de acción a organismos y asociaciones educativas u orientadas a la población juvenil.

Según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, en España, los jóvenes de entre 18 y 24 años son el grupo de edad que presenta más síntomas relacionados con ansiedad (34,6%) y depresión (42,9%) durante el confinamiento ; otra información sobre indicadores de salud mental de un grupo de científicos de la facultad de Psicología de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de San Francisco, de la Argentina, también experimentados mayores de edad (18 a 39 años) están experimentando mayor ansiedad, depresión y estrés que los adultos mayores.

En este sentido Scholas, organización internacional de derecho pontificio que integra una red de medio millón de instituciones y redes educativas de 190 países, no dudó en responder al llamado de los jóvenes para continuar sus experiencias, y en un tiempo récord gestionó el Ciberencuentro Mundial de Jóvenes por el Coronavirus, que se ha convertido en un espacio global permanente en la semana a la semana están siendo convocados millas de jóvenes de todo el mundo. Además, celebramos más ediciones nacionales e internacionales, y continuamos celebrando varias dedicadas a investigadores, docentes y padres de familia.

En este marco se realizó un estudio sobre la valoración de los estados de ánimo de los propios estudiantes tanto antes como después de cada encuentro semanal, investigación realizada por el Comité Científico del Observatorio Wezum, y que ya ha despertado el interés del entorno académico y científico . Liderado por la investigadora Ana Victoria Poenitz, PhD en Psicología con Orientación en Neurociencias Cognitivas Aplicadas, se trata de un estudio "exploratorio y descriptivo, de tipo longitudinal", explica.

Se partió de un informe con valores más altos de los medios de comunicación esperada en intensidad de emociones negativas como la sensación de soledad, nerviosismo y tristeza. En los resultados se reflejó una disminución del 44,60% de la sensación de soledad, un 46,07% en la pregunta, nerviosismo o intranquilidad, y un 69,09% en la intensidad de la tristeza ”. Asimismo, se evaluó un incremento del 43,04% en la autopercepción de la intensidad de la esperanza, del 53,35% en actitud prosocial, es decir, las ganas de hacer cosas por los demás, y del 68,46% en la sensación de alegría.

Como lo destaca David Bueno, doctor en biología y profesor de genética en la Universidad de Barcelona: “El hecho de mantener encuentros periódicos es una de las muchas formas que hay de mantener la rutina, ayuda a la capacidad plástica del cerebro no disminuya tanto durante este tiempo, ya que la capacidad organizativa se mantiene tan óptima como sea posible ”.

"Los datos son relevantes", afirma Poenitz, "teniendo en cuenta el consenso mundial que existe respecto del impacto de las emociones de Valencia positiva en el organismo, así como la disminución de las emociones de Valencia negativa para la evitación de los factores perjudiciales del estrés en el sistema neuroendocrino ”.

“El aprendizaje de las capacidades para experimentar emociones positivas, desde el encuentro y el intercambio con otros jóvenes, funciona como un recurso necesario para el desarrollo del proceso resiliente en este período de crisis global particular”, continúa la investigadora. “El aislamiento social puede ser un factor de riesgo para la morbimortalidad. Las consecuencias negativas del aislamiento para la salud son particularmente fuertes en los sectores más vulnerables, fundamentalmente, en niños y jóvenes ”, concluye.

La educación de calidad es salud
En esta misma línea, David Bueno apunta además que: “Los jóvenes necesitan, imperativamente, vida social con sus iguales; en la adolescencia y la juventud una de las funciones del cerebro es encontrar el sitio de cada uno dentro de su entorno, y eso incluye a sus iguales, otros jóvenes, porque serán con ellos con los que van a construir la sociedad ".

Bueno, que es además reconocido experto en neurociencia, destaca: “Las emociones positivas se relacionan con una serie de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina. Ambos activan redes neuronales y hormonas dentro del cerebro -pero que circulan por todo el cuerpo- que generan respuestas del sistema inmunitario; se ha visto que estas emociones positivas, si bien no curan, sí que el sistema inmunitario esté más activo, con lo que sea algo más difícil que enfermemos. Y si ya estamos enfermos, qué mar aún más rápido la recuperación ”. Por este motivo, el equipo pedagógico de Scholas comprobó que educar en la cultura del encuentro que propone el papa Francisco desde el año 2001 genera armonía interior y salud.

El impacto de las creencias en la salud de los jóvenes
además de lo anterior, analice cuatro factores relevantes para la conformación de una estructura de personalidad resiliente, según la literatura científica. Los jóvenes autorizaron una mejora del 18,52% en su autoestima, del 20,76% en su optimismo respecto del futuro, de un 37,68% en la posibilidad de hablar de sus propias emociones, y de un 8,52% en la seguridad en sus propias creencias ”, (medios estadísticos de los países indígenas de países como España, Italia, México, Colombia y del Encuentro Virtual Mundial de Jóvenes Scholas y ORT).

También se aumentó un incremento del 44,6% en la autopercepción de la capacidad reflexiva e introspectiva ”, otro de los factores de personalidad relevante de cara a la resiliencia.

Las nuevas tecnologías, ¿buenas o malas? Una falsa paradoja
“En pre-cuarentena, uno siempre tiene problemas para promover el contacto directo entre las personas sin tecnología y pantallas de medio”, explica Claudio Waisburg, neurólogo y director del Instituto Neuropediátrico SOMA, de Argentina, quien ha sido crítico de los efectos nocivos del mal uso de las redes sociales para niños y adolescentes; “Desde que se nace, se necesita estar con otras personas, en vivo y en el ahora”, afirma ... “no obstante uno se tiene que reconvertir, tiene que poder reemplazar a uno mismo en cada situación; adultos, chicos y adolescentes tenemos que rearmarnos, pensar en cómo transformar el miedo en acción. Todo lo que la tecnología hoy nos proporciona ayuda para poder seguir en contacto con lo que nuestro cerebro necesita para estar bien y para promover emociones positivas ”.

“Fomentar la cognición social en tiempo de distanciamiento social. Creo que es el desafío global más grande que tenemos ahora ", asegura Waisburg," Estos encuentros exponencian emociones positivas en los chicos; "Eso siento que hay muchos en diferentes situaciones, pero que pasa por lo mismo, y que es posible apoyarse en eso, me parece que solo aporta a lo positivo y al bienestar", concluye.

En cada nueva edición de los ciberencuentros de jóvenes se plantean temas que tienen que ver con la situación actual, cuentos como el papel de la educación, el manejo del tiempo, la mirada con la que se está enfrentando esta nueva realidad, el ocio, entre otros ... No obstante, comenta José María del Corral, director mundial de Scholas, "otras cosas empezaron a emerger".

“Enseñar en la fragilidad del encuentro con el otro, con lo otro, y por lo mismo, con uno mismo, con todo lo que por ser distinto nos devuelve la capacidad de asombro”, ha sido una de las intuiciones de Scholas respecto al valor de las emociones en los procesos educativos, una mirada que hoy, en tiempos de una pandemia que ha desnudado la fragilidad de muchos de los sistemas que se crean seguros, se hace más que necesario.

Más información: www.scholasoccurrentes.org . +