Los obispos de Venezuela abogan por un liderazgo que permita reconstruir el país

  • 8 de julio, 2020
  • Caracas (Venezuela) (AICA)
El presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, Mons. José Luis Azuaje, cuestiono el manejo de la emergencia del Covid-19 durante la apertura de la 114ª Asamblea Plenaria en forma virtual.

La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) inició ayer su 114ª Asamblea plenaria, en una inédita modalidad virtual, bajo “la necesidad de seguir promoviendo la ayuda humanitaria en un país desestructurado y sin rumbo humano”, así lo demandó monseñor José Luis Azuaje, arzobispo de Maracaibo y presidente de la CEV, en su discurso de apertura de la asamblea, que contó con la participación del nuncio apostólico, monseñor Aldo Giordano.

Monseñor Azuaje destacó que “nunca en la historia habíamos tenido esta experiencia de realizar una asamblea episcopal virtual”, lo que resulta en una experiencia histórica que trasciende en la importancia de no detenerse en la propagación del mensaje, aún en medio de las dificultades. 

El mensaje del presidente de la CEV estuvo dividido entre el ámbito eclesial y el ámbito social, en los que señala diversos aspectos importantes a tener en cuenta para la realización de las acciones pastorales pertinentes en función a los signos de los tiempos.

En cuanto a lo eclesial, resaltó la labor que realizaron las distintas organizaciones del país y América Latina para dar respuesta a las necesidades de los más desfavorecidos, intensificadas durante la pandemia; especialmente las campañas emprendidas por Cáritas de Venezuela y a su vez el servicio emprendido y renovado que asumieron los distintos departamentos del Secretariado Permanente del episcopado venezolano para continuar acompañando espiritualmente a la población y fortalecer la fe y la esperanza en el país.

Hizo mención además al júbilo por la aprobación de la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández, acotando que se trata además de un compromiso que asumen los venezolanos para imitar las virtudes cristianas del próximo beato, y refiriéndose a las actividades por planificar en razón de este acontecimiento, exhortó a que “todo lo que hagamos y planifiquemos de aquí en adelante tenga ese sabor a pueblo en la humildad y sencillez como valores que acompañaron siempre a este insigne médico de los pobres”.

Respecto de lo social, manifestó que este es un momento crucial en la historia humana. “Cuando la humanidad se creía todopoderosa, con avances tecnológicos y científicos de grandes proporciones, con ideologías que trastocaban todos los aspectos de la vida, con un afán de consumo que va más allá de la posible producción, todo se ve paralizado por un ser diminuto”, acotó. “La palabra clave que debe hacernos reflexionar es que “somos frágiles”.

“Si esto lo llevamos a nuestro país ciertamente debemos ratificar los desencantos que la población ha tenido por la situación permanente de engaño ante propuestas político-sociales”, continuó el obispo. “La historia política e institucional en el país ha sufrido una ruptura, se encuentra en una decadencia cuyas consecuencias se sienten en la precaria vida cotidiana del pueblo y hasta en el alma herida de las personas”.

El Covid-19 profundizó –advirtió monseñor Azuaje– los males que ya tenía el país, por tanto “es un error y una arrogancia para cualquier institución pensar que todo lo puede resolver sin ayuda de otros” en referencia a la forma como el régimen de Nicolás Maduro manejó la pandemia.

Por ello exhortó a “construir redes y un capital social que maximice la obra de Dios a través de los lazos de la fraternidad” teniendo como horizontes la fe cristiana, la dignidad humana, el bien común y la cultura del encuentro, esto último en alusión a un país fragmentado en distintas posiciones políticas.

El obispo también denunció la grave situación del sistema sanitario venezolano que se encuentra desestructurado y bajo el hermetismo de los funcionarios del régimen chavista, lo cual “está generando sufrimiento y muerte, donde es más importante una estadística forjada que la verdad sufriente”.

Además, el arzobispo de Maracaibo pidió a todos los sectores políticos un liderazgo inclusivo y abierto a lo nuevo, no un liderazgo que “observa al país desde el retrovisor y construye su discurso sobre lo que fuimos, lo que teníamos, lo que nos robaron, lo que ya no está”.

También criticó a otros sectores políticos que omiten e invisibilizan “su responsabilidad sobre el desastre, trabajando desde el oportunismo y el populismo”, mientras que otros “tristemente van promoviendo un culto a la personalidad”.

“Considero que es necesario animar un liderazgo que permita reconciliarnos y trabajar en comunión por reconstruir nuestro país, donde se trabaje por una nueva normalidad que supere todo lo que hemos vivido hasta ahora”, añadió.

Sin embargo, tornando sus palabras en un aliento a no perder la confianza en Dios: “Ante todos estos males que son reales y se cierran a la esperanza, la apuesta es por la fe, el creer en Jesucristo y, en Él, se descubre la esperanza última que anima el sentido de la vida y de la historia. Por lo tanto, no es la palabra política la que tiene la primacía en el pueblo, ni la que redime, sino la Palabra de Dios en su ámbito profético y sapiencial que genera esperanza y transformación. ¿O es que acaso no tenemos fe?”.

“Después de la pandemia, millones de personas quedarán con un inmenso sufrimiento; si queremos abrirnos al futuro tenemos que sensibilizarnos más con los vulnerables”, aseveró. “La Iglesia tiene mucho que aportar en este momento de pandemia, así como en la postpandemia; su aportación debe estar dirigida a crear estímulos para no volver al más de lo mismo”.

“La propuesta es humanizar todo. Que el centro sea la vida, fomentando una ecología integral donde se construya un equilibrio humano y ecológico, y donde se respeten los derechos humanos de todos y todas, donde los sistemas políticos y las leyes se pongan al servicio de las personas y pueblos enteros”, concluyó monseñor Azuaje. +