Reforma judicial: Lo óptimo sería el acuerdo más amplio posible

  • 18 de agosto, 2020
  • San Francisco (Córdoba) (AICA)
El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, compartió sus reflexiones sobre la reforma judicial.

“Las consultas deberían ser amplias, los diálogos francos y los procedimientos muy transparentes. Para culminar en un debate parlamentario de altura, acompañado por una sociedad interesada y crítica. Una victoria de un sector sobre otros sería, en esta cuestión, una derrota de todos”, escribió el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, en un artículo publicado hoy en el que comparte sus reflexiones sobre la reforma judicial propuesta por el presidente de la Nación.

Para el obispo las “reacciones a favor y en contra” que “como era de esperar” comenzaron a expresarse “están bien”, ya que “es lo que normalmente ocurre en una democracia saludable”. Especialmente en un tema tan sensible como es la reforma de la justicia.

“Una mejora sustancial de la justicia es un viejo anhelo de la sociedad argentina”, escribe monseñor Buenanueva, que recordó que “fue precisamente uno de los temas de fondo que, en medio de la gran crisis 2001-2002, abordó el “Diálogo Argentino”. 

“El Diálogo Argentino mostró que, en un momento crítico de fuertes tensiones, los argentinos pudimos pensar juntos el futuro común. Después, los vientos amainaron, y todo quedó archivado. Otra historia”, escribe el prelado. 

Sin embargo, el obispo rescata que “este ejercicio de la memoria me permite algunas preguntas: ¿Tenemos los católicos argentinos que seguir interesándonos por la justicia secular y su complejo funcionamiento? ¿Debemos preguntar por la validez y oportunidad de esta iniciativa del presidente Alberto Fernández?

Monseñor Buenanueva responde que “como discípulos de Cristo, los católicos estamos llamados a tomar parte activa en la edificación de la mejor justicia posible. La fe nos aporta motivos, luces y, sobre todo, la energía inagotable de la esperanza, especialmente valiosa cuando se trata de empresas arduas. Eso sí, cada uno, según su vocación y misión propias”. 

Y aclara al respecto que “los pastores no podemos abordar las cuestiones formales y técnicas. Nos compete alentar el compromiso laical, sobre todo, de quienes poseen ciencia y competencia en esta materia”. 

“La voz laical de la Iglesia, todo lo ricamente pluriforme que es, tiene que hacerse sentir en el debate público”, subrayó.

Sobre la oportunidad del debate y de esta iniciativa del poder ejecutivo, el prelado reconoce que “es cierto que nunca tendremos escenarios ideales”, pero invita a preguntarse “si están dadas, al menos, las condiciones suficientes. Somos además una sociedad con fuertes tensiones internas. Nos cuestan el diálogo y los consensos. Y, cuando se dan, resulta difícil sostenerlos en el tiempo”, escribe. 

“En materia tan sensible lo óptimo sería el acuerdo más amplio posible. Lo cierto es que el proyecto de reforma está sobre la mesa. Las consultas deberían ser amplias, los diálogos francos y los procedimientos muy transparentes”, se lee en el texto del obispo de San Francisco.

Si a este aspecto -señala el prelado- añadimos la preocupación bien concreta por la impunidad de la corrupción, el anhelo ciudadano de una justicia independiente, efectiva y despolitizada añade nuevas y fundadas razones para estar atentos”. 

“La sospecha de que esta iniciativa busca nuevas impunidades para viejos vicios de la política merece ser atendida. Sin instituciones republicanas sólidas, la arbitrariedad hace cada vez más difícil erradicar el mal de la corrupción. Así, la pendiente hacia la pobreza se vuelve más empinada, como lamentablemente venimos experimentando los argentinos” concluye monseñor Buenanueva. +

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