Mons. García Cuerva llamó a los argentinos a la fraternidad

  • 9 de septiembre, 2020
  • Río Gallegos (Santa Cruz) (AICA)
El obispo de Río Gallegos, monseñor Jorge García Cuerva, presidió la misa dominical en la capilla del obispado y llamó a los argentinos a la fraternidad.

El obispo de Río Gallegos, monseñor Jorge García Cuerva, presidió el 6 de septiembre la misa dominical en la capilla del obispado.  En su homilía reflexionó a partir de la idea de una receta, la receta de la corrección fraterna que Jesús propone en el Evangelio, y que requiere de ciertos pasos y determinados ingredientes.

En el Evangelio según San Mateo, consideró el obispo, Jesús “nos propone la receta de la corrección fraterna. Nos propone cómo es esto de corregir a nuestro hermano si peca, si tiene una falta de amor”. 

En esta receta, Jesús nos propone cuatro pasos muy concretos, explicó monseñor García Cuerva. “El primer paso: ‘Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado’. El segundo paso: ‘Si no te escucha, busca una o dos personas más para que el asunto se resuelva por la declaración de dos o tres testigos’. El tercer paso: ‘Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad’. Y el cuarto paso: ‘Si tampoco escucha a la comunidad, considéralo un pagano o un publicano’”.

Y retomando el capítulo nueve en que Jesús llama a Mateo, el obispo aclaró lo que significa tratarlo como a un publicano: “Si a un hermano hay que tratarlo como a un publicano, o como a un pecador, lo que hay que hacer es volver a llamarlo, tratarlo con misericordia, sentándonos a su mesa. En definitiva, volver a empezar una vez más”.

En ese sentido, consideró que “nosotros en esta receta de la corrección fraterna, no somos de respetar bien los pasos. En general, empezamos por el paso tres, que es contarle a los demás lo que hizo nuestro hermano. Pocas veces usamos el paso dos, o si lo usamos, lo hacemos pero incompleto: lo hacemos entre nosotros para criticar, pero nunca llamamos a la persona que necesita ser corregida”, advirtió.

“O directamente nos vamos al paso cuatro, entendiendo que tratarlo como un publicano es directamente echarlo, expulsarlo, escracharlo. ¿Cómo va a salir bien la receta de la corrección fraterna si no somos capaces de respetar los pasos?”, planteó.

“Lo destrozamos, lo despellejamos, nos metemos en la vida de todo el mundo, para juzgar, para condenar. Poniéndonos nosotros en el lugar del perfecto, del santo, y no lo hacemos nunca para ayudar o para corregir fraternalmente”, alertó.

“Quizá entonces tenemos que sincerarnos, y decir que la receta que queríamos no es la receta de la corrección fraterna que hoy nos propone Jesús. Nosotros en realidad queríamos otra receta: la receta de la destrucción del adversario, o la receta de cómo profundizar la grieta entre argentinos, o la receta de cómo terminar con el distinto porque es mi enemigo. Parece que esas son las recetas que nos gustan, o al menos esas son las que nos salen bien”, lamentó.

Pero además de los pasos, hay ingredientes: “¿Cuáles son los ingredientes de esta receta de la corrección fraterna que hoy nos propone el Señor? El primer ingrediente lo propone la profecía de Ezequiel y es la fraternidad, el compromiso con el otro. Lo que le pasa al otro me tiene que importar, no me puedo desentender de la suerte del hermano”, señaló.

“El segundo ingrediente lo propone la segunda lectura y es el amor mutuo. Es la importancia que tiene el amor entre nosotros, más allá de las simpatías o antipatías. Reconociéndonos hermanos, vivir en el amor mutuo, que tiene que tener también consecuencias sociales, por eso hablamos de una familia grande que es la sociedad”, detalló.

Y el tercer ingrediente, enumeró, es “la humildad, lo deja ver el Evangelio: ‘Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado’. ¿Por qué? Porque soy el primer pecador. Porque yo también cometo muchas faltas y me gustaría que cuando cometa una falta y me vengan a corregir lo hagan con humildad, con paciencia, con cariño, que me traten bien y me den otra oportunidad”.

En contraposición, enumeró los ingredientes que solemos usar en esta receta: “Uno es la indiferencia, el desinterés absoluto por el otro, porque precisamente la otra cara del amor, lo contrario al amor es la indiferencia”.

“El segundo ingrediente que usamos nosotros son los chismes y las habladurías. Ser chismosos, el papa Francisco dice que es ser terroristas. Porque con el chisme ponemos una bomba, y después nos vamos y explota, y termina con la fama de la persona, termina destrozando, porque con la lengua matamos”.

“Qué ingredientes distintos que usamos… por eso tenemos dificultades para corregirnos fraternalmente. Cuando una receta sale mal, tenemos dos opciones: o decir ‘no lo hago más’, o intentarlo una vez más, volver a revisar los pasos, los ingredientes, y arrancar de nuevo”, consideró. 

“Creo que en la Argentina necesitamos volver a intentar entre todos la receta de la corrección fraterna, porque necesitamos fraternidad, porque necesitamos unión, porque necesitamos reconciliación y solidaridad. De lo contrario es imposible que vivamos en un país justo y con paz verdadera”, aseguró.

“El hermano me tiene que importar, y especialmente me tienen que importar los más vulnerables, los que más sufren. Todas mis conductas tienen consecuencias sociales, por eso es tan importante en este tiempo vivir esta fraternidad. Sentirme responsable de mi vida, porque también me siento responsable de la vida del otro”, animó.

“Ojalá, cuando superemos esta pandemia del COVID-19, podamos superar esta otra pandemia, que nos está afectando mucho, la pandemia de la antifraternidad. Y la mejor vacuna la da Jesús hoy en el Evangelio: es sentir que el otro es mi hermano”, afirmó.+