México celebra su Fiesta Patria en medio de una situación difícil

  • 16 de septiembre, 2020
  • Ciudad de México (AICA)
"¡Venzamos el mal a fuerza de bien! ¡Trabajemos todos juntos por nuestra patria!, exhortan los obispos mexicanos.

“Este año no tendremos la emotividad que se respira cuando salíamos a las plazas públicas, para emular lo que sucedió esa noche frente al atrio del templo parroquial de Dolores, cuando el cura Hidalgo convocó a los parroquianos”, escribe el arzobispo de San Luis Potosí, monseñor Jesús Carlos Cabrero Romero en el mensaje de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM) en ocasión a los 210 años de la independencia mexicana que se celebra hoy.

El Grito de Dolores, como se conoce el levantamiento en armas de los indígenas y campesinos convocados por el cura Miguel Hidalgo y Costilla, en la noche entre el 15 y 16 de septiembre de 1810, abrió el camino de la Independencia de México del dominio español. 

A 210 años de esa gesta, el pueblo mexicano, padece hoy otro yugo, el de la pandemia de Covid-19.  Otra “oscuridad” entre las muchas que han asaltado a pueblos y ciudades en la historia del país, se lee en el mensaje de los obispos por esta fiesta patria.  

“La pandemia que sigue haciendo el mundo, ha hecho que estas fiestas, en nuestro país, se vuelvan más oscuras” dice el texto convocando a los mexicanos a seguir las indicaciones sanitarias, especialmente, en las tradicionales reuniones familiares para evitar contagios y, por supuesto, una mayor tragedia.

 En este contexto, recuerda los casi 70. 000 fallecidos y los miles de contagios de Covid-19 que han colocado a México entre los países más golpeados por la pandemia.

Unidad ante los nuevos desafíos
“Sabemos que sólo si estamos unidos y haciéndonos cargo los unos de los otros, podremos superar los actuales desafíos globales y nacionales, buscando cumplir la voluntad de Dios, que quiere que todos sus hijos vivamos en comunión y a la altura de nuestra dignidad”.

Una invitación también a que, confiados en la fe, lleven ánimo y esperanza a los enfermos y vulnerables, a los pobres y desamparados, a los que sufren por la violencia y un nuevo impulso a la cultura democrática y a la auténtica promoción del bien común, a la comunidad educativa y a todo el pueblo de Dios.

El mensaje de la CEM, sin embargo, recuerda que son muchos los retos que enfrenta un país necesitado de reconciliación y fraternidad ante los muchos “resentimientos” como el odio y la división. “Necesitamos sanear la vida social. No hay paz sin verdadero desarrollo y sin justicia” dice monseñor Cabrero al recordar que el mensaje del Evangelio es de verdad, libertad, solidaridad y reconciliación.

“¡No dejemos que el mal venza! ¡Venzamos el mal a fuerza de bien! ¡Trabajemos todos juntos por nuestra patria!, exhortan los obispos mexicanos. La obligación de cada ciudadano es la de ser constructores de puentes para alcanzar una verdadera “cultura del encuentro” y una verdadera participación social. 

“Necesitamos trabajar -añade el mensaje de los obispos- para instaurar una amistad cívica que nos lleve a renunciar o a alejarnos de todo tipo de confrontación dejando al lado los intereses personales, partidistas o de grupos de poder que sólo hacen daño a los más necesitados”.

Los sacerdotes Miguel Hidalgo y José María Morelos no murieron excomulgados
El padre Gustavo Watson, director del Archivo Histórico del arzobispado de México, fue comisionado en el 2009 para resolver un fallo a propósito de la situación canónica de los “Padres de la Patria” mexicanos. El dictamen fue que los sacerdotes Miguel Hidalgo y José María Morelos no murieron excomulgados como se presume en la historia oficial.

En primer lugar, -aclara el semanario católico mexicano Desde la Fe- las excomuniones a los insurgentes (Hidalgo -el 24 de septiembre de 1810- y Morelos – el 22 de julio de 2814) no fueron procesadas por el levantamiento independentista ni por sus ideas políticas o sociales, sino por haber atentado en contra de civiles, y contra religiosos y sus bienes, durante las campañas militares.

Sin embargo, hubo varias irregularidades de forma y fondo en los juicios realizados; una muy importante fue que el entonces obispo electo de Michoacán, canónicamente no habría tenido la facultad para excomulgarlos, ya que su nombramiento no había sido ratificado por Roma.

Pero lo más importante es que ambos murieron reconciliados con la Iglesia, pues el Padre de la Patria se confesó antes de ser ejecutado, mientras que el Siervo de la Nación mantuvo su fidelidad, pues durante su traslado a San Cristóbal Ecatepec se detuvo a rezar en Capilla del Pocito, en la Villa de Guadalupe, antes de ser ejecutado.

El dictamen del padre Watson desestimó la “leyenda” de que a ambos sacerdotes se les haya raspado la cabeza y las manos durante el juicio de degradación, pues dicho acto estaba en desuso para el siglo XIX. +