Misionar en pandemia: Jóvenes porteños asistieron a barrios vulnerables de la ciudad

  • 14 de enero, 2021
  • Buenos Aires (AICA)
El contexto de pandemia no impidió a los jóvenes de la parroquia Santa Magdalena Sofía Barat de la arquidiócesis de Buenos Aires realizar su misión de verano. Esta vez, en villas de la ciudad.

La parroquia Santa Magdalena Sofía Barat de la arquidiócesis de Buenos Aires realizó una misión de verano en dos villas de emergencia de la ciudad. Acompañados por el presbítero Alejandro Pavoni, vicario parroquial de la comunidad, una decena de jóvenes asistió al Barrio 31 de Retiro, y otros diez misionaron en la Villa 21-24 de Barracas. 

Cada año, los jóvenes de la parroquia misionan en distintos parajes del interior de la provincia de Catamarca. Pero ante el contexto de pandemia, se organizaron visitas a dos barrios vulnerables de la capital porteña entre el domingo 3 de enero y el domingo 10.

En la parroquia Cristo Obrero de la Villa 31, fueron recibidos y acompañados por el vicario parroquial, presbítero Agustín Solari López; mientras que, la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé recibió a los jóvenes en uno de los colegios parroquiales y fue el presbítero Facundo Ribeiro quien se encargó de guiar las actividades.

Los misioneros adaptaron las actividades según el protocolo sanitario, visitando algunas casas, realizando juegos con los niños, misas en espacios públicos y procesiones con la imagen de la Virgen por las calles del barrio. También participaron de la olla popular organizada en cada barrio y asistieron a los Hogares de Cristo y al Hogar del Abrazo Maternal de la Villa 31. 

La experiencia de misionar en pandemia
Malena Zardain y José Pfister participaron de la misión en el Barrio 31 y ambos dicen que la experiencia fue “totalmente distinta” a lo que venían viviendo como grupo en los últimos años. “Cuando se dio la posibilidad de ir a misionar, surgieron muchas dudas porque muchos vivimos con personas de riesgo y tomar la decisión fue un desafío y una responsabilidad”, relata Malena. 

También menciona que fue difícil pensar la logística de los juegos y las actividades con los protocolos adecuados porque “cuidarnos dependía 100% de nosotros”. Sin embargo, la joven expresa que “la alegría de estar donde Jesús nos llamaba venció cualquier miedo y dificultad. Sabernos presentes en un lugar que pese a cualquier virus necesita ser visto, oído y comprendido, nos llenó el corazón”.

Por su parte, José hizo referencia al barbijo como “la primera barrera que hubo que superar”,  pero luego “pudimos ver las huellas de María y de Jesús en cada una de las personas, y darnos cuenta de que con o sin barbijo, Dios se hace presente de mil maneras distintas, para compartirnos y escuchar a los demás”.

El joven también se refiririó a uno de los temas trabajados en el grupo: “La fe es contraria al miedo”. “Y las personas de la villa nos decían lo mismo. A pesar de nuestros defectos, las cosas que hicimos mal y nuestros miedos, no hay lepra ni covid en la que Dios no se haga presente y permita que las cosas buenas también vayan dando fruto”, concluyó.

Francisco Aliano, que hizo su misión en el Barrio 21-24, destacó “el amor de la gente que se sienta a compartir una charla, como si ya te conociera”. Lo que más lo marcó fueron las historias de vida de las personas que se cruzó, provenientes de distintas provincias y de otros países: “Todos resaltan su apoyo en Dios. Las personas se sienten bien porque saben que lo tienen a Dios”. 

Además, el joven rescató el valor de la fraternidad que se vive en el barrio: “Entre ellos son familia y se cuidan la espalda. Hicimos la olla popular y todos colaboran, se tratan como hermanos y no quieren que nadie se quede con hambre. Todo eso en nombre de Jesús”. +