La expropiación de escuelas católicas es por odio a la fe

  • 2 de octubre, 2019
  • Asmara (Eritrea) (AICA)
Los obispos eritreso denunciaron un camino de persecución contra las obras de la Iglesia Católica in

Cierres, requisiciones y finalmente estatalización de clínicas, hospitales, escuelas e institutos de formación. Un camino de persecución contra las obras de la Iglesia Católica –denunciaron los obispos eritreos– iniciado por el gobierno de Asmara hace casi dos años.

Con la orden de cerrar la escuela secundaria del Santísimo Sacramento del Seminario de la capital. Una institución histórica, que en el transcurso de más de un siglo ha desempeñado un importante papel cultural y espiritual, al servicio de la Iglesia y del país. A esto siguió después la confiscación de ocho centros de salud y la nacionalización de otras 21 clínicas, y finalmente, la nacionalización de tres importantes escuelas infantiles, primarias y secundarias.

“Sobre todas estas medidas –escriben los obispos en una carta enviada al Ministro eritreo de Educación Pública– formulamos nuestra debida y legítima protesta”.

También destacan la misión y el papel de la Iglesia para el bien del país, que siempre ha estado comprometida con la “promoción integral” de la persona, activa en los campos de la educación, la salud y el desarrollo social en general, “no sólo dentro de sus recintos sagrados, sino en los campos abiertos de las escuelas, clínicas y hospitales es decir, en todas partes donde los hombres y las mujeres reivindican el derecho y la necesidad de que se les cuide y eduque, y la Iglesia se siente capaz de contribuir a su bienestar general”.

En cuanto a la nacionalización de las escuelas, los obispos subrayan que el único fin de la Iglesia en la gestión de sus instituciones educativas, es “la contribución honesta, correcta y apasionada a la promoción integral del hombre, hoy como ayer”. Pueden dar testimonio de ello –añaden– sin ser desmentidos, cuantos, hombres y mujeres de cualquier religión y curso de vida, han pasado por nuestras aulas, han saboreado las enseñanzas de vida, y hoy están dispersos por todo el mundo”.

Además, los prelados recuerdan el papel histórico desempeñado por las instituciones religiosas, no sólo católicas, sino también ortodoxas, islámicas y judías, que han contribuido a la “formación, constitución y definición de la identidad y la cultura”.

Entonces –se preguntan los obispos– ¿cómo enmarcar esta expropiación a la Iglesia de sus instituciones educativas, instrumentos a través de los cuales ha influido profundamente en el crecimiento, el progreso y la civilización de todo un pueblo? Si esto no es odio contra la fe y la religión, ¿qué más puede ser? Al retirar a los niños y jóvenes de las estructuras capaces de formarlos en los valores supremos del temor de Dios y de la ley moral, ¿qué nuevas generaciones se quieren preparar para el futuro de este país?

“Si hubieran situaciones que necesiten ser corregidas o ajustadas, no sólo es bueno, sino que es el único camino viable que esto tenga lugar en el contexto de un diálogo abierto y constructivo”, propusieron los obispos. En el caso de las instituciones de salud, las autoridades civiles sólo se justificaron en la suposición de que dichas instituciones serían “innecesarias” por existir los centros de atención en salud estatales.

La situación de derechos humanos en Eritrea fue frecuente fuente de alertas por parte de organismos internacionales. El país es administrado por un partido político único y la Iglesia tuvo controversias con las autoridades por la falta de acciones para prevenir la emigración de los habitantes y los llamados de los obispos a la reconciliación nacional.+