Francisco: 'Llevar el rostro del Padre a todos los hermanos'

  • 4 de febrero, 2024
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El Papa alentó a ser "portadores de la esperanza y la sanación de Dios". "Cuando descubrimos el verdadero rostro del Padre, nuestra fe madura", expresó.

El Papa Francisco rezó, este domingo 4 de febrero, el Ángelus junto a un grupo numeroso de fieles que se congregaron, como cada semana, en la plaza de San Pedro para compartir con el pontífice esa oración mariana.

En su reflexión previa a la oración, a la luz de la Palabra del día, el Pontífice recordó que “Jesús, que sale al encuentro de la humanidad herida, nos manifiesta el rostro del Padre. Puede que en nuestro interior aún tengamos la idea de un Dios distante, frío, indiferente ante nuestra suerte. El Evangelio, en cambio, nos muestra que Jesús -después de haber enseñado en la sinagoga- sale, para que la Palabra que ha predicado pueda alcanzar, tocar y sanar a las personas”. 

“De ese modo, nos revela que Dios no es un amo distante que nos habla desde lo alto; por el contrario, es un Padre lleno de amor que se hace cercano, que visita nuestras casas, que quiere salvar y liberar, sanar todo mal del cuerpo y del espíritu”, manifestó.

Además aseguró que "Dios está siempre cerca de nosotros", y su actitud es de "cercanía, compasión y ternura". “No hay que olvidar que Dios se acerca para acompañarnos, con ternura, y para perdonarnos”, agregó. 

Movimiento y oración como fortaleza
En el constante movimiento -dijo asimismo-, “Jesús también se retira en oración, para llevar todo y a todos al corazón del Padre”. El pontífice señaló que la oración “es la que le da fuerzas para seguir, para volver de nuevo a los hermanos”.

“Podemos preguntarnos: ¿hemos descubierto el rostro de Dios como Padre de la misericordia, o más bien anunciamos y creemos en un Dios frío y distante? ¿La fe nos mueve a ponernos en camino?, ¿o es un consuelo intimista que nos deja tranquilos? ¿Rezamos solo para sentirnos en paz?, ¿o la Palabra que escuchamos y predicamos nos hace salir también a nosotros, como a Jesús, al encuentro de los demás, para difundir el consuelo de Dios?”, reflexionó.

A fin de responder esos interrogantes, el Obispo de Roma alentó a mirar el camino de Jesús, a recordar que el primer “trabajo espiritual”, para alcanzar una fe madura, es “abandonar la idea de un Dios que creemos distante y convertirnos, cada día, al Padre del amor y la compasión, ponernos en camino como Jesús y pedirle a María, mujer en camino, que nos ayude a salir de nosotros mismos para anunciar y testimoniar al Señor”.

“Cuando descubrimos el verdadero rostro del Padre, nuestra fe madura: ya no nos quedamos -como ‘cristianos de sacristía’ o ‘de salón’-, sino que nos sentimos llamados a ser portadores de la esperanza y la sanación de Dios”, finalizó.