Mons. Castagna: 'La contemplación y la vida bautismal'

  • 18 de julio, 2025
  • Corrientes (AICA)
El arzobispo destacó que "la dimensión contemplativa de la vida cristiana, constituye la condición imprescindible para lograr la plena vivencia de la fe" y agregó: "Cuando se descuida, decrece la fe".

Monseñor Domingo Castagna, arzobispo emérito de Corrientes, destacó que "la dimensión contemplativa de la vida cristiana, constituye la condición imprescindible para lograr la plena vivencia de la fe bautismal".

"Cuando se descuida, decrece la fe misma y sus inevitables consecuencias, en la vida corriente", advirtió.

"María de Betania es un ejemplo de auténtica contemplación", indicó y agregó: "Su versión masculina es el apóstol y evangelista Juan".

El arzobispo recordó que "María Magdalena se une a ellos, tomada de la mano de la Santa Madre de Dios".

"La Virgen María, desde la Anunciación, inicia la contemplación del Verbo encarnado en su seno virginal. Es, ciertamente, maestra única de contemplación", aseguró. 

"En ella, de manera inequívoca, su Hijo Dios y Hombre -por causa de un amor purísimo- es 'la mejor parte que no le será quitada'", concluyó.

Texto de la sugerencia
1.- Los amigos de Jesús. En este texto se destaca la capacidad de amistad del Hijo de Dios, hecho Hijo del hombre. La familia de Lázaro, Marta y María, de la comarca de Betania, recibe, con innegable habitualidad, a Jesús. La entrañable amistad, que el Señor dispensa a los tres hermanos, se expresa en momentos de gran emotividad. Desde la resurrección de Lázaro, la fe de Marta y la actitud contemplativa de María, transparentan los vínculos más estrechos de afecto que los unen a Jesús. La santa libertad con que el Señor trata a sus amigos constituye un auténtico modelo. Así se comporta con sus Apóstoles, con María Magdalena y las santas mujeres, presididas por la Virgen Santísima. En su Corazón  de carne, profundamente humano, palpita el Amor divino. Su amor filial al Padre, hace, de cada cristiano, un hijo de su Padre y hermano de todos los hombres. La disminución de la conciencia de la filiación y de la fraternidad, convierte a los hombres en extraños, cuanto intentan establecer relaciones familiares y de amistad. De esa manera, se entiende, particularmente, cuando esa extrañeza se desborda en la enemistad y el odio. Debemos volvernos a Jesús, que visita a sus entrañables amigos de Betania. Con ellos pasa muchas horas de intimidad, de la que hace partícipes a sus amigos los Apóstoles. Está poniendo los cimientos de una sociedad inspirada por el amor.  El diálogo de Jesús con Marta es considerado modélico. Jesús reprende a Marta que critica a su hermana María por adoptar un estado silencioso de escucha y de contemplación. El Señor jerarquiza las diversas actitudes de la vida, la más importante es la que escoge María. Jesús indica a Marta el error de su comportamiento y lo compara con el de María: "Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada". (Lucas 10, 41-42) La relación contemplativa que mantiene absorta a María, a los pies del Maestro, constituye lo único necesario y "la mejor parte, que no le será quitada". Esta valoración, con la que Jesús identifica la actitud de María, y descalifica la de la ansiosa Marta, es lo necesario que el mundo no sabe incorporar - como principal  - entre sus prioridades.

2.- Lo único necesario. Ciertamente el amor a Dios, y al prójimo, es lo único necesario. Prevalece sobre todo otro valor. María se mantiene en silencio, con el oído atento a las palabras de Jesús y la mirada absorta en su divino rostro. El mundo concentra su atención en muchas cosas, algunas no muy recomendables, y desecha priorizar la divina inspiración.  Sin el silencio de todo lo propio, es imposible emprender un sendero que conduzca a la sabiduría. La insensatez, como se presenta en el mundo bullicioso y extrovertido, posee un lugar de especial captación en la Biblia: "el número de los necios es infinito" (Eclesiastés 1, 15)  ¡Qué actuales son estas palabras de la Escritura! La necedad, o atontamiento, puede coexistir con la ilustración más apreciada por los hombres. El sabio se forja en la humildad, ya que se dispone a aprenderlo todo, particularmente de Dios. Se confirma que la necedad cobra sus víctimas entre los más encumbrados, por su evolución intelectual, y los más destacados, por su posicionamiento científico e ideológico. San Pablo, formado en la prestigiosa escuela de Gamaliel afirmaba: "Por eso me presenté ante ustedes débil, temeroso y vacilante. Mi palabra y mi predicación no tenían nada de la argumentación persuasiva de la sabiduría humana, sino que eran demostración del poder del Espíritu, para que ustedes no basaran su fe en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios" (1 Corintios 2, 3-5). El gran Apóstol de los gentiles obtiene del Espíritu una asombrosa libertad, que lo aleja de su cuna farisaica, para orientar hacia Cristo Jesús a quienes provienen de la gentilidad. Su firme oposición a judaizarlos proviene de la convicción de que la fe es libertad e independencia de las prácticas religiosas de su pueblo de origen. Ese misterioso aprendizaje debe  ocupar la vida. Se corre el riesgo de caer en el fariseísmo y perder la libertad que Cristo ha obtenido, para todos, desde la Cruz. Dirigiéndose a los Gálatas, lo expresa de esta manera: "Esta es la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes para no caer de nuevo bajo el yugo de la esclavitud". (5, 1) El Apóstol introduce esta aclaración para demostrar que la causa de toda libertad es el amor. Si no amamos a Dios y a los hermanos - como Jesús - recaemos en la esclavitud del pecado. Constituye el meollo de la predicación apostólica. El esfuerzo misionero de la Iglesia desemboca en el Evangelio, como poder divino y principal llamado a la libertad.

3.- La contemplación, fuente de sabiduría. Hace pocos días hicimos memoria de San Benito y su extraordinaria influencia en la historia de su época. Ciertamente en los contemplativos Dios encarna su Palabra y su pensamiento. Es importante que, en la Iglesia, se destaque la contemplación como fuente de sabiduría. En su vocación de servicio aparece la contemplación como la dimensión moderadora de la vida cristiana. Cuando, por causa de su carencia, se produce un debilitamiento en la acción evangelizadora, en lugar de despejar el camino, sobreviene en los fieles, una confusión indescriptible.  Sorprende la claridad en la prédica del Papa León XIV. Se empeña en responder a las inquietudes más acuciantes de nuestra sociedad. Lo hace con éxito notable. Se aproxima al estilo parabólico de Jesús, el divino Maestro. Como entonces el Señor, la Iglesia se cuida hoy de no sacrificar la comprensión de la Verdad en aras de la perfección literaria. El lenguaje de Jesús concilia, admirablemente, la Verdad revelada con la simplicidad del lenguaje. El Papa es un buen discípulo del Señor. El mundo, en muchos de sus dirigentes, también eclesiásticos, se confunde al intentar transmitir ciertas verdades, formuladas hoy en un lenguaje comunicacional ambiguo. Jesús enseña a ser simples y humildes al transmitir la Verdad. Sus destinatarios son todos los hombres. La Iglesia, por lo mismo, debe a todos la Palabra de Dios o el mensaje evangélico. La hermenéutica no puede contradecir el contenido revelado del Evangelio, al contrario, debe servir a su entendimiento.  Los santos contemplativos, cuyo modelo es María de Betania, son los auténticos testigos de la Palabra que escuchan y obedecen. La contemplación es una dimensión de la vida cristiana que no se pude obviar. Jesús, en un diálogo cordial con Marta, la considera "la mejor parte". María, hermana de Marta y Lázaro, supo elegirla y constituirla en el centro de su vida. Cristo es la mejor parte y colma los anhelos del corazón humano. Es preciso que cada uno refiera todo a Cristo; que se presta a la contemplación y logra una trayectoria espiritual precisa, producto de la atención a la Palabra Eterna del Padre. Marta, la del sentido práctico, necesita dar lugar a María que, con gran sabiduría, sabe escoger "la mejor parte". Si se sabe elegir como María, se evitarán los desaciertos que jalonan hoy el comportamiento humano habitual.

4.- La contemplación y la vida bautismal. La dimensión contemplativa de la vida cristiana, constituye la condición imprescindible para lograr la plena vivencia de la fe bautismal. Cuando se descuida, decrece la fe misma, y sus inevitables consecuencias, en la vida corriente.  María de Betania es un ejemplo de auténtica contemplación. Su versión masculina es el Apóstol y Evangelista Juan. María Magdalena se une a ellos, tomada de la mano de la Santa Madre de Dios. La Virgen María, desde la Anunciación, inicia la contemplación del Verbo encarnado en su seno virginal. Es, ciertamente, maestra única de contemplación. En ella, de manera inequívoca, su Hijo Dios y Hombre - por causa de un amor purísimo - es "la mejor parte que no le será quitada".+