La Comunidad de San Egidio recordó el atentado a la AMIA

  • 18 de julio, 2025
  • Buenos Aires (AICA)
Con el lema "Del dolor a la fraternidad", esa comunidad realizó un acto en el que hablaron el Pbro. White; el médico Siseles; la periodista Amoroso; el Sr. Basiglio y Marco Gallo.

A 31 años del atentado a la AMIA, la comunidad de San Egidio organizó el lunes 14 de julio un acto recordatorio con el lema "Del dolor a la fraternidad", en la Casa de la Amistad, Rivadavia 851, de la ciudad de Buenos Aires.

Hablaron en el acto el presbítero Carlos White, responsable de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la arquidiócesis de Buenos Aires; la periodista televisiva Carolina Amoroso; el médico y profesor universitario Néstor Siseles, miembro de la comisión directiva de la AMIA; Hugo Basiglio, hijo de Hugo Norberto Basiglio, una de las 85 personas muertas en el atentado, y Marco Gallo, referente de la comunidad San Egidio en la Argentina.

El fundador de San Egidio, el intelectual italiano Andrea Riccardi, envió un saludo grabado "a las autoridades judías, a las organizaciones judías, a todos los participantes, a la Comunidad de San Egidio de Buenos Aires", diciendo que actos como éste "no son acciones periféricas o secundarias en el corazón de San Egidio sino que son acciones tan importantes, sobre todo en un mundo minado por los odios y la violencia".

Del médico Siseles

"Este mes se cumplen 31 años del atentado-masacre terrorista contra la AMIA y, a pesar de la impunidad vigente y el dolor que no cesa, estos espacios reconfortan -dijo el médico Néstor Siseles, directivo de AMIA y profesor en la Universidad de Buenos Aires (UBA)-. Nos hacen ver que no estamos solos en el reclamo de justicia".

"Ese momento trágico lo viví a corta distancia -contó-, como médico en actividad en el cercano Hospital de Clínicas, escuchando las sirenas, los gritos de horror y dolor, los escombros. El desconcierto marcaba nuestras conciencias.

"AMIA era una institución que en el momento del atentado terrorista estaba celebrando sus 100 años de historia, 100 años de proyectos sociales, educativos y culturales, destinados no sólo a la comunidad judía de Argentina, sino a toda la sociedad.

"Pero la bomba no nos venció -dijo-. Nos pusimos de pie. A pocas horas de la explosión ya AMIA volvió a funcionar atendiendo a las familias, brindando ayuda y contención. Con el correr del tiempo, todas las áreas de trabajo se fueron recuperando y creciendo aún más."

Más adelante agradeció "a la comunidad anfitriona de San Egidio por estar presente todos los años, por el compromiso, el sentimiento compartido y el apoyo permanente".

"El diálogo interreligioso no es sólo un espacio de reflexión -dijo-; es también una forma de sostenernos unos a otros frente a una sociedad que muchas veces nos empuja a la indiferencia o lo que es más dañino, al enfrentamiento.

"Es muy importante para nosotros sentir este acompañamiento y es algo que nunca olvidaremos. Pues el sufrimiento cuando es acompañado, no se vuelve más liviano, pero sí más humano".

Pbro. White: "Sabiduría para ejercer la justicia"

El padre Carlos White expresó que el atentado de 1994 fue un ataque primordialmente dirigido contra la comunidad judía pero también contra todo el pueblo argentino. Acompañó el dolor y recordó que siendo párroco en Palermo todos los 18 de julio invitaba a un rabino y "nos uníamos para pedir juntos". Señaló que el único camino ante la violencia es la justicia. Y recordó un pasaje de la Biblia: Cuando Dios le pregunta a Salomón qué desea, él le pide sabiduría para ejercer la justicia. Siempre me pareció un texto fundamental, porque si no hay justicia, el contrato social se rompe".

Hugo Basiglio señaló que tenía solamente 14 años cuando su padre, que había trabajado como electricista para la AMIA, había ido a cobrar allí su último trabajo, y no regresó. Su madre quedó viuda, con siete hijos. Hugo señaló que su hermana menor tenía apenas ocho meses cuando su padre murió: "Ella no conoció su cara, su voz, su perfume. Yo lo disfruté hasta los 14 años, pero ella no". Afirmó que vamos a "seguir exigiendo justicia hasta el último día de nuestras vidas".

Carolina Amoroso subrayó el valor de la verdad, la importancia de escribir y mantener la historia como fue realmente, sin que la cambien.

Marco Gallo: "Son heridas que sangran"

A su vez, el referente de San Egidio, Marco Gallo, manifestó la intención de hacer memoria, en oración, como cristianos, de las víctimas del atentado; de estar cerca, con compasión y afecto, de la comunidad judía y de todos los familiares.

El texto completo de sus palabras es el siguiente:

"El 18 de Julio de este año se cumplirán 31 años del terrible atentado a la sede de la AMIA, donde 85 personas murieron a causa de la locura terrorista y de una violencia ciega. A 85 personas, no solo judíos, le han sido truncadas las vidas, a otros mutilados los cuerpos, mientras que a los familiares les han Quedados heridas insanables, que ni siquiera el correr del tiempo podrá curar del todo. Son heridas que sangran y que piden justicia.

La Comunidad de Sant' Egidio ha querido estar siempre cerca de la comunidad judía, como de los familiares de las víctimas, con el medicamento de la compasión, del afecto, de la cercanía, evitando el aislamiento de la comunidad y con la conciencia de que la herida de la AMIA es una herida para toda la ciudad: es una memoria inclusiva, no una memoria exclusiva de la comunidad judía.

Recuerdo muy bien aquel día, el lunes 18 de julio de 1994, un día después de la final del campeonato mundial de fútbol en Estados Unidos; Salí de mi casa (vivíamos en el Parque Chacabuco, en la calle San José de Calasanz), y mientras cruzaba la avenida Directorio escuché la terrible explosión; enseguida me di cuenta que algo tremendo había ocurrido; estaba lejos, muchas cuadras de la AMIA, pero el ruido fuerte parecía como un gran verdad. Después del atentado me acordé como en el marzo de 1992 en ocasión del primer atentado en Buenos Aires a la Embajada de Israel, había visto impotente la nube infernal producto de la explosión, siendo que trabajaba a cinco cuadras de la calle Arroyo y un detalle no menor para nosotros es que con Andrea Poretti habíamos pasado unos 15 minutos antes de la explosión por ese lugar.

"Esto me hizo reflexionar sobre la casualidad de los eventos, que en cierto sentido todos somos sobrevivientes en las catástrofes y, por otra parte, pensar en la protección de Dios sobre nuestras vidas.

"La amistad ya iniciada al comienzo de los años Noventa entre la Comunidad de Sant'Egidio y la comunidad judía se había fortalecido significativamente cuando el 8 de Julio de 1994 el Gran Rabino de la AMIA, Slhomo Benhamú, vino a visitarnos a nuestra sede del barrio de San Telmo, y nos contó acerca de la vida de la comunidad judía en Buenos Aires y en Argentina. En esa oportunidad nos habló también de AMIA, del significado y del valor que tenía para la comunidad local y nos invitamos a visitarla. Fue muy impactante entonces que diez días después de este significativo encuentro, pasó lo que pasó.

"La emoción mezclada con el desconcierto fue muy fuerte: era como si a un amigo tan cercano le habían desgarrado el corazón, las esperanzas y las ilusiones. No Podíamos quedarnos ni inertes ni indiferentes; Andrea Riccardi, el iniciador de la Comunidad de San Egidio en Roma, desde siempre nos había enseñado a cultivar la compasión, a no huir del dolor ajeno, sobre todo cuando éste golpeaba a "nuestros hermanos mayores". Es importante destacar que en Roma, a partir de los años Ochenta, la Comunidad de San Egidio había trabajó mucho, sobre todo en los colegios, con los jóvenes para luchar contra el antisemitismo. Por esto organizamos a un mes del atentado en la Plaza Bernardo Houssay una oración interreligiosa, junto a otros grupos y organismos, entre quienes estaban Sergio Bergman, Silvina Chemen, y otros amigos.

También participamos en la marcha por la paz y contra el terrorismo en la Plaza de los dos Congresos y desde aquel momento cada año estuvimos presenta todos los 18 de julio, en el acto central en la calle Pasteur.

"Quisimos también hacer memoria en la oración, como cristianos, de las víctimas del atentado. Recuerdo que durante muchos años en la Iglesia del Carmen rabinos y obispos católicos acudieron juntos con los familiares para una invocación común de justicia, de paz y de renovada fraternidad. En los últimos años organizamos unas marchas de la memoria bajo el lema "AMIA, una herida para toda la ciudad"; junto a un grupo de familiares, con antorchas encendidas como signo de esperanza frente a las tinieblas del mal y de la división, marchamos desde la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, ubicada en la calle Rodríguez Peña, hasta la sede de la AMIA en Pasteur. Feliz coincidencia la cercanía entre la iglesia donde rezamos y la sede de AMIA.

"En una de estas marchas en 2009, Andrea Poretti de la Comunidad de San Egidio afirmaba: "El silencio es el respeto profundo por tantas vidas truncadas por la violencia y el no sentido, el silencio también quiere esconder y contener tantas invocaciones personales y comunitarias de pedido de ayuda y de solidaridad. El silencio delante de una ciudad distraída y tal vez indiferente quiere ser como un grito, un grito de memoria porque verdaderamente la herida de la AMIA es la herida de la ciudad."

"Y la novedad de esta alianza -prosiguió Marco Gallo- fue bien evidenciada en la marcha del 2007 por el rabino Alejandro Avruj, que dijo que era un hecho histórico que en Buenos Aires por primera vez marcharan juntos judíos y cristianos. Esta alianza en los años se ha ido consolidando y hoy a 31 años, queremos seguir diciendo presente en el recuerdo de Hugo, de Christian, de Sebastián, de Berta y de todas las víctimas.

"Presentes y cercanos porque solo el amor compasivo y la ternura, como nos enseña Papa Francisco, puede aliviar el dolor y la tristeza de la pérdida de los propios seres queridos. Los familiares pueden estar seguros que nunca quedarán solos en el dolor y en desconsuelo.

"Y este encuentro de fraternidad de hoy, como también recordaba en el video Andrea Riccardi se coloca emblemáticamente a la vigilia del 60º aniversario del documento conciliar "Nostra Aetate" que ha impulsado con fuerza el diálogo judío-cristiano fraternidad no vence la lógica cainesca, queremos con "nuestros hermanos" mayores" ayudar para reparar el tejido desgarrado de nuestras sociedades.

"Queremos resistir al mal con el bien de la fraternidad y de la cercanía. El grande Heschel dijo: "A la luz de la Biblia el bien es más que un valor; es una preocupación divina, un camino de Dios...No hay reverencia por Dios sin reverencia por el hombre. El amor al hombre es el camino hacia el amor a Dios". En esto estamos seguros de que venceremos".

Oración fúnebre

En el acto rezó una oración fúnebre el gran rabino de la AMIA, Eliahu Hamra.

Entre otras personas, asistieron Claudio Epelman, del Congreso Judío Latinoamericano; el secretario general de la Asociación Cristiana de Jóvenes, Mario Cenci; María Florencia Uriburu, colaboradora de la Comisión Episcopal de Ecumenismo y Relaciones con el Judaísmo, el Islam y las Religiones; el diácono permanente Rodolfo Sánchez Rubio y Juan Víctor Szymko, ambos de la diócesis de San Justo, y colaboradores de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la arquidiócesis porteña.+