Los sacerdotes de San Isidro celebraron su Jubileo

  • 12 de septiembre, 2025
  • San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
La misa fue presidida por el obispo sanisidrense Guillermo Caride y concelebrada por el obispo auxiliar, monseñor Raúl Pizarro y el obispo de Rawson, monseñor Roberto Álvarez, en la catedral local.

El clero sanisidrense celebró el 10 de septiembre el Jubileo de los Sacerdotes con una misa en la catedral San Isidro Labrador, presidida por el obispo, monseñor Guillermo Caride y concelebrada por el obispo auxiliar, monseñor Raúl Pizarro; el obispo de Rawson, monseñor Roberto Álvarez y los sacerdotes presentes.

En su homilía, monseñor Caride expresó: "La esperanza nos acerca el futuro de Dios a nuestro presente; nos atrae y anticipa aquello que Él llevará a plenitud en nuestra vida. 'Que Dios complete y perfeccione la obra que Él mismo ha comenzado en ti", se nos dijo en la ordenación'". 

Tres movimientos de la esperanza
A su vez, les propuso "detenernos en tres movimientos de la esperanza en nuestra vida sacerdotal: velar, disponibilidad e identificación con Cristo".

"El velar es el ámbito en el que la esperanza atraviesa nuestras frustraciones, cansancios y desilusiones", consideró, y agregó: "En el velar, en la intimidad de la oración, el Espíritu abre esos círculos, los trasciende y nos conduce más allá de la repetición del  pasado. Así, la vida personal, eclesial y del mundo entero se abren a la atracción del Espíritu, atracción desde la plenitud del futuro de Dios".

"La disponibilidad es la que nos abre al gozo nuevo, desbordante e inesperado que solo Dios puede suscitar en la misión. Podemos jubilarnos de un oficio eclesial, pero nunca de nuestra configuración con Jesús Buen Pastor.", profundizó el titular de la Iglesia de San Isidro.

Sobre la identificación con Cristo, indicó: "Este movimiento moldea los rasgos de nuestra fraternidad sacerdotal en tiempos de individualismo, de nuestra pobreza evangélica en tiempos del consumismo y exclusión social. Una fraternidad modelada desde la misericordia que abraza la fragilidad, que hace de nuestra vulnerabilidad  el lugar desde donde nos vinculamos".

"Señor, concédenos ser un signo de tu mirada de esposo hacia la Iglesia. Una mirada misericordiosa que abraza la fragilidad, que sostiene la tensión de la diferencia, que no concluye sino que asume lo abierto, que es paciente en las dificultades, que es valorativa  de cada uno, una mirada que invita a una libertad adulta y no es posesiva. ¡Quiero mirar la Iglesia como Jesús la mira!", concluyó.+