La vida contemplativa de la región Centro tuvo su jubileo en Córdoba
- 16 de septiembre, 2025
- Córdoba (AICA)
Participaron religiosas y religiosos de seis diócesis. El Card. Rossi presidió la misa, en la que invitó a la reflexión sobre el caminar juntos en la fe y la hermandad.

Religiosas y religiosos de seis diócesis de la región Centro se unieron el 8 de septiembre para celebrar el Jubileo de la Vida Contemplativa, en la abadía Gaudium Mariae de las Hermanas Benedictinas en la localidad cordobesa de San Antonio de Arredondo.
La jornada comenzó con una peregrinación. El Santísimo Sacramento, llevado en procesión, guió a los participantes desde la entrada de la abadía hasta la iglesia. Este recorrido, acompañado de cantos y reflexiones, sirvió como un momento de preparación espiritual para la misa.
La Eucaristía, el corazón del encuentro, fue presidida por el arzobispo de Córdoba, cardenal Ángel Rossi SJ y concelebrada por monseñor Alejandro Musolino SDB, obispo auxiliar de Córdoba, el padre Pablo Ureta OCD, el padre Gerardo, ermitaño y el capellán de las monjas Benedictinas.
Fue un momento solemne y lleno de significado, en el que las voces de las diferentes comunidades se unieron en oración.
En su homilía, el cardenal Rossi instó a la Iglesia y, en particular, a la vida contemplativa, a volver a sus orígenes.
Según el purpurado, la fe no puede ser una práctica estática ni defensiva; por el contrario, debe ser una fuerza viva, "recién nacida", que se desprenda de sus propias seguridades para poder transformarse.
El arzobispo cordobés advirtió que una vida consagrada que se aferra a la supervivencia y se cree poseedora de la verdad, se vuelve "mortecina" y no logra contagiar ni provocar nada. "El verdadero sentido de esta vocación -argumentó- se encuentra en arriesgarlo todo, incluso al punto de asomar al vértigo del fracaso".
Entrar en las entrañas de Dios
El cardenal Rossi también hizo un llamado a la humildad, destacando la importancia de una vida consagrada que no busca el brillo ni la exhibición. Citando a Edith Stein, recordó que la historia a menudo es moldeada por personas que nunca aparecen en los periódicos.
El purpurado describió la vida contemplativa como la capacidad de "entrar en las entrañas de Dios", un espacio de misericordia que acoge a todos sin excepción. Imaginó a la vida consagrada como un "sacramento de acogida, de escucha y de hospitalidad", capaz de conmoverse ante el dolor de su pueblo y de ofrecer un refugio, como un "ciprés siempre verde", que cura las heridas y reconstruye las almas.
Después de la misa, la comunidad compartió un almuerzo fraterno. Este espacio, fuera del rito formal, permitió a los participantes conectar a un nivel más personal.
El encuentro culminó con unas palabras del cardenal Rossi sobre la sinodalidad y la vida contemplativa, un tema que invita a la reflexión sobre el caminar juntos en la fe.
La presencia de diversas comunidades -las hermanas del Carmelo de San José, las hermanas Carmelitas de Alta Gracia, los Monjes de la Santa Cruz, las hermanas Siervas del Espíritu Santo de Perpetua Adoración, las Monjas Benedictinas, hermanos y hermanas ermitaños de Río Cuarto, de la Prelatura de Deán Funes y de Córdoba y cuatro hermanas contemplativas dominicas- fue un testimonio del poder de la fe para unir a personas de diferentes vocaciones.
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