Doctrina de la Fe emite dictamen sobre supuestas apariciones de Dozulé
- 13 de noviembre, 2025
- Ciudad del Vaticano (AICA)
"No son de origen sobrenatural", confirmó el prefecto, Card. Víctor Fernández, sobre las supuestas apariciones que se dice tuvieron lugar en Dozulé, Francia, en la década del 70.
El Dicasterio de la Doctrina de la Fe determinó que "el fenómeno de las supuestas apariciones que se dice que tienen lugar en Dozulé", vinculadas a la creación de una enorme cruz que garantizaría la remisión de los pecados y la salvación a quienes se acercaran a ella, "debe considerarse, definitivamente, como de origen no sobrenatural".
La decisión del Dicasterio se comunicó mediante una carta firmada por el prefecto, cardenal Víctor Manuel Fernández, en la que se autorizaba al obispo de Bayeux-Lisieux, monseñor Jacques Habert a emitir el decreto correspondiente. La decisión fue aprobada por el papa León XIV el 3 de noviembre.
En la localidad francesa de Dozulé, se dice que Jesús se apareció 49 veces entre 1972 y 1978 a Madeleine Aumont, una madre, pidiéndole la construcción de la llamada "Gloriosa Cruz de Dozulé", que nunca se construyó. La cruz debía estar completamente iluminada y alcanzar una altura de 738 metros, con brazos de 123 metros, siendo así visible desde lejos como símbolo de la redención universal. En las últimas décadas, se han erigido "Cruces del Amor" en diversos países del mundo, reducidas a una centésima parte del tamaño de la "Gloriosa" cruz.
Ya en abril de 1983, el entonces obispo diocesano, Jean-Marie-Clément Badré, afirmó que "en ningún caso la construcción de una cruz monumental emprendida en Dozulé puede ser un signo auténtico de la manifestación del Espíritu de Dios".

Sobre la base de las recientes directrices para discernir los supuestos fenómenos sobrenaturales, el actual obispo, Obispo Habert, ha solicitado autorización al Dicasterio para emitir una declaratio de non supernaturalitate, es decir, que "el fenómeno de las supuestas apariciones de Dozulé no es de origen sobrenatural". La carta del cardenal Fernández acepta la propuesta del obispo y destaca una serie de elementos problemáticos en los mensajes asociados con el fenómeno, incluyendo la comparación de "la cruz solicitada en Dozulé con la Cruz de Jerusalén", lo cual "corre el riesgo de confundir el signo con el misterio, y de dar la impresión de que lo que Cristo realizó de una vez por todas podría ser "reproducido" o "renovado" en un sentido físico".
También se observa que "algunas formulaciones contenidas en los supuestos mensajes de Dozulé insisten en la construcción de 'la Cruz Gloriosa' como un nuevo signo, necesario para la salvación del mundo, o como un medio privilegiado para obtener el perdón y la paz universales. En ocasiones, se menciona la 'multiplicación del signo', como si tal difusión fuera una misión encomendada por el mismo Cristo".
"La Cruz no necesita 738 metros de acero ni de hormigón para ser reconocida", declara el Dicasterio. Más bien, la Cruz "se alza cada vez que un corazón, movido por la gracia, se abre al perdón; cada vez que un alma se convierte; cada vez que se reaviva la esperanza donde la situación parecía imposible; e incluso cuando, al besar una pequeña cruz, los creyentes se encomiendan a Cristo".
El texto reitera que "ninguna revelación privada puede considerarse una obligación universal ni un signo que obligue a la conciencia de los fieles, aunque tales fenómenos vayan acompañados de frutos espirituales. La Iglesia anima a las expresiones de fe que conducen a la conversión y a la caridad, pero advierte contra toda forma de "sacralización del signo" que lleve a considerar un objeto material como garantía de salvación".
Los mensajes de Dozulé afirman que "todos los que se arrepientan al pie de la "Gloriosa Cruz" se salvarán", que "la "Gloriosa Cruz" quitará todo pecado" y que todos los que "acudan allí con fe para arrepentirse se salvarán en esta vida y por la eternidad". El Dicasterio declara categóricamente que "tales expresiones son incompatibles con la doctrina católica sobre la salvación, la gracia y los sacramentos".
El Dicasterio también recoge diversas declaraciones apocalípticas que sugieren el regreso próximo o incluso inminente del Señor, como aquella en la que se afirma que Jesús dijo: "Si la cruz no se erige, yo la haré aparecer; pero ya no habrá tiempo".
Para concluir la carta, el Dicasterio explica: "La cruz, como signo de devoción, nunca es mera exterioridad. Cuando los cristianos veneran la cruz, no adoran la madera ni el metal, ni piensan que una cruz material pueda reemplazar la obra salvífica ya realizada en el Misterio Pascual de Cristo. En cambio, adoran a Aquel que ofreció su vida en ella. La veneración de la Cruz nos forma, pues, en una espiritualidad tangible y una fe encarnada: no una abstracción, sino una manera de afrontar la vida con la mirada fija en el Crucificado, reconociendo en cada prueba la posibilidad de un encuentro redentor".+