Posadas: una laica consagrada diocesana dio su 'sí' perpetuo

  • 25 de noviembre, 2025
  • Posadas (Misiones) (AICA)
María Fausta Ramírez emitió sus votos perpetuos como laica consagrada, en una celebración en la que se destacó su misión en el mundo y la gracia que sostiene su entrega definitiva.

La diócesis de Posadas celebró el 21 de noviembre la profesión de votos perpetuos de María Fausta Ramírez, laica de la comunidad de las Consagradas Diocesanas Custodias del Santísimo Sacramento.

La ceremonia fue presidida por el obispo local, monseñor Juan Martínez, en la parroquia Jesús Misericordioso, y coincidió con la memoria de la Presentación de la Virgen María.

En su homilía, el obispo subrayó la profundidad espiritual del acto, afirmando que la consagración "se inscribe en el orden de la gracia" y manifiesta una respuesta interior que contrasta con el ruido del mundo. Aseguró que el testimonio de las laicas consagradas recuerda a todos los bautizados que la vida es misión y está llamada a tener sentido pleno.


Monseñor Martínez remarcó que la entrega de María Fausta no nace de la perfección personal sino del llamado de Dios, y que, aunque esta vocación no suele ocupar espacios visibles, su significado es intenso por tratarse de un don para la Iglesia. La celebración, afirmó, es ante todo acción de gracias por la gracia concedida a la consagrada y a la diócesis.

La vocación de laica consagrada
El obispo explicó que la vocación de laica consagrada se vive "en el mundo", a través de los votos de pobreza, castidad y obediencia en la vida cotidiana, el trabajo y los vínculos sociales. Su misión, dijo, ilumina a todos los laicos, llamados también a reconocer que su propia existencia -con desafíos y grandezas- es vocación y camino de fidelidad a la palabra de Dios.

Durante el rito, María Fausta presentó su petición al obispo y respondió tres veces "Sí, quiero" al compromiso de una vida entregada a Dios y al servicio de la Iglesia Diocesana. Tras las Letanías de los Santos, leyó su fórmula de profesión, reafirmando su consagración total a Jesucristo y su disponibilidad a la diócesis.

El rito concluyó con la oración de consagración y la entrega del anillo, signo de su alianza con Cristo. Al recibirlo, el obispo le recordó su nueva identidad espiritual: "Eres esposa del Rey eterno; conserva la fidelidad para ser admitida al gozo de las nupcias eternas", a lo que la consagrada respondió: "Amén".+