Recuerdo de los mártires y testigos de la fe modernos

  • 8 de mayo, 2013
  • Buenos Aires (AICA)
Los cristianos en Siria viven la fe con serenidad y abandono en Dios cuando "nadie sabe en qué momento le toca la muerte", dijo, en un elocuente testimonio personal, un arzobispo ortodoxo en una vigilia de oración organizada por la Comunidad de San Egidio en la parroquia universitaria San Lucas el martes 7 al anochecer. El arzobispo metropolita de la Argentina de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa del Patriarcado de Antioquía, Mons. Siluan Muci, recordó el testimonio de los primeros cristianos y señaló que "lo que pasó en la época de los Apóstoles, pasa de la misma manera ahora", y transmitió también el testimonio de otra persona que le dijo: "Si la condición es morir para que vuelva la paz, yo mismo estoy dispuesto a morir".
Los cristianos en Siria viven la fe con serenidad y abandono en Dios cuando "nadie sabe en qué momento le toca la muerte, puede ser en cualquier segundo", dijo, en un elocuente testimonio personal, un arzobispo ortodoxo en una vigilia de oración organizada por la Comunidad de San Egidio en la parroquia universitaria San Lucas el martes 7 al anochecer. El arzobispo metropolita de la Argentina de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa del Patriarcado de Antioquía, monseñor Siluan Muci, recordó el testimonio de los primeros cristianos y señaló que "lo que pasó en la época de los Apóstoles, pasa de la misma manera ahora". En el acto se rezó especialmente por los obispos Mar Gregorios Yohanna Ibrahim, ortodoxo sirio, y monseñor Paul Yazigi, greco-ortodoxo de Antioquía, quienes fueron secuestrados en las afueras de Aleppo el 22 de abril y continúan sin aparecer tras ese episodio en el cual el diácono que conducía el vehículo fue asesinado. "En el mundo tendremos que navegar contra corriente", dijo en una breve meditación el obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario episcopal de la zona centro, monseñor Vicente Bokalic CM. Destacó la experiencia de los mártires de este tiempo y animó a estar unidos "a tantos hermanos en los cinco continentes que hoy están sufriendo por dar testimonio de Jesús". La vigilia se realizó en recuerdo de los mártires y testigos de la fe contemporáneos, de algunos de los cuales se dio noticia pormenorizada y por quienes se rezó, se cantó y se encendieron velas. Monseñor Muci estuvo en Damasco, Siria, en diciembre pasado y se manifestó conmovido por el testimonio de jóvenes cristianos que van a trabajar, a estudiar y ninguno sabe si vuelve vivo ese día. "Estamos hablando de gente que conocemos", dijo. Contó el testimonio de una odontóloga que conocía y a quien vio luego de diez años. "¿Cómo anda tu trabajo?", le preguntó. Y ella contestó: "Mi consultorio ya no existe". Su marido estaba ahora desempleado, tenían una beba. "¿Tienen ahorros?", le preguntó. "No", fue la respuesta. "¿Quieren salir del país?". "No, queremos estar aquí. Confío en que el Señor nos va a acompañar". Otra persona, cuando había combates a pocas cuadras, le dijo: "Tengo las valijas hechas, pero no sé a dónde ir". Y señaló el arzobispo Muci: "No lo decía con ansiedad, preocupado. Lo decía con tranquilidad". Dijo que cuando asumió el nuevo patriarca de su iglesia, vio a la esposa de un sacerdote que había sido muerto (los sacerdotes pueden ser casados en ese patriarcado, los obispos, no). Ella estuvo con dos de sus tres hijos en la recepción y le dijo que la muerte de su marido "nos ha fortalecido. No tenemos más miedo a la muerte". Monseñor Muci transmitió también el testimonio de otra persona que le dijo: "Si la condición es morir para que vuelva la paz, yo mismo estoy dispuesto a morir". El prelado se refirió al sentido de la cruz, a cuando Cristo dijo que cuando fuera elevado, todo lo atraería hacia sí. Y al destacar cómo están unidos a la cruz esos cristianos y con qué serenidad llevan su situación, manifestó: "Al verlos a ellos, uno se siente fortalecido. Voy a dar testimonio de lo que yo he visto". En el acto, también habló el obispo Crisóstomos, de la Iglesia Ortodoxa Siriana, quien pidió por la libertad de los obispos secuestrados en Aleppo. Entre medio centenar de asistentes, estuvieron el sacerdote palotino Tomás O?Donnell, el pastor bautista Carlos Caramuti, el pastor luterano David Calvo y Gloria Williams de Padilla, secretaria de la Comisión de Ecumenismo del Episcopado.+ (Jorge Rouillon)