Jueves 28 de marzo de 2024

450° aniversario: Mons. Ñáñez llamó a "ser fieles al camino de Jesús"

  • 15 de mayo, 2020
  • Córdoba (AICA)
Monseñor Carlos José Ñáñez presidió una misa en la parroquia Nuestra Señora de Loreto
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Con una misa presidida por el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, en la parroquia Nuestra Señora de Loreto, el 14 de mayo la arquidiócesis celebró su 450° aniversario.



Concelebraron la misa los obispos auxiliares, monseñor Pedro Torres y monseñor Ricardo Seirutti. Al inicio de la misa, el prelado saludó a los hermanos que acompañaron la celebración desde sus hogares a través de YouTube o de las redes sociales.



“Celebramos hoy el jubileo de nuestra arquidiócesis: 450 años de su creación. Y lo hacemos mientras transitamos esta pandemia que aflige al mundo y nos aflige también a nosotros. Por eso queremos tener también presente esta intención que fue señalada por el Alto Comité para la Fraternidad Humana: Que todos los creyentes, desde las distintas tradiciones, oráramos pidiendo a Dios, Nuestro Señor el fin de la pandemia, pidiendo que sostenga y ayude a quienes padecen las consecuencias y a quienes están trabajando por vencer esta pandemia”, señaló monseñor Ñáñez al comienzo de su homilía.



“En el Evangelio tenemos un anuncio precioso: el Señor nos dice que nos ha elegido a todos, y esto lo tenemos que dejar resonando en nuestro corazón. Todos los bautizados, todos los consagrados y consagradas, todos los ministros ordenados, todos los pastores hemos sido elegidos por el Señor. No somos nosotros los que nos hemos propuesto proyectos de vida, es Él quien nos ha elegido”, afirmó.



“Dice también: el Señor nos ha elegido para que vayamos y demos fruto, y un fruto que permanezca. Es decir, quiere que nuestra vida tenga sentido, que sea fecunda. Este don precioso del Señor demanda correspondencia, es un gesto amistoso de parte de Él, y la amistad tiene sus reglas, y es tener presente la Palabra del Señor, cumplir sobre todo sus mandamientos, en especial un mandamiento: el amor fraterno, un mandamiento que es exigente siempre”, destacó.



En ese sentido, ejemplificó: “Pensemos en el momento que estamos pasando, la pandemia; pensemos en el aislamiento social preventivo. Nos presenta desafíos, no es fácil la convivencia en estas circunstancias. Ahí tenemos que vivir este amor fraterno. Es la condición para permanecer en la amistad del Señor, para estar cerca suyo. Y esto, a ejemplo del mismo Jesús, como Él dice en el Evangelio. Porque Él, observando el proyecto de su Padre, permanece en Su amor”.



“Pero ahí viene la pregunta decisiva: ¿Somos capaces de eso? ¿Podemos poner en práctica ese mandamiento? ¿Podemos permanecer en el amor del Señor?”, planteó monseñor Ñáñez. “Entonces aquí está la Buena Noticia. Comienza el Evangelio que acabamos de escuchar: ‘Como el Padre me amó, así los he amado a ustedes’. Por aquí empieza nuestra vida cristiana. Este es el primer anuncio del Evangelio. No se trata de lo que nosotros tenemos que hacer, sino de lo que el Señor ha hecho por nosotros, sin tener título que lo exigiera, Él nos amó primero”.



“Y nos amó de una manera insospechada para nosotros. Jesús nos dice ‘como el Padre me amó’. ¿Podemos imaginar la inmensidad de ese amor? Pues ese amor se ha volcado sobre nosotros. Un amor que es purificador, que es sanador, que es transformador. Entonces sí podemos decir: Es posible permanecer en el Señor, permanecer en Su amor. Él nos hace capaces de esa permanencia”.



“Otra cosa importante, preciosa del Evangelio. Jesús les dice a los discípulos: ‘Les he dicho esto para que mi gozo esté con ustedes, y ese gozo sea perfecto’. Esto es lo que Dios quiere para nosotros. Dios quiere que seamos felices, Dios quiere que vivamos en la ley. Nos da el camino, y si nosotros lo seguimos encontraremos esa alegría que no defrauda, una alegría que podemos sostener aun en medio de las dificultades, porque la alegría del creyente, la alegría del cristiano no depende de la buena marcha de los acontecimientos, sino, ante todo, de la seguridad del amor del Señor”.



Haciendo hincapié en el aniversario de la diócesis, expresó: “Pensemos en esto que el Señor nos dice, en este día tan importante en la memoria de nuestra comunidad eclesial de Córdoba”.



“Nosotros nos preguntamos: ¿Para qué se crea una diócesis? Se crea para que la Palabra del Señor, para que su Evangelio resuene en el corazón de las personas que viven en ese ámbito, sobre todo para que esa Palabra que es gracia, llegue también transformando los corazones por la gracia de los sacramentos que se nos ofrecen, y por esa orientación que nos permite caminar en las sendas del Señor y vivir en amistad con Él”, explicó.



“Esto es lo que seguramente motivó la creación de la diócesis, entonces nosotros al festejar hoy este aniversario, estamos invitados a volver a esta inspiración inicial, a desear que el Evangelio esté en nuestros corazones, para que esta gracia que el Señor nos ofrece con abundancia, plenifique los corazones”.



Finalmente, destacó: “En nuestra arquidiócesis tenemos un regalo importantísimo de parte del Señor, una diócesis transitada por santos. Dos de los mártires rioplatenses, Juan del Castillo y Alonso Rodríguez, estudiaron en la Universidad de Córdoba y fueron ordenados en Córdoba. Después fueron mártires, en las misiones jesuíticas. La beata Mama Antula pasó por Córdoba, organizó ejercicios espirituales en ausencia de los padres jesuitas. San Alberto Hurtado hizo su noviciado como jesuita en Córdoba”, enumeró.



“San Juan Pablo II nos visitó en el año 1987. Y después de la visita tuvimos el regalo de que la Iglesia proclamara solemnemente la santidad de San José Gabriel del Rosario Brochero, alguien que nació, vivió y falleció entre nosotros. Y la beata María del Tránsito Cabanillas, y la beata Catalina de María Rodríguez, y el beato Enrique Angelelli, y ahora nos estamos aproximando seguramente a la proclamación del venerable fray Mamerto Esquiú como beato, antiguo obispo de Córdoba”.



“Y están también los venerables fray José León Torres, fundador de las Hermanas Mercedarias, sor Leonor de Santa María Ocampo, y seguramente muchos santos ‘de la puerta de al lado’ como dice el papa Francisco, conocidos sólo por Dios”.



“Esto es un regalo que el Señor, sin merecerlo, nos ha hecho a los cordobeses. Y esto no es para que nos enorgullezcamos o estemos proclamando esto en favor de nuestro prestigio, sino al contrario: es como un desafío. Así como ellos en las circunstancias que les tocó vivir fueron fieles al camino de Jesús, así también nosotros, apoyándonos en Su amor y con la fuerza del Espíritu, podemos recorrer esa senda”.+