Jueves 28 de marzo de 2024

Francisco: los cristianos debemos confesar a Dios y confiar en Él

  • 10 de enero, 2014
  • Ciudad del Vaticano
El papa Francisco celebró esta mañana, en la capilla de la Casa Santa Marta, su habitual misa matutina. En esta ocasión el Santo Padre, reflexionando en el texto de la primera Carta de San Juan, advirtió sobre los "cristianos derrotados" los "cristianos a mitad" y recordó que "la fe lo puede todo" y "vence al mundo", pero es necesario el valor para fiarse de Dios.
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El papa Francisco celebró esta mañana, en la capilla de la Casa Santa Marta, su habitual misa matutina. En esta ocasión el Santo Padre, reflexionando en el texto de la primera Carta de San Juan, advirtió sobre los "cristianos derrotados" los "cristianos a mitad" y recordó que "la fe lo puede todo" y "vence al mundo", pero es necesario el valor para fiarse de Dios.

El centro de la homilía fue el pasaje de la Escritura en la que el apóstol Juan insiste sobre "esa palabra que para él es como la expresión de la vida cristiana": "permanecer en el Señor", para amar a Dios y al prójimo. Este "permanecer en el amor" de Dios es obra del Espíritu Santo y de nuestra fe y produce un efecto concreto.

El Papa afirmó que "quien permanezca en Dios, quien fue generado por Dios, quien permanece en el amor vence al mundo y la victoria es nuestra fe. Por nuestra parte, la fe. Por parte de Dios -por este ´permanecer´- el Espíritu Santo, que hace esta obra de gracia. Por nuestra parte, la fe. ¡Es fuerte! Y esta es la victoria que ha vencido al mundo: ¡nuestra fe! ¡Nuestra fe puede todo! ¡Es victoria!

Y esto sería bonito que lo repitiéramos, también a nosotros mismos, porque muchas veces somos cristianos derrotados. Pero la Iglesia está llena de cristianos derrotados, que no creen en esto, que la fe es la victoria; que no viven esta fe, porque si no se vive esta fe, está la derrota y vence el mundo, el príncipe del mundo".

El Santo Padre señaló que Jesús alabó mucho la fe de la hemorroísa, de la cananea o del ciego de nacimiento y decía que quien tenga fe como un grano de mostaza puede mover montañas. "Esta fe nos pide dos actitudes: confesar y confiar". Sobre todo confesar, advirtió.

La fe es confesar a Dios, pero el Dios que se reveló a nosotros, desde el tiempo de nuestros padres hasta ahora; el Dios de la historia. Y esto es lo que todos los días recitamos en el Credo. Y una cosa es recitar el Credo desde el corazón y otra es hacerlo como papagayos. Creo, creo en Dios, creo en Jesucristo, creo... ¿Yo creo en lo que digo? ¿Esta confesión de fe es verdadera o la digo de memoria porque se debe decir? ¿O creo a medias? ¡Confesar la fe! ¡Toda, no una parte! Y esta fe guardarla toda, como llegó a nosotros, por el camino de la tradición: ¡toda la fe! ¿Y cómo puedo saber si yo confieso bien la fe? Hay un signo: quien confiesa bien la fe, y toda la fe, tiene la capacidad de adorar, adorar a Dios".

El Papa prosiguió subrayando que "nosotros sabemos cómo pedir a Dios, como dar gracias a Dios, pero adorar a Dios, ¡alabar a Dios es más! Solamente quien tiene esta fe fuerte es capaz de la adoración".

El Santo Padre añadió: "Yo me atrevo a decir que el termómetro de la vida de la Iglesia está un poco bajo en esto: hay poca capacidad de adorar, "no tenemos mucha, algunos sí..." Y esto "porque en la confesión de la fe nosotros no estamos convencidos o estamos convencidos a mitad". Por tanto -insistió el Papa- la primera actitud es confesar la fe y guardarla. La otra actitud es "confiarse".

Francisco concluyó diciendo: "el hombre o la mujer que tiene fe confía en Dios: ¡confía! Pablo, en un momento oscuro de su vida, decía: ´Yo se bien de quien me he fiado´ ¡De Dios! ¡Del Señor Jesús! Confiar: y esto nos lleva a la esperanza. Así como la confesión de la fe nos lleva a la adoración y a la alabanza a Dios, el fiarse de Dios nos lleva a una actitud de esperanza. Hay muchos cristianos con una esperanza demasiado aguada, no fuerte: una esperanza débil. ¿Por qué? Porque no tiene la fuerza y la valentía para confiarse al Señor. Pero si nosotros cristianos creemos confesando la fe, también guardándola, haciendo custodia de la fe y confiando en Dios, en el Señor, seremos cristianos vencedores. Y esta es la victoria que venció al mundo: ¡nuestra fe!"+