Sábado 20 de abril de 2024

La mayor corrupción en la Iglesia es no anunciar a Jesús y su evangelio

  • 28 de febrero, 2013
  • Azul (Buenos Aires) (AICA)
"La mayor corrupción que enferma a la Iglesia es la de no anunciar a Jesús y su Evangelio en forma actualizada para el momento que viven los hombres y mujeres. Y esto acontece cuando los bautizados se aferran a simples costumbres de épocas por razones de poder o cultura o conveniencias y ventajas personales. Y resalto ?bautizados? porque la puesta al día de la Iglesia en su misión le compete a quien ha recibido el Bautismo de Jesús que lo ha unido en una misma Vida, al mismo Jesús Resucitado como cualquier miembro del cuerpo humano forma un solo ser con las demás partes de ese cuerpo", advirtió el obispo Miguel Esteban Hesayne, fundador y director espiritual del Instituto Cristífero. Por eso, el prelado recordó que "San Pablo llega a llamar a cada bautizado como cooperador de Dios".
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El obispo Miguel Esteban Hesayne, fundador y director espiritual del Instituto Cristífero, recordó que la Cuaresma es "un tiempo propicio para que cada católico se examine sobre su conversión a Jesús y su Evangelio aportando así a la necesaria renovación de la Iglesia Católica al servicio de la sociedad civil en la que peregrina".

El prelado consideró que la noticia de la renuncia de Benedicto XVI al pontificado y los comentarios más variados y de todos los sectores de la sociedad confirma "cuán desconocido es el conocimiento de la identidad de la Iglesia".

"Hasta comentarios de la gente en general, la Iglesia queda reducida prácticamente al Estado Vaticano, y de muchos que se manifiestan católicos, la Iglesia es el Papa, los obispos, los cardenales y ?curas?", subrayó.

Por esto, estimó que las lecturas bíblicas de esta Cuaresma "pueden movilizar para acercarnos a la realidad del ser y misión de la Iglesia de Jesucristo. Y por consecuencia directa al ser y misión de los bautizados".

Tras reconocer que "va a ser difícil volver al pensamiento de Jesús y sus primeros discípulos y discípulas sobre el qué y el para qué de la Iglesia", advirtió que "pesan muchos siglos de costumbres, expresiones culturales, ritos y ceremonias y hasta vestimentas que se han ido acumulando y fosilizados como integrantes necesario del ser y misión de la Iglesia por no renovar a tiempo lo que hoy el Documento de Aparecida llama ?estructuras caducas?".

Sin embargo, destacó que "Jesucristo, Señor de la Iglesia mediante silenciosas mociones del Espíritu Santo, no deja de exigir una real y urgente actualización, tan urgente como la aceleración de la historia lo pide. Porque es el hoy de la historia humana lo que hay que convertir en historia de Salvación. La Iglesia no es un pasado. La Iglesia real y auténtica es un hoy para la historia de hoy".

Monseñor Hesayne opinó en este sentido que "la mayor corrupción que enferma a Iglesia es la de no anunciar a Jesús y su Evangelio en forma actualizada para el momento que viven los hombres y mujeres. Y esto acontece cuando los bautizados se aferran a simples costumbres de épocas por razones de poder o cultura o conveniencias y ventajas personales. Y resalto ?bautizados? porque la puesta al día de la Iglesia en su misión le compete a quien ha recibido el Bautismo de Jesús que lo ha unido en una misma Vida, al mismo Jesús Resucitado como cualquier miembro del cuerpo humano forma un solo ser con las demás partes de ese cuerpo. Por eso, San Pablo llega a llamar a cada bautizado como cooperador de Dios".

"Entonces la co-responsabilidad de una real renovación de la Iglesia para desterrar toda corrupción en el cuerpo de la Iglesia compete a todos su miembros. Cada bautizado ha de pensar en su propia y personal responsabilidad de la salud del Cuerpo Eclesial. Por supuesto que el que tiene el servicio de pastor en primerísima instancia, pero los laicos tienen su misión propia, su función, su servicio propio en la vida y misión de la Iglesia", sostuvo.

"La conversión personal insiste el documento de Aparecida, despierta la capacidad de someterlo todo al servicio de la instauración del Reino de vida. Obispos, presbíteros, diáconos permanentes, consagrados y consagradas, laicos y laicas, estamos llamados a asumir una actitud de permanente conversión pastoral, que implica escuchar con atención y discernir ?lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias? a través de los signos de los tiempos en los que Dios se manifiesta", concluyó.+

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