Viernes 19 de abril de 2024

La Misericordia de Dios no conoce de fronteras, recordó el Papa a los confesores

  • 10 de abril, 2018
  • Ciudad del Vaticano
"La misericordia de Dios no conoce fronteras, el hijo pródigo no tuvo que pasar por la aduana? El Padre lo espera sin obstáculos", dijo el Santo Padre en el encuentro que mantuvo en la mañana de hoy, martes 10 de abril, en la Sala Regia del Palacio Apostólico con los 550 Misioneros de la Misericordia provenientes de los 5 continentes, reunidos en Roma con motivo del II Encuentro con el Papa, organizado, del 8 al 11 de abril, por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización a dos años de la institución de este ministerio, durante el Jubileo de la Misericordia.
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"La misericordia de Dios no conoce fronteras, el hijo pródigo no tuvo que pasar por la aduana? El Padre lo espera sin obstáculos", dijo el Santo Padre en el encuentro que mantuvo en la mañana de hoy, martes 10 de abril, en la Sala Regia del Palacio Apostólico con los 550 Misioneros de la Misericordia provenientes de los 5 continentes, reunidos en Roma con motivo del II Encuentro con el Papa, organizado, del 8 al 11 de abril, por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización a dos años de la institución de este ministerio, durante el Jubileo de la Misericordia.

El Santo Padre comenzó su extenso discurso a los Misioneros recordando la bella experiencia del Jubileo extraordinario de la Misericordia, cuyos frutos lo llevaron a prolongar el ministerio de estos misioneros.

"Reflexionando sobre el gran servicio que brindaron a la Iglesia y sobre cuánto bien ofrecieron a tantos creyentes con su predicación y sobre todo con la celebración del sacramento de la Reconciliación, juzgué oportuno que su mandato pudiera proseguir. He recibido muchos testimonios de conversiones que se realizaron a través de su servicio. Y ustedes son testigos de ello", dijo Francisco.

"Verdaderamente debemos reconocer que la misericordia de Dios no conoce confines y con su ministerio son signo concreto de que la Iglesia no puede, no debe y no quiere crear ninguna barrera o dificultad que obstaculice el acceso al perdón del Padre. El hijo pródigo no tuvo que pasar por la aduana? El Padre lo espera sin obstáculos".

El papa Francisco ofreció a los confesores dos reflexiones sobre la importancia de su ministerio.

"Una primera reflexión -dijo el Papa- surge de un texto del profeta Isaías impregnado del tema de la misericordia (Is. 49, 8.13-15). La benevolencia, el consuelo, la cercanía, la promesa del amor eterno: todas las expresiones que pretenden expresar la riqueza de la misericordia divina, sin poder agotarla en un solo aspecto", dijo el pontífice.

Al respecto el Papa recordó -tomando al apóstol San Pablo "que somos colaboradores de Dios". El mensaje que traemos como embajadores en el nombre de Cristo es hacer las paces con Dios. Nuestro apostolado es un llamado a buscar y recibir el perdón del Padre. Como podemos ver, Dios necesita hombres que traigan su perdón y misericordia al mundo. Es la misma misión que el Señor resucitado dio a los discípulos después de su Pascua".

Francisco señaló entonces que "ser colaboradores de la misericordia, presupone vivir el amor misericordioso que experimentamos por primera vez. No podría ser de otra manera" y añadió más adelante: "Siempre debemos comenzar desde este punto fijo: Dios me trató con misericordia. Esta es la clave para convertirse en colaboradores de Dios. Uno experimenta la misericordia y se convierte en ministros de misericordia".

"Sin embargo, advirtió el Papa: "¡Cuántos cotrabajadores de la misericordia y administradores de Dios, deben tener cuidado de no frustrar la gracia de Dios"! Recordando al apóstol Pablo en su carta a los Corintios "los exhortó a no descuidar la gracia de Dios", Francisco subrayó que "esta es la primera advertencia que recibimos: reconocer la acción de la gracia y su primacía en nuestras vidas y personas".

"La reconciliación no es, como a menudo pensamos, una iniciativa privada nuestra o el fruto de nuestro compromiso, explicó el pontífice a los confesores y añadió: "Siempre debemos reiterar, pero especialmente con respecto al sacramento de la Reconciliación, que la primera iniciativa es del Señor; es Él quien nos precede en amor, pero no en forma universal: caso por caso. En cualquier caso, Él precede, con cada persona. Por esta razón, la Iglesia sabe cómo dar el primer paso, debe hacerlo, sabe cómo tomar la iniciativa sin miedo, salir a conocer a los distantes y llegar a las intersecciones de las calles para invitar a los excluidos".

El Papa aconsejó que cuando "se acerca a nosotros un penitente es importante y sirve de consuelo reconocer que tenemos delante de nosotros el primer fruto del encuentro que ya ocurrió con el amor de Dios, que su gracia ha abierto el corazón y lo ha hecho disponible a la conversión".

"Cuando acogemos al penitente, tenemos necesidad de mirarlo a los ojos y escucharlo para permitirle percibir el amor de Dios que perdona no obstante todo, lo reviste con un traje de fiesta y del anillo signo de la pertenencia a su familia", dijo recordando la parábola del hijo pródigo.

Retomando al profeta Isaías en el texto que dice: "El que tiene misericordia de ellos los guiará, llévalos a las fuentes de agua", el Santo Padre indicó que "la misericordia, que requiere escuchar, permite guiar los pasos del pecador reconciliado. En resumen, la misericordia liberadora restaura la dignidad. Esto significa que el perdón y la misericordia nos permiten mirar hacia atrás en la vida con confianza y compromiso. Es como decir que la misericordia abre la esperanza, crea esperanza y se nutre de esperanza.

Por último, habló de la sensación de "sentirse abandonado", porque "lleva a la desilusión, a la tristeza, a veces a la desesperación, y a las diversas formas de depresión por la cual hoy tantos sufren".

"Toda forma de abandono, por paradójico que pudiera parecer, se inserta en el interior de la experiencia del amor". "Cuando se ama y se experimenta el abandono, entonces la prueba se convierte en dramática y el sufrimiento tiene rasgos de violencia deshumana".

Francisco recuerda cómo el profeta Isaías, después de reiterar que Dios no olvidará a su pueblo, concluye diciendo: He aquí, en las palmas de mis manos te he dibujado". El Papa subrayó: Dios "tatuó" mi nombre en su mano. Es como un sello que me da certeza, con el que promete que nunca se apartará de mí".

"En su mano paternal encuentro mi vida renovada y proyectada hacia el futuro, llena del amor que solo Él puede comprender". Francisco concluye señalando: "Es esta certeza típica del amor que estamos llamados a apoyar en aquellos que se acercan al confesionario, para darles la fuerza para creer y esperar. La capacidad de poder comenzar de nuevo, a pesar de todo, porque Dios toma cada vez de la mano y lo empuja a mirar hacia adelante. La misericordia toma la mano e infunde la certeza de que el amor con el que Dios ama derrota toda forma de soledad y abandono". +