Viernes 29 de marzo de 2024

Misa y acto de reparación histórica en memoria del Card. Copello

  • 21 de octubre, 2017
  • Buenos Aires (AICA)
El 20 de octubre el arzobispo de Buenos Aires Card. Mario Poli, presidió en la catedral porteña una misa por el eterno descanso y en memoria del Card. Santiago L. Copello, a 50 años de su fallecimiento y en el 85º aniversario del día en el que Pío XI lo nombró sexto arzobispo (y vigésimo primer diocesano) de Buenos Aires. Al finalizar la misa se descubrió una placa en recuerdo de quien fuera el primer cardenal de América Hispana y se presentó la edición de sus memorias, como acto de justa reparación histórica de su figura.
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Como se había anunciado, el viernes 20 de octubre el arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Aurelio Poli, presidió en la catedral porteña una misa por el eterno descanso y en memoria del cardenal Santiago Luis Copello, al cumplirse 50 años de su fallecimiento y en el 85º aniversario del día en el que el papa Pío XI lo nombró como sexto arzobispo (y vigésimo primer diocesano) de Buenos Aires. Al finalizar la misa se descubrió una placa en recuerdo de quien fuera el primer cardenal de América Hispana y se presentó la edición de sus memorias, como acto de justa reparación histórica de su figura.

Concelebraron monseñor Joaquín Mariano Sucunza, obispo auxiliar y vicario general de Buenos Aires; monseñor Antonio Domingo Aloisio, párroco de Santa Julia; el presbítero Alejandro Gerardo Russo, rector de la catedral metropolitana; el padre fray Aníbal Ernesto Fósbery OP, fundador y presidente de Fasta; varios párrocos de las 73 parroquias creadas por el cardenal Copello; y los sacerdotes integrantes del Clero Policial de la Policía Federal Argentina, entidad fundada por el cardenal Copello.

La homilía estuvo a cargo de monseñor Aloisio, quien siendo seminarista fue asistente del cardenal Copello cuando viajaba a y desde Roma.

Durante la celebración, el cardenal Poli utilizó el báculo que portó el cardenal Copello en el desempeño de su ministerio episcopal.

En representación del gobierno nacional asistieron los doctores Santiago de Estrada y Alfredo Abriani, secretario y subsecretario de Culto de la Nación, respectivamente.

Estuvieron presentes las Hermanas de la Compañía del Divino Maestro, congregación fundada en 1943 por la hermana Natalia Montes de Oca y el cardenal Copello; miembros de la Acción Católica Argentina y de los Círculos Católicos de Obreros, instituciones muy queridas por el recordado purpurado.

Miembros de la Policía Federal rindieron homenaje al cardenal Copello con un cordón de honor de cadetes, uniformados de época histórica, con bandera y banda.

Acto de reparación histórica
Al finalizar la misa se descubrió una placa en recuerdo de quien fuera el sexto arzobispo de Buenos Aires y el primer cardenal de América Hispana y se presentó la edición de sus memorias, escritas por él cuando tenía 80 años, en las que cuenta toda su vida aportando luz histórica a los años de su gestión en Buenos Aires y su partida a Roma después de haber tenido que renunciar. La presentación de la obra constituyó un acto de justa reparación histórica de su figura.

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Palabras del cardenal Poli
"En el corazón de este pastor hubo una mirada compasiva sobre Buenos Aires, y entonces prodigó de tal manera templos y parroquias en nuestra ciudad, que extendió la arquidiócesis del centro a los barrios más humildes, con gran caridad, discreto y fiel servicio", señaló el cardenal Poli al reconocer, en breves palabras, la importancia de la figura del cardenal Copello para la Iglesia porteña.

"Fue el prelado que se puso al hombro la preparación y realización del Congreso Eucarístico Internacional del año ?34. En su extenso y fecundo servicio episcopal durante 23 años le tocó vivir primero los tiempos oscuros y dolorosos de la década del ?30 y, posteriormente una tensa, larga y delicada relación con la autoridad civil", relató el arzobispo de Buenos Aires. Sin embargo, "nunca dejó de ser pastor de todos y antepuso la comunión plena con sus hermanos en el Episcopado a cualquier inclinación política ni menos partidaria".

"Tras los acontecimientos de 1955 fue convocado a la Curia Romana donde, nombrado canciller, hizo un trabajo oculto y silencioso durante años, con lo que demostró una vez más su amor incondicional a la Iglesia y su virtuoso renunciamiento a la sede de Buenos Aires, todo lo cual puso de relieve su grandeza de alma, no sin el sufrimiento que sólo Dios sabe al verse lejos de su rebaño amado".

Palabras del Secretario de Culto de la Nación
En nombre del Gobierno Nacional dirigió unas palabras el secretario de Culto, embajador Santiago de Estrada. "Te pedimos para él el premio eterno de la bienaventuranza y para nosotros, la fuerza para continuar trabajando en tu viña como él lo hizo", rogó el embajador, y calificó a este acto como "justo homenaje a quien fue durante casi un cuarto de siglo arzobispo de Buenos Aires".

"El cardenal Copello fue un gran pastor, centrado en su tarea apostólica y en la de ´agrandar´ la Iglesia de Buenos Aires. Muchas de las parroquias que hoy existen surgieron de su iniciativa y esfuerzo", destacó. Dijo que el cardenal Copello fue "víctima de una de las tantas grietas que hemos tenido en la vida argentina, una grieta que nos condicionó por muchos años". Y recordando conversaciones con él, destacó que "sin perjuicio de las tareas que había asumido en el Vaticano, tenía siempre su cabeza en la Argentina y su corazón en la ciudad de Buenos Aires. Creo que este homenaje es muy justo y esperamos que descanse en paz", concluyó.

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Homilía biográfica de monseñor Aloisio
En su homilía, monseñor Aloisio hizo un repaso por la biografía del cardenal Copello, su intensa vida de fe y amor a Jesús y María, y las grandes figuras sacerdotales que dejaron un testimonio y ejemplo para su vida y ministerio.

"El venerado cardenal -comenzó diciendo el párroco de Santa Julia- nació en San Isidro el 7 de enero de 1880. Sus padres italianos habían llegado poco antes de la Liguria e instalados en San Isidro formaron una familia con 7 hijos.

Seguidamente monseñor Aloisio efectúa un rápido pantallazo de la infancia, adolescencia y juventud de Santiago Luis: su bautismo, su confirmación de manos de monseñor Federico Aneiros, arzobispo de Buenos Aires, su primera comunión, la influencia de sus párrocos el padre Diego Palma y Francisco Alberti, futuro arzobispo de La Plata, su paso por el Colegio San José de los padres Betharramitas en el barrio porteño de Balvanera, su ingreso en 1894 al Seminario que, dirigido por los jesuitas, funcionaba en Regina Martyrum, su partida a Roma a los 16 años para realizar los estudios de Filosofía y Teología en la Universidad Gregoriana, su ordenación sacerdotal el 28 de octubre de 1902 y su primera misa al día siguiente en la basílica de Santa María la Mayor, su regreso a la Argentina a fines de 1903 y su traslado a la diócesis de La Plata como teniente cura de San Ponciano, donde con un virtuoso y santo párroco, Federico Rasore, se inició en las tareas pastorales.

"Ya anciano -refirió monseñor Aloisio-, el Cardenal recordaba con gratitud a las grandes figuras sacerdotales que dejaron un testimonio y ejemplo para su vida y ministerio. Así hablaba de los padres jesuitas que lo formaron, ya en Buenos Aires, ya en Roma; a los obispos Federico León Aneiros, Mariano Antonio Espinosa, Juan Nepomuceno Terrero, Francisco Alberti, que había sido su párroco, José Américo Orzali, entre otros, que habían dejado estampado en su alma al verdadero apóstol de Cristo".

"Consagrado obispo auxiliar de La Plata en 1919, permaneció 9 años en aquella inmensa diócesis que abarcaba toda la provincia de Buenos Aires y buena parte de La Pampa donde desarrolló diversas tareas, entre ellas la construcción del seminario diocesano en pocos años".

"En 1928 -prosigue monseñor Aloisio- Copello es trasladado a la arquidiócesis de Buenos Aires como obispo auxiliar, junto al venerable arzobispo Fray José María Bottaro, cuya delicada salud lo lleva a delegarle el ejercicio de la pastoral. Empeñado en hacer crecer y multiplicar lugares de culto y las realidades propias de una diócesis tan vasta como Buenos Aires, el obispo Copello intensificó su tarea y en 1930 erigió las primeras parroquias en su vida pastor. Solía decir que no quería levantar grandes templos, sino que en cada barrio de Buenos Aires hubiera una parroquia donde desarrollar la vida de fe. Las parroquias construidas en su vida pastoral fueron 73".

Tras mencionar su preocupación por dar formación a la vida religiosa femenina, su inquietud por la cuestión social apoyando e impulsando los Círculos Católicos de Obreros y su impulso a la Acción Católica Argentina surgida en ese tiempo, monseñor Aloisio recordó que el 20 de octubre de 1932, "hace hoy 85 años, el papa Pío XI lo preconizó arzobispo de Buenos Aires".

"Se trataba de un momento muy especial, Buenos Aires había sido designada sede del XXXII Congreso Eucarístico Internacional. En octubre de 1934, la Iglesia argentina se vio enriquecida con una intensa vida eucarística en todo su territorio, el Papa creó 10 nuevas diócesis: Azul, Mercedes y Bahía Blanca en la provincia de Buenos Aires, La Rioja, Río Cuarto, Jujuy, San Luis, Mendoza, Rosario y Viedma, y elevó a arquidiócesis las diócesis de Córdoba, Salta, San Juan, Paraná, La Plata y Santa Fe.

Por tratarse del mayor acontecimiento eclesial ocurrido durante el gobierno pastoral del cardenal Copello, monseñor Aloisio se detuvo en narrar diversos aspectos del Congreso Eucarístico Internacional, como la presencia del legado pontificio cardenal Eugenio Pacelli, que cuatro años después se convertirá en el papa Pío XII, la llegada a Buenos Aires de un centenar de obispos de buena parte del mundo, la primera comunión de 107.000 niños entre los hechos más salientes.

"Entre las obras realizadas por el cardenal Copello -agregó monseñor Aloisio- merece destacarse el cultivo de las vocaciones sacerdotales, la ampliación del seminario de Villa Devoto, la construcción del seminario menor, la casa de campo de los seminaristas en Pilar llamada La Montonera, el preseminario en San Isidro, la casa de retiros espirituales, el barrio Naón para gente más necesitada y tantas otras, que manifiestan su amor al Pueblo de Dios".

"En diciembre de 1935 Pío XI lo crea cardenal y como tal fue legado pontificio en los congresos eucarísticos nacionales de Uruguay, Paraguay y Chile, y en la Argentina, de Luján, Santa Fe y Buenos Aires. Participó en los cónclaves de la elección de los papas Pío XII, San Juan XXIII y beato Pablo VI. Integró la comisión preparatoria del Concilio Vaticano II participando en las cuatro grandes sesiones del mismo.

"En 1946 atendiendo las necesidades pastorales de la Policía Federal Argentina estableció el clero policial para atender la vida espiritual de sus miembros".

También se hizo recuerdo en la homilía, de la carta que el papa Pío XII le envió al cardenal Copello con ocasión de sus bodas de oro sacerdotales, en la que escribió: "Si desfilara ante tu alma todo cuanto te ha acontecido desde los albores de tu Sacerdocio hasta el presente, tu vida aparecerá a manera de una tela tejida con hilos de oro de gracias celestiales por la sapientísima providencia de Dios, la cual te proporcionará innumerables oportunidades para consagrarte todo entero a acrecentar su gloria, para brillo y defensa de la Iglesia, sin que te arredraran las dificultades, ni los trabajos, ni los sacrificios. Nosotros mismos pudimos contemplar, con nuestros propios ojos, la mole de tus obras".

Y prosiguió la homilía diciendo: "Este gran pastor también corroborará su entrega a Jesús y la Iglesia al beber, como el Señor, el cáliz de la Pasión. En tres grandes momentos postreros de su vida repetirá las palabras de Job: "Dios me lo dio, Dios me lo quitó. Bendito sea el nombre del Señor". Y siguió su camino.

"Nombrado canciller de la Santa Iglesia en 1959, llegará a Roma para hacerse cargo de su nueva tarea y elegirá como vivienda el hogar sacerdotal para compartir la vida con los sacerdotes ancianos"

A días de haber cumplido los 87 años cae enfermo, es internado, y en tres días se produce su deceso. El papa beato Pablo VI, enterado de la noticia, abandona rápidamente el Vaticano para acercarse al hospital y postrado de rodillas junto al difunto cardenal reza profundamente conmovido proclamando poco después en la misa exequial: "Hemos perdido un Padre".

Las últimas palabras del cardenal Copello fueron "Vayamos al encuentro de Jesús y de María".+