Jueves 25 de abril de 2024

Mons. Jofré: "La Iglesia es la única que se atrave a proclamar una verdad absoluta"

  • 7 de mayo, 2013
  • Villa María (Córdoba)
Antes de tomar posesión de la sede episcopal, monseñor Samuel Jofré Giraudo dialogó sobre la misión que deberá emprender como sexto obispo de Villa María, en la provincia de Córdoba. Entre los desafíos, el prelado mencionó la tarea de lograr el trabajo unido junto con los sacerdotes, trabajar por las vocaciones sacerdotales y religiosas y profundizar la pastoral, en un contexto marcado por la crisis cultural, la "dictadura del relativismo" y la globalización, en el que la Iglesia "se atreve a proclamar una verdad absoluta", con sus consecuencias morales, personales y comunitarias.
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Antes de tomar posesión de la sede episcopal, monseñor Samuel Jofré Giraudo dialogó sobre la misión que deberá emprender como sexto obispo de Villa María, en la provincia de Córdoba, en reemplazo del ahora obispo emérito, monseñor José Ángel Rovai, quien había presentado su renuncia al cumplir los 75 años según establece el derecho canónico.

Entre los desafíos, el prelado mencionó la tarea de lograr el trabajo unido junto con los sacerdotes, trabajar por las vocaciones sacerdotales y religiosas y profundizar la pastoral, en un contexto marcado por la crisis cultural, la "dictadura del relativismo", con sus consecuencias morales y prácticas, y la globalización, que lleva a la Iglesia a "estar en la vidriera" del mundo y como la principal comunidad "que se atreve a proclamar una verdad absoluta", con sus consecuencias morales, personales y comunitarias.

El obispo Jofré, nacido y criado en una familia cordobesa de siete hermanos, estudió en el Seminario Mayor de Córdoba, del que salió como sacerdote a los 26 años; luego, hizo sus estudios de posgrado en Europa y fue párroco de tres comunidades de la ciudad de Córdoba. El domingo 5 de mayo asumió la función de obispo en una diócesis con 64 sacerdotes, 7 seminaristas mayores y 26 religiosas para atender 50 parroquias, 129 iglesias, tres santuarios y otras instituciones eclesiales.

-¿Cuáles cree que son los principales desafíos que deberá afrontar?- le consultaron desde el área de prensa del obispado.
-Ciertamente el trabajo unido con los sacerdotes es el principal desafío. Está íntimamente ligado al mandato del Señor -"Que sean uno para que el mundo crea"-. Lo nuestro es difundir la verdad y la caridad del Evangelio al pueblo de Dios, por lo cual la unidad entre nosotros es un punto prioritario. Y además, como signo, que sea un atractivo concreto y suscite vocaciones sacerdotales. La promoción de las vocaciones es uno de los desafíos principales y para eso es fundamental la unión entre el obispo y el clero. Y también inmediatamente después de esto, el servicio y la ayuda a la pastoral matrimonial. Hay mucha falta de vocaciones sacerdotales y matrimoniales.

- Entre las principales áreas de interés o líneas de acción ¿cuáles puede mencionar?
-Como mencioné anteriormente en relación a los desafíos como obispo, el trabajo por las vocaciones sacerdotales, religiosas y matrimoniales.

¿Qué nos puede decir acerca de su predecesor, José Ángel Rovaí?
- Lo conozco desde hace muchos años. Fue profesor mío en el Seminario Mayor de la ciudad de Córdoba, al cual estimo particularmente por su dedicación, generosidad y entrega. Un hombre de oración y austeridad personal.

¿Cuáles son las actitudes que un obispo no debe olvidar en el ejercicio cotidiano de su labor?
Ante todo la oración personal, que el obispo sea un hombre de Dios, no sólo objetivamente por su oficio y por el carácter sacramental, sino que vitalmente viva de su contacto diario con el Señor y que pueda transmitir y fomentar eso. Porque en el fondo, el objetivo de la Iglesia es promover que todas y cada una de las personas tengan ese encuentro personal con el Señor. El primer objetivo del obispo es la santidad del mismo obispo, para ayudar a suscitar la vocación universal a la santidad. La Iglesia en este momento, centrada en el Concilio Vaticano II, plantea la vocación universal de la santidad. Todos están llamados a la santidad. ¿Y por dónde hay que empezar? Por el obispo...

Después, otra actitud que se necesita es saber oír, especialmente al clero y a los fieles, y no dejar de enseñar la verdad objetiva con prudencia, delicadeza, valentía y fortaleza. Otra de las actitudes es gobernar, es decir, saber decidir oportunamente con prudencia y sostener esas decisiones con fortaleza.


¿Cómo caracterizaría en general el contexto donde se inserta su labor actual como Obispo Diocesano?
Una de las características actuales es la crisis cultural, que está marcada por la declarada incapacidad de la persona humana de conocer la verdad objetiva. El papa Benedicto XVI lo ha señalado con una claridad meridiana, "el hombre es capaz de acceder a la verdad", y esto nos hace libres y suscita todo lo demás. Entonces, la declarada incapacidad la sintetizó en la expresión "dictadura del relativismo", porque el relativismo se presenta muy manso y abierto pero en el fondo termina siendo mucho más cerrado que todos los dogmatismos.

El relativismo trae muchísimas consecuencias, tanto en el aspecto más teórico-dogmático de la fe como en las consecuencias morales y prácticas. El declarado relativismo de toda norma moral, involucra aspectos centrales que afectan todo: la vida intra-eclesial, la misión, la relación con el mundo, la relación con los poderes civiles, etcétera.

Otra de las características centrales es la globalización (tanto en el aspecto positivo como en lo negativo), donde los acontecimientos mundiales impactan marcando un nuevo estilo de vida que también afecta a la vida de la Iglesia. Y los medios de comunicación modernos como instrumento y expresión de este proceso. Por lo tanto, en esa línea, la exposición de la Iglesia Católica a consideración de toda la humanidad: estamos ahí en "la vidriera", porque somos la principal comunidad o fuerza que se atreve a proclamar una verdad absoluta, con consecuencias morales, personales y comunitarias. Y eso es un atrevimiento total. Nadie, fuera de los marxistas, todavía se atreve a proclamar lo que nosotros proclamamos.
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