Jueves 28 de marzo de 2024

Mons. Stanovnik: "Estamos llamados a ser misericordiosos"

  • 21 de abril, 2020
  • Corrientes (AICA)
El arzobispo de Corrientes presidió el domingo 19 de abril la misa del segundo domingo de Pascua
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El arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, presidió el domingo 19 de abril la misa del segundo domingo de Pascua, fiesta de la Divina Misericordia, en la capilla de San Marcos.



Se trata de un barrio humilde que tuvo a sus pobladores en situación de aislamiento por registrarse casos de Covid-19, medida que fue levantada hace pocos días. “Me alegra mucho poder celebrar la Santa Misa el Domingo de la Divina Misericordia en la capilla de San Marcos y sentirme muy unido a esta comunidad, y con ustedes y el párroco, el padre Daniel Masares, a toda la comunidad arquidiocesana”, expresó el arzobispo en su homilía.



“En esta sorpresiva e inquietante situación en la que nos encontramos todos, ustedes padecieron recientemente el aislamiento del barrio que los hizo sufrir, armarse de paciencia, y reforzar el cuidado y la atención a los más frágiles. Por medio de esta transmisión también nos acercamos a los pacientes y personal sanitario del Hospital Llano, en particular desde la sección de maternidad. Pero nos unimos con nuestro afecto y oración de modo muy especial a la persona con diagnóstico positivo del Covid19 y otras dos en situación de sospecha, que están internados allí, y a sus familiares. Sepan que los acompañamos y les deseamos una pronta recuperación”, manifestó.



“Agradezco que podamos encontrarnos, aunque sea a través de las redes sociales, para celebrar la Eucaristía y, por medio del poder de la Palabra de Dios y la comunión con Jesús Resucitado, sostenernos, animarnos, y a hacerle frente juntos a la pandemia del virus y del dengue, con la actitud que nos corresponde a los cristianos. Nuestra fuerza y nuestra esperanza está, ante todo en Dios, que nos habla, busca por todos los medios acercarse y abrazarnos, no para suplir nuestro esfuerzo, sino para ayudarnos a asumir responsablemente lo que nos corresponde hacer a cada uno, pero nos quiere ver trabajando junto a Él”.



En ese sentido, animó: “Vayamos, entonces a la Palabra de Dios, que siempre es luz que ilumina nuestra oscuridad”, y recordando la lectura de los Hechos de los Apóstoles, destacó “la experiencia de un período feliz de las primeras comunidades cristianas”.



“Se reunían para escuchar las enseñanzas de los Apóstoles, para la fracción del pan y para compartir sus bienes conforme a las necesidades de cada uno. En ellas reinaba un ambiente de alegría, sencillez y alabanza. Eso es lo que todos anhelamos. No hay familia, comunidad, pueblo que no desee la felicidad y vivir en paz y alegría. Sin embargo, no es tan fácil alcanzar ese ambiente de fraternidad donde reinen esos valores que tanto ansiamos”, advirtió.



“Con todo, Jesús Resucitado nos asegura que eso es posible si nos animamos a seguir sus pasos, aceptando la invitación que nos hace Dios Padre que en su gran misericordia nos hizo renacer por la resurrección de su Hijo”, animó. “Esto quiere decir que para acertar en el camino que nos lleve a vivir con ese gozo que no desaparece aun en las pruebas, es necesario que hagamos como hizo Tomás: convencernos de que para transitar ese camino es no temer las pruebas, tener el coraje de meter los dedos en las llagas de Jesús y la mano en su costado abierto, es decir, reconocer a Jesús crucificado, señal extrema de la misericordia de Dios Padre con aquel que se abraza a Jesús y como Tomás, exclama: ‘¡Señor mío y Dios mío!’. Ese abrazo de fe nos abre los ojos para ver dónde están hoy las llagas y el costado abierto de Jesús en la vida sufrida y postergada de tantos hermanos que tenemos a nuestro lado, reclamando cercanía, ayuda y promoción para una vida más digna”.



“En las circunstancias difíciles en las que nos encontramos todos, estamos llamados a ser misericordiosos. Pero para ello, necesitamos ir a la fuente de la misericordia, como el apóstol Tomás, para ser luego sus dispensadores hoy, sobre todo, en la familia. En ese pequeño espacio físico de la casa en el que debemos permanecer y aprender a tenernos mucha paciencia, a perdonarnos y a cuidarnos, con una atención especial a los abuelos que son los más vulnerables de la familia ante los males que nos amenazan. El corazón del que actúa de ese modo se llena de paz y de alegría, y de esa fortaleza que proviene de Jesús crucificado y resucitado, que lo sostiene en las pruebas más duras de la vida”, aseguró.



“Es conmovedor constatar que en momentos de prueba se pone en evidencia la misericordia y el amor que hay en tantos hermanos y hermanas con los que convivimos diariamente. Personas de Cáritas y de otros organismos oficiales y privados, dieron testimonios heroicos de entrega generosa sin importarles el riesgo que corrían sus vidas. También es verdad que, en situaciones por las que atravesamos, aparecen lamentables egoísmos en personas que aprovechan la situación para sus propios intereses, pero, afortunadamente, los gestos de amor superan ampliamente las conductas mezquinas”, reconoció.



“Es probable que una de las pruebas que debemos sufrir hoy es quedarnos en casa para cuidar la propia vida y la vida de nuestros semejantes. Seamos responsables y cumplamos estrictamente las disposiciones sanitarias, aunque nos cueste. Estemos a la altura de la prueba y mostremos que somos capaces de mirar al hermano y cuidarlo”, animó. “La prioridad para una atención humanitaria y social, debe estar orientada hacia los grupos más vulnerables de nuestra comunidad”, recordó.+