Martes 16 de abril de 2024

No dilapidar el patrimonio en virtud de un consenso relativista

  • 10 de julio, 2012
  • La Plata (Buenos Aires) (AICA)
El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, presidió el tedeum por el 9 de Julio, en la catedral local, donde destacó que la fe haya guiado las decisiones que encaminaron a la independencia y alentó a invocar a Dios para que no permita "que dilapidemos ese patrimonio y que se imponga, en virtud de un consenso relativista, un ordenamiento jurídico contrario al orden moral y a una recta concepción de la persona y de la sociedad", y pidió que "el espíritu de reconciliación que procede de ti restañe las heridas del pasado y que la aspiración a una auténtica justicia se vea libre, en los corazones, de la recurrente tentación de la venganza. Que el prudente ejercicio de la autoridad pública ponga freno a la multiplicación del delito que arrebata cada día vidas inocentes, para que la sociedad experimente la seguridad y la paz que corresponden a un pueblo civilizado". "Que a estas intenciones se sumen los dolores y lamentos, la indignación y la queja de tantos argentinos que sufren pobrez
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El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, advirtió sobre "la frustración crónica" del federalismo en el país, al asegurar que "su vigencia legal más que real y efectiva, pesa todavía en la actualidad y es causa de discordia y fragmentación", y aclaró que "esta observación crítica no es antojadiza: se basa en datos históricos indiscutibles y en hechos de verificación cotidiana; además, puede referirse a la deseable aplicación de un principio básico de filosofía social expresado en la doctrina de la Iglesia".

"El principio de subsidiariedad ?de eso se trata- tiene aplicación en un federalismo efectivo que articule orgánicamente la competencia y la acción del Estado nacional, los Estados provinciales, los municipios y eventualmente las regiones y hasta las delegaciones municipales. Sin duda, la aplicación del principio alcanza un ámbito más amplio, el de toda la sociedad civil, en la que se ha de consolidar el protagonismo de las familias, los diversos grupos y formas asociativas de tipo económico, social, cultural, profesional y recreativo que surgen espontáneamente de la vida de la comunidad y expresan lo que Juan Pablo II llamaba la subjetividad creativa del ciudadano", explicó durante el tedeum por el Día de la Independencia en la catedral platense.

El prelado puntualizó en este sentido que "en una recta organización político-social, corresponde al Estado favorecer las funciones de las entidades intermedias con la debida ayuda, con la objetividad propia de la justicia y sin discriminaciones ideológicas o de intereses políticos inferiores, y abstenerse de una presencia injustificada y excesiva que limite la libertad de iniciativa de los ciudadanos y reemplace su responsabilidad".

También cuestionó a quienes promueven el "ateísmo de Estado", al asegurar que "en medio de tanta confusión ideológica y cultural, la fe cristiana -que profesa todavía la mayoría de nuestro pueblo- mantiene el respeto del orden natural, la dignidad de la persona y los derechos humanos llamados de novísima generación: entre ellos, a la vida desde la concepción hasta la muerte natural y a la identidad no manipulada por la ingeniería biológica"

Tras destacar que "la tradición argentina pone de manifiesto la relevancia política y cultural de la fe cristiana", lamentó que "dirigentes y legisladores que se dicen católicos no adviertan que su responsabilidad política está ligada a exigencias éticas fundamentales e irrenunciables", al preguntarse "cómo pueden desconocer que en ciertos proyectos de ley que apoyan con su voto está en juego la esencia del orden moral y el bien integral de la persona humana".

Monseñor Aguer recordó que "la verdadera sabiduría es un don de Dios, que da al hombre un corazón capaz de discernir el bien y el mal; es un arte de bien vivir en el que se incluyen la moderación y la humildad, que tiene una dimensión social y es especialmente necesario a quienes asumen la responsabilidad de dirigir la comunidad", y agradeció que la sabiduría y el amor de Dios hayan guiado las decisiones que encaminaron la independencia, y por la transmisión en la historia de la fe y una cultura inspirada en ella.

Alentó a invocar a Dios para que no permita "que dilapidemos ese patrimonio y que se imponga, en virtud de un consenso relativista, un ordenamiento jurídico contrario al orden moral y a una recta concepción de la persona y de la sociedad", y que "nuestros gobernantes reconozcan ?como nos ha recordado recientemente Benedicto XVI- que lo sagrado tiene una función educativa y que su desaparición empobrece inevitablemente la cultura, en especial la formación de las nuevas generaciones. Que ellos te reconozcan a ti como fuente de toda razón y justicia".

Pidió, además, que "el espíritu de reconciliación que procede de ti restañe las heridas del pasado y que la aspiración a una auténtica justicia se vea libre, en los corazones, de la recurrente tentación de la venganza. Que el prudente ejercicio de la autoridad pública ponga freno a la multiplicación del delito que arrebata cada día vidas inocentes, para que la sociedad experimente la seguridad y la paz que corresponden a un pueblo civilizado".

"Que a estas intenciones se sumen los dolores y lamentos, la indignación y la queja de tantos argentinos que sufren pobreza extrema y marginación, de quienes se sienten defraudados en sus legítimas esperanzas; que a todos llegue la suavidad y el consuelo del amor de Dios encarnado en la cercanía afectuosa y la ayuda efectiva de los cristianos. ¡Venga tu misericordia sobre nosotros, Señor, conforme a la esperanza que ponemos en ti!", concluyó.+

Texto completo de la homilía