Lunes 29 de abril de 2024

Cardenal Cantalamessa: 'La esperanza obra milagros diarios'

  • 15 de marzo, 2024
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
"Lo extraordinario de la esperanza es que su presencia lo cambia todo, incluso cuando exteriormente nada cambia", señaló el predicador pontificio en su cuarto sermón de Cuaresma.
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El Cardenal Raniero Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia, continuó sus meditaciones sobre el solemne "Yo soy" de Cristo en el Evangelio de san Juan. En su cuarto sermón de Cuaresma ante la Curia Romana, en presencia del Papa Francisco, se centró en el capítulo 11, íntegramente ocupado por el episodio de la resurrección de Lázaro, y reflexionó sobre la autorrevelación de Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida”.

El resultado fue un elogio de la esperanza cristiana como "gran hacedora de milagros", capaz de poner en pie a "miles de tullidos y paralíticos espirituales, miles de veces". Ante todo, prosiguió el predicador pontificio, “la esperanza nos ayuda en nuestro camino personal de santificación", convirtiéndose en principio del progreso espiritual para quienes la practican.

"Lo extraordinario de la esperanza es que su presencia lo cambia todo, incluso cuando exteriormente nada cambia", comentó el cardenal capuchino, recordando cómo se describe a través de imágenes -vinculadas al mundo de la navegación- "respecto del barco que es la Iglesia" y del "barco de nuestra vida”.

“La esperanza es como tener un ancla y una vela en la navegación de la vida, la primera da seguridad a la barca y la mantiene firme entre las olas del mar, la segunda es la que lo hace moverse y avanzar”, afirmó.

Además, prosiguió el predicador pontificio, “la esperanza tiene una relación privilegiada, en el Nuevo Testamento, con la paciencia”. Es lo contrario de la impaciencia, de las prisas, del "todo ya". Es el antídoto contra el desánimo. Mantiene vivo el deseo.

Por eso, señaló el cardenal, “la esperanza necesita tribulación, como la llama necesita del viento para fortalecerse. Las razones terrenas de la esperanza deben morir, una tras otra, para que surja la verdadera e inquebrantable razón, que es Dios". Un poco como lo que sucede cuando se bota un barco: “Es necesario quitar los andamios y quitar uno tras otro los distintos puntales, para que pueda flotar y avanzar libremente sobre el agua".

En efecto, concluyó el religioso capuchino, “la tribulación nos quita todo asidero y nos lleva a esperar sólo en Dios”, conduciendo “a ese estado de perfección que consiste en seguir confiando en Él, incluso cuando la razón humana para tener esperanza ha desaparecido." Como lo fue para María bajo la cruz, a quien por eso se invoca en la piedad cristiana,con el título de Mater Spei, Madre de la esperanza.+