Mediante un telegrama, el pontífice condenó el "cobarde" hecho, perpetrado en la conflictiva zona este del Congo, y lo caratuló como un "acto de odio ciego".
En preparación de su viaje al país oceánico en septiembre, el pontífice se reunió con el líder de la tribu de los huli, la cual constituye una de las más de 600 comunidades indígenas de esa nación.