Miércoles 24 de abril de 2024

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Tedeum del 9 de Julio

Homilía de monseñor Carlos Alberto Sánchez, arzobispo de Tucumán, en el tedeum por el aniversario del Día de la Independencia (9 de junio de 2020)

Queridos hermanos:

¡Feliz día de la Patria! ¡Feliz Aniversario de la Independencia Argentina!

Como cada 9 de julio nos congregamos para dar gracias a Dios y orar por nuestra Patria Argentina en la Iglesia Catedral. Lo hicieron los Congresales en 1816 y lo seguimos haciendo año tras año, cumpliendo así con una tradición bicentenaria. Lo primero que hicieron los congresales, después de declarar la Independencia, fue ir al templo de San Francisco a dar gracias a Dios.

Saludo a los representantes de los tres poderes del Estado: sr. Gobernador, sr. Presidente de la Legislatura, sr. Intendente de la ciudad de San Miguel de Tucumán y sus respectivas esposas; a los vocales de la Suprema Corte de Justicia de Tucumán; así como a todos los tucumanos y argentinos que están participando de esta celebración a través de los Medios de Comunicación. Sean bienvenidos a la esta celebración de acción de gracias y súplica al Señor.

En primer lugar, damos gracias a Dios por el legado que nos dejaron nuestros próceres, que forjaron la Patria y que durante muchos meses deliberaron en el Congreso de Tucumán para declarar la Independencia e inspirar el futuro de la Argentina fraterna y solidaria, pacificada y reconciliada; condiciones capaces de crear una Nación para todos. Gracias a Dios por la entrega generosa y valiente de tantos argentinos que en este tiempo de pandemia han puesto todo de sí para servir a la sociedad toda, los trabajadores de la salud, de educación, de seguridad, de los servicios esenciales. Gracias, Señor, por tu amor reflejado en el servicio de estos hermanos y gracias a cada uno de los servidores de la sociedad por haber sido signo de Cristo, compasivo y misericordioso.

Por otro lado, este año de una manera muy especial, suplicamos a Dios que:

  • Nos libre de la pandemia y de tantos males que sufrimos en nuestra sociedad;
  • Nos consuele en la aflicción, la enfermedad y el dolor de tantos hermanos;
  • Nos ilumine para vivir este tiempo de oscuridad y desconcierto, buscando y encontrando alternativas superadoras, en la escucha al pueblo santo de Dios y al Evangelio.
  • Nos anime y fortalezca para poner todas nuestras energías y capacidades al servicio del bien común y deponiendo nuestros intereses mezquinos e individualistas;
  • Nos encienda el corazón en la caridad efectiva y sacrificada, para que los argentinos vivamos en paz, justicia y libertad, acrecentando la esperanza con el encuentro fraterno y comprometido.

La situación sanitaria:

  • Nos exige el distanciamiento, pero no al alejamiento y la indiferencia ante cada situación de vida.
  • Nos exige cuidarnos, pero no ensimismarnos, excluyendo y marginando.
  • Nos exige quedarnos en casa, pero pensando y haciendo algo por el hermano argentino que no tiene casa, abrigo, comida, remedios, educación y afecto....
  • Nos exige lavarnos continuamente las manos, pero no para desentendernos de los demás, como Pilato, sino para purificar nuestra manera de pensar y tratar al otro.
  • Nos exige cubrir nuestra nariz y boca para que lo que decimos, pase antes por el filtro de la compasión y la caridad, y respiremos el aire puro de la verdad, la paciencia y comprensión, sin imposiciones.
  • Nos exige mirarnos a los ojos para ser sinceros, "los ojos son el espejo del alma" dice el Señor, mirarnos para dignificarnos y poder descubrir en la realidad tan compleja los haces de luz y esperanza.
  • Nos exige usar nuestros oídos, no solo para sujetar el barbijo, sino para escuchar el clamor de los que sufren violencia, inseguridad, injusticia, indiferencia y atropello. Y escuchándolos generar iniciativas de cambio y superación.
  • Nos exige mantener limpios y sanos los espacios y, por tanto, sanar las relaciones familiares, laborales, vecinales, las decisiones para tomar el mejor camino a recorrer y arroparnos con la caridad fraterna y solidaria.

La Palabra de Dios que hemos escuchado nos habla de la libertad. Dios nos ha creado libres y aunque cautivos por el pecado, Él nos quiere libres. Por eso, Jesucristo nos consiguió la libertad mediante su muerte redentora.

La libertad que nos da la fe en Jesucristo: "si permanecen fieles a mi palabra, serán discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres" acabamos de escuchar en el Evangelio. La fidelidad a Jesucristo, Señor de la historia nos hace capaces de conocer la verdad del Amor que nos hace libres y nos colma de alegría.

La libertad es una vocación, llamados a vivir en libertad para hacernos servidores los unos de los otros por amor... dice la carta del Apóstol San Pablo. Y para que no tengamos dudas, insiste que la libertad no debe ser pretexto para satisfacer los deseos carnales, egoístas y mezquinos; devorándonos mutuamente, así vamos a destruirnos entre nosotros; sino para servirnos mutuamente por amor.

Estamos llamados a vivir en libertad mediante el amor fraterno, la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. La sensación de esclavitud, el encierro de la cuarentena nos ha evidenciado que estamos llamados a vivir en libertad, pero una libertad responsable, que mira elige y decide en pos del bien de todos.

Es la libertad que soñaron los fundadores de nuestra patria y que declararon los congresales en Tucumán.

Hoy más que nunca, tenemos que ejercer la libertad responsable de unir esfuerzos, poner en común los bienes que tenemos, promover la cultura del trabajo y la educación, cuidar la vida siempre y en todas formas, promover consensos y respetarnos mutuamente.

Nuestra Argentina es una Patria, tan rica en recursos y bienes materiales, personales e institucionales; pero empobrecida por el egoísmo, la indiferencia y las divisiones, que amenazan la vida de todos y de nuestra sociedad.

La casa de familia donde deliberaron los congresales de 1816, aquí en Tucumán, fue un lugar de encuentro, de diálogo y de búsqueda del bien común, esta casa es para nosotros un símbolo de lo que queremos ser como Nación. Una casa donde todos somos importantes, necesarios, valiosos y hermanos; donde haya lugar para todos, sin excluidos ni sobrantes; un hogar donde se engendra vida, se cuida la vida y se hace crecer la vida siempre y en toda forma.

Los congresales de 1816 de distintos lugares, se vincularon como hermanos porque tenían un mismo ideal; y, a pesar de los disensos supieron dialogar razonablemente, para superar las diferencias, buscando el interés común en lo esencial, pero a la vez, haciendo sentir la voz del pueblo que representaban; postergando su interés particular y encontrando las coincidencias que hacen al bien de todos. Y como dice el acta de la Independencia, con el compromiso de ..." sostener estos derechos hasta con la vida, haberes y fama..."

Estimados gobernantes, miembros de la sociedad civil organizada, los creyentes de las diferentes religiones y confesiones, los que ejercemos el servicio de autoridad, los padres de familia y cada ciudadano argentino, en este tiempo tan difícil, ¿somos capaces de asumir, como los congresales de 1816, el compromiso de sostener la Independencia de la Patria hasta con la vida, haberes y fama?
Don Manuel Belgrano, cuyo bicentenario de fallecimiento estamos celebrando, no hizo este juramento, pero aportó con su vida, haberes y fama a la libertad de la Patria naciente.

Belgrano es un ejemplo de valor digno de imitar en sus virtudes personales y patrióticas. Todo lo que tenía lo puso al servicio de la Patria y lo que recibió de la Patria lo invirtió en ella, porque la amaba y la quería libre y unida.

Queridos hermanos argentinos, si queremos una patria libre y unida. Como Manuel Belgrano:

  • Seamos fieles a Dios, fuente de toda razón y justicia y, como Manuel Belgrano, nos confiemos en la protección maternal de la Virgen. Ella lleva su bastón de mando aquí en Tucumán.
  • Luchemos por la libertad de la Patria siempre y poniendo todo de nosotros mismos.
  • Nunca busquemos la gloria personal.
  • Tengamos en cuenta las condiciones naturales del país miradas con realismo para propulsar la agricultura, como base necesaria para que la industria y el comercio desarrollen el país y le den mayor riqueza.
  • Incluyamos a todos los que integran el territorio. Decía Belgrano: "A nuestros paisanos, los naturales, para defender su libertad es necesario hacerles entender el inestimable valor de esa prenda tan preciosa, y que debe preferirse la muerte misma a la esclavitud"
  • Invirtamos en educación y erradiquemos el clientelismo, porque "un pueblo culto nunca puede ser esclavizado'
  • Respetemos la dignidad de la persona humana; que ocupe el lugar central en la vida.
  • Eencarnemos los valores ético-morales, expresados en una vida austera y honesta, en el desprendimiento generoso de los bienes. A Belgrano no lo motiva el éxito individual, ni el ansia de riquezas ilimitadas frente al desamparo del resto de la población.
  • Luchemos por una patria para todos, aún en condiciones de emergencia e incertidumbre procuremos la igualdad y el esfuerzo conjunto.
  • En cada situación asumamos los riesgos individuales y colectivos, como la difícil y sacrificada proeza del éxodo jujeño y hoy la pandemia de la indiferencia.
  • Seamos justos, desprendidos y pobres, (Belgrano paga al médico con el reloj y su lápida con el mármol de su mesa de luz.)
  • Sepamos encontrar el dinamismo, empuje y equilibrio que definen la verdadera creatividad: la difícil pero fecunda conjunción de continuidad realista y novedad magnánima.
  • Belgrano viene a mostrarnos, en este tiempo de incertidumbre, pero también de desafío, "cómo se hace" para poner cimientos duraderos en una tarea de creación histórica.
  • La vida y las acciones de un hombre tan importante para nuestra nación, son un faro, en momentos tan difíciles como los que hoy nos tocan vivir, tiempos en los que una pandemia acecha nuestra seguridad presente, nos llena de incertidumbre.
  • Más allá de las profundas diferencias de época, hay mucho de permanente, de vigente, en la actitud de Belgrano de tratar de mirar siempre más allá, de no quedarse con lo conocido, con lo bueno o malo del presente y nos llena de esperanza para preparar el futuro. Esa actitud "utópica", en el sentido más valioso de la palabra, es sin duda uno de los componentes esenciales de la creatividad, tan necesaria en los tiempos que vivimos.
  • Elevemos nuestra oración para que el Señor nos conceda a los argentinos inteligencia y generosidad en asumir el legado patriótico de los fundadores de nuestra Patria para renovar el deseo irrenunciable de todos los que aspiramos a un país nuevo que vive la libertad y la fraternidad en un mundo mejor.
  • Que la Santísima Virgen, Madre del Pueblo y esperanza nuestra, en este Año Mariano Nacional, nos proteja y aliente nuestra esperanza. Amén.

Mons. Carlos Alberto Sánchez, arzobispo de Tucumán