El jefe de la Iglesia greco-católica ucraniana fue recibido por el pontífice, a quien le informó sobre "el desastre de la guerra y los desafíos que se avecinan para el invierno".
El vicario patriarcal maronita presidió una celebración eucarística según el rito de su Iglesia, en la que reiteró la "vergonzosa incapacidad de la comunidad internacional" para silenciar las armas.