Un llamado a poner en el centro a los más vulnerados marcó las actividades organizadas por la Vicaría de los Pobres junto a comunidades, movimientos y organizaciones sociales.
La realidad que mejor manifiesta el amor a Dios, sostuvo el arzobispo, "es sobre todo la ternura para con el sufriente, con el para con el débil, el hambriento, el sediento, el enfermo, el migrante".
El arzobispo de Córdoba reflexionó sobre el valor del cuidado mutuo y la importancia de los gestos cotidianos que sostienen los vínculos humanos.
En un clima de oración y comunión, reflexionan sobre los desafíos del ministerio episcopal y el camino sinodal, al servicio de una Iglesia profética y cercana al pueblo de Dios.