"Es una solemnidad que ilumina nuestro corazón y nos hace mirar para arriba. No para distraernos, sino saber dónde está nuestro centro, a dónde apunta nuestra existencia", recuerda el arzobispo.
El arzobispo porteño sugiere hacerlo en el ámbito de los vínculos y del diálogo y del aprender a comunicarse y consideró: "Algo que tanto cuesta pero que tanto necesita de los valores del Evangelio".
"Únicamente por la fe es posible trascender aquellos signos y reconocerlo a Él, realmente presente", recordó el arzobispo emérito en su sugerencia para la homilía de la Ascensión del Señor.
El arzobispo de Mendoza sintetizó la celebración de la Ascensión del Señor como "la fiesta de la madurez a la que Dios nos invita" para dar testimonio.