Comisión Justicia y Paz: multiplicar los signos de esperanza en un mundo atribulado
- 2 de abril, 2025
- Buenos Aires (AICA)
En un mensaje por el Año Jubilar, el organismo episcopal enumera cómo hacerlo: trabajar por la paz, concluir con el flagelo "escandaloso" del hambre y construir una sociedad más humana, entre otros.

En el marco del Año Jubilar, la Comisión Nacional de Justicia y Paz, de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), difundió un mensaje con el título "La esperanza no defrauda".
Tras describir el significado del jubileo, recuerda que el Papa Francisco anima a sostener la esperanza y señala que, en un mundo atribulado, hacerlo requiere de paciencia.
"El Jubileo es un camino, un itinerario de gracia, 'animado por la espiritualidad popular', en el que debemos 'escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio' para 'responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas'", puntualiza citando la bula de convocatoria Spes non confundit.
La comisión, integrada principalmente por laicos, recuerda que Francisco también describe "signos, que contienen el anhelo del corazón humano, necesitado de la presencia salvífica de Dios, y que requieren ser transformados en signos de esperanza" y los detalla.
"Oremos en comunidad para que todos los bautizados, cada uno con su propio carisma y ministerio, sean corresponsables, para que la multiplicidad de signos de esperanza testimonie la presencia de Dios en el mundo".
Texto del mensaje
En un mundo que "se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre" (Laudate Deum, 2), el papa Francisco nos ha convocado al Jubileo Ordinario 2025, para anunciar, vivir y celebrar la esperanza. Nos propone ser "peregrinos de esperanza", para que "cada uno de, aunque sea, una sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito, sabiendo que, en el Espíritu de Jesús, esto puede convertirse en una semilla fecunda de esperanza para quien lo recibe" (Spes non Confundit, 18).
El Jubileo es, ante todo un tiempo de encuentro vivo y personal con Jesús, "puerta" de salvación con Él, a quien la Iglesia tiene la misión de anunciar siempre, en todas partes y a todos como "nuestra esperanza" (Spes non Confundit, 1).
Sostener la esperanza en un mundo atribulado -nos dice Francisco- exige paciencia. "En estos tiempos en los que el espacio y el tiempo son suplantados por el "aquí y ahora", la paciencia resulta extraña, pero es ella la que la mantiene viva la esperanza y la consolida como virtud y estilo de vida" (Spes non Confundit, 4).
El Jubileo es un camino, un itinerario de gracia, "animado por la espiritualidad popular" (Spes non Confundit, 5), en el que debemos "escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio" para "responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas" (Spes non Confundit, 7).
Francisco nos describe esos signos, que contienen el anhelo del corazón humano, necesitado de la presencia salvífica de Dios, y que requieren ser transformados en signos de esperanza (Spes non Confundit, 7):
- Exigir y trabajar para la paz en el mundo, sumergido en la tragedia de la guerra (Spes non Confundit, 8).
- Concluir con el flagelo escandaloso del hambre y desarrollar los países más pobres, de modo nadie necesite abandonar su patria para alcanzar una vida más digna, mediante la constitución de un Fondo Mundial con el dinero de la compra de armas (Spes non Confundit, 16).
- Condonar las deudas externas de los países que nunca podrán saldarlas, contribuyendo simultáneamente a saldar la "deuda ecológica", fruto de la desigualdad en el comercio internacional y del uso desproporcionado de los bienes naturales (Spes non Confundit, 16).
- Aplicar en todas las naciones el principio de que los bienes de la tierra no están destinados a unos pocos privilegiados, sino a todos, de modo de afrontar la creciente ola de pobreza, con millares de personas que carecen de lo necesario para vivir en un mundo sobreabundante (Spes non Confundit, 15, 16).
- Alentar la recuperación del deseo de los jóvenes de engendrar nuevos hijos e hijas, como fruto de la fecundidad de su amor, alimentando las perspectivas de futuro (Spes non Confundit, 9).
- Condonar penas y abolir la pena de muerte, para ayudar a las personas presas a recuperar la confianza en sí mismas y en la sociedad (Spes non Confundit, 10).
- Construir una sociedad humana en la que los jóvenes puedan cumplir sus sueños, los enfermos sean cuidados, los ancianos sean respetados y valorados, los migrantes sean acogidos y en la que siempre estemos dispuestos a defender el derecho de los más débiles (Spes non Confundit, 12).
Oremos en comunidad para que todos los bautizados, cada uno con su propio carisma y ministerio, sean corresponsables, para que la multiplicidad de signos de esperanza testimonie la presencia de Dios en el mundo (Spes non Confundit, 17).
Más información, en www.episcopado.org y redes sociales.+