El Pbro. Jurcinovic sobre el Jubileo de los influencers: testigos, no protagonistas
- 30 de julio, 2025
- Buenos Aires (AICA)
Al referirse al Jubileo de los Misioneros Digitales, el vocero episcopal destacó el mensaje del papa León XIV, quien los alentó a "ser portadores de una Palabra que arde por justicia y misericordia".

El presbítero Máximo Jurcinovic, director de la Oficina de Comunicación de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), tituló "Jubileo de los influencers: testigos, no protagonistas" una nota sobre el Jubileo de los Misioneros Digitales que reunió en el Vaticano a más de un millar de personas, en su mayoría jóvenes, que comparten el mensaje del Evangelio en redes sociales.
El sacerdote destacó que, en ese marco, el papa León XIV los "invitó a dejar de lado la imagen para volver al corazón del Evangelio".
"El Jubileo de la Esperanza fue una oportunidad para revisar el sentido profundo de evangelizar en el mundo digital", sostuvo y recordó que "evangelizar no es simplemente estar en las redes, sino hacerse cargo de lo que se comunica y para quién".
"No somos voceros de nosotros mismos, sino portadores de una Palabra que arde por justicia y misericordia", puntualizó.
Texto del nota
Este martes 29 de julio se celebró el Jubileo de los Misioneros Digitales, que convocó por primera vez a 1.100 influencers de 146 países que comparten el mensaje del Evangelio en redes sociales.
El Papa León XIV en su saludo invitó a dejar de lado la imagen para volver al corazón del Evangelio. El Jubileo de la Esperanza fue una oportunidad para revisar el sentido profundo de evangelizar en el mundo digital.
En un tiempo donde tantos buscan visibilidad, el papa León XIV puso el acento en lo invisible: en la verdad del Evangelio que no se puede reducir a eslogan, ni adaptar al algoritmo sin riesgo de traicionarla. Evangelizar no es simplemente estar en las redes, sino hacerse cargo de lo que se comunica y para quién. No somos voceros de nosotros mismos, sino portadores de una Palabra que arde por justicia y misericordia.
La cultura digital ha generado una nueva geografía de la vida cotidiana. Ya no hay dentro o fuera de internet y el mundo online es el espacio donde millones se informan, rezan, opinan y construyen sentido. En ese mapa, la presencia cristiana no puede limitarse a la piedad superficial ni a la repetición de fórmulas que seducen a los convencidos. Tampoco puede contentarse con el aggiornamento estético, como si bastara con mostrar un catolicismo moderno, simpático o atractivo. Además, hay un riesgo es que se pierda de vista la centralidad de los pobres, el clamor por la justicia, la dimensión social del Evangelio.
El mensaje del Papa León fue claro y provocador: "Depende de nosotros, depende de cada uno de ustedes, garantizar que esta cultura siga siendo humana". En esa frase se condensa un desafío urgente. Las redes están moldeando nuestras relaciones, nuestras emociones, nuestras ideas de verdad. Por eso, urge una presencia cristiana que no refuerce el narcisismo ni el culto a la imagen, sino que ayude a reparar el vínculo, a abrirse al otro, a reconocer la dignidad del que sufre. Ser influencer no es acumular seguidores, sino dejarse afectar por las heridas del mundo y compartir respuestas que nazcan de la fe y el compromiso.
"Buscar siempre la carne sufriente de Cristo", dijo también el Papa, es quizás el criterio más exigente para discernir si lo que hacemos en redes es evangelización o autopromoción. ¿Dónde están los pobres en nuestros posteos? ¿Dónde están los migrantes, las víctimas de violencia, los descartados, los que viven en villas y asentamientos, los niños que no acceden a la educación, los ancianos solos, los presos, los enfermos sin cuidados, las mujeres víctimas de trata, los pueblos originarios invisibilizados, los jóvenes sin futuro, los trabajadores informales que viven al día? Una presencia cristiana en redes no puede ser muda ante las injusticias ni complaciente con los discursos de odio o indiferencia. La profecía no se mide en métricas, sino en valentía.
Es urgente discernir entre una presencia evangelizadora auténtica y una comunicación que termina siendo autoreferencial. No todo lo que circula bajo el nombre de "evangelización digital" es anuncio del Evangelio. A veces, el mensaje se trivializa, se vuelve ligero, casi inofensivo. Se confunde visibilidad con misión, y carisma con eficacia. Se llega a pensar que todo diálogo de la Iglesia con el mundo debe pasar por las redes, o que solo un estilo disruptivo, simpático, emocionalmente impactante puede "hacer llegar el mensaje". Y sin embargo, el Evangelio no necesita efectos especiales, sino verdad encarnada.
Frente a las burbujas digitales que aíslan y refuerzan prejuicios, León XIV llamó a construir "redes que abran espacio al otro... redes que liberen, que salven, redes que nos hagan redescubrir la belleza de mirarnos a los ojos". No se trata de romantizar la tecnología, sino de redimirla desde adentro.
Este jubileo es un llamado a dejar de ser solamente influencers para volverse testigos. Una invitación a evangelizar no desde el centro de la escena, sino desde la periferia del corazón humano, allí donde Cristo sigue esperando. Como dijo el Papa León XIV en su mensaje: "Sean una presencia de bien que no grite por likes, sino que susurre esperanza. Que sus perfiles no sean vitrinas de ustedes mismos, sino ventanas abiertas a la alegría del Evangelio".+