Viernes 29 de marzo de 2024

Mons. Uriona animó a prepararnos para recibir al Espíritu con fe, esperanza y caridad

  • 20 de mayo, 2020
  • Río Cuarto (Córdoba) (AICA)
El obispo de Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona FDP, presidió una misa en el sexto domingo de Pascua, en la capilla del obispado
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El obispo de Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona FDP, presidió el 17 de mayo en la capilla del obispado, la misa del sexto domingo de Pascua, en la capilla del obispado.



En su homilía, llegando al final del tiempo pascual, el obispo anunció que la semana próxima celebraremos la fiesta de la Ascención del Señor, y en dos semanas, Pentecostés, la venida del Espíritu Santo.



“Las lecturas que nos propone la Liturgia están encaminadas a prepararnos para recibir el don del Espíritu Santo. El texto que hemos escuchado hoy corresponde a los discursos de Jesús en la última cena, y es la continuación del Evangelio del domingo pasado”, detalló el prelado.



“Decíamos el domingo pasado que los apóstoles estaban en un contexto de tristeza, un contexto de despedida: Jesús se iba a ir. ‘Me voy al Padre’, les había dicho Jesús, y ellos entonces estaban muy tristes, porque pensaban que si Jesús se iba, se iban a quedar solamente con el recuerdo de Él y sus enseñanzas”, recordó.



“Pero Jesús se iba para cumplir la glorificación del Padre, iba hacia la Pasión, iba hacia la resurrección, e iba a volver de una manera absolutamente nueva. Ellos en ese momento no estaban capacitados para entenderlo, por eso Jesús les dice: ‘No los dejaré huérfanos. Yo voy a venir’”, relató.



“Ese venir de Jesús es a través de su resurrección. El Cristo resucitado viene a nosotros y se identifica con nosotros de una manera absolutamente nueva. Él da la nueva vida. Encontramos a Jesús diverso, completamente diverso. Y ese Jesús resucitado es el que llena y llenará después de fuerza a los discípulos. Por eso Él les dice de nuevo: ‘Yo rogaré al Padre para que les envíe otro Paráclito, que estará siempre con ustedes’”, continuó.



“Paráclito es una palabra griega que se aplica al Espíritu Santo. Es una palabra difícil de traducir. Algunos la han traducido como el abogado, el que defiende, el defensor. Otros, como el que fortalece, el que da fuerzas, otros como el consolador, pero en realidad no es fácil de traducir. La traducción sería: el que es llamado para que esté siempre al lado. Justamente el Señor les promete que el Espíritu va a estar siempre con los discípulos. Esa promesa de Jesús que se dará después en Pentecostés, es el don que permanecerá en la Iglesia hasta el fin de los tiempos”, explicó monseñor Uriona.



En ese sentido, planteó: “¿Cómo descubrir ese don del Espíritu Santo?” y detalló: “Lo descubrimos a través del sacramento del Bautismo. Cristo Resucitado está en nosotros por el Bautismo. Por eso San Pablo va a decir que cuando somos bautizados somos sumergidos en la muerte de Cristo para resucitar con Él. Eso es lo que nos tiene que llenar de alegría y de fortaleza en la fe”, afirmó.



“El mandamiento del amor es el que más nos identifica con Jesús Resucitado. El don del Espíritu es el don del amor, es el don de la caridad que viene a nuestro corazón y que nos impulsa a amar como Jesús amor. Ese es el ideal del cristiano”, sostuvo.



“Por eso, mientras nos vamos preparando para recibir el don del Espíritu Santo en estas dos semanas, pidamos al Señor que fortalezca nuestra fe, esa fe que recibimos en el Bautismo, fortalezca nuestra esperanza, y sobre todo fortalezca nuestra caridad, nuestro amor hacia los más pobres, hacia los necesitados”, rezó.+