El representante vaticano ante la OSCE pide su abolición universal, señalando que la dignidad, dada por Dios, de cada persona humana es inmutable desde la concepción hasta la muerte natural.
Tras conocerse el fallo, los obispos se declaran "conmocionados por esta sentencia", calificándola de un paso atrás "en contradicción con la protección de la vida y los valores del Evangelio".
El Papa Francisco había hecho un llamamiento a favor de esos convictos, que fue apoyado por los obispos estadounidenses y por asociaciones humanitarias.
Mientras el actual presidente se prepara para dejar el cargo, los prelados lo instaron a cambiar las sentencias de muerte federales actuales por penas de prisión, antes de que finalice su mandato.