En mayo, el pontífice les recuerda que "son un don, son la riqueza en la Iglesia" y los invita a poner sus carismas al servicio de las necesidades del mundo, sin tentarse con el encierro en sí mismos.
Movimientos eclesiales junto al arzobispo Sergio Fenoy, afirman que el respeto a la vida "es la primera justicia que se debe aplicar" y que para los cristianos se convierte en "imperativo inderogable"